El libro de Juan nos recuerda continuamente que tengamos fe. Había un marcado contraste entre los judíos que seguían al Mesías y amaban Sus signos de divinidad y los líderes religiosos que carecían de fe y amor por el Hijo de Dios. A veces está bien estar confundidos y cuestionar lo que creemos. Pero, si no aceptamos que lo que aprendemos es verdad, corremos el peligro de endurecernos y tener dudas que nos impidan conocer plenamente a Dios.
Un autor cristiano nos dice: “Por nosotros mismos no somos más capaces de vivir una vida santa que lo que era capaz de caminar el hombre impotente [junto al estanque de Betesda]… Él os pide que os levantéis con salud y paz… al actuar según su palabra, recibirá fuerza”. El Deseado de todas las gentes, pág. 203
Sí, no olvidemos que Dios es nuestro refugio contra el miedo y nuestra mayor fuente de fortaleza (Salmo 46:1).