El final del capítulo nueve incluye algunas exageraciones de Jesús que han desconcertado a algunos lectores. Su discurso sobre “cortarse un brazo”, “fuego inextinguible” y “ser como sal” no debe tomarse literalmente.
Los pequeños que Jesús dijo que no debemos ofender pueden no ser sólo niños. Fácilmente podrían ser nuevos creyentes o grupos de personas vulnerables y marginados, como los pobres, los huérfanos, las viudas y los extranjeros. Además, nadie debería cortarse el brazo o la pierna que le hace pecar. Y los fuegos insaciables del infierno no significan que ardan para siempre. Significa que nadie podrá apagarlos.
El Sermón del Monte nos ayuda a entender qué es la “sal”. Somos la sal de la tierra, dice en Mateo 5:13. Cuando nos convertimos en esta sal sazonada, Marcos 9:50 dice que tendremos paz unos con otros.