Primer Trimestre de 2023
“Cómo planificar para tener éxito”
Lección 8 :- Para el 25 de Febrero de 2023
Sábado 18 de febrero
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Eclesiastés 12:1; Génesis 2:15; 1 Timoteo 5:8; Colosenses 3:23, 24; Génesis 39:2–5; Proverbios 3:5–8.
PARA MEMORIZAR:
“Y todo lo que hagan, háganlo con todo el corazón, como para el Señor y no para los hombres; seguros de que recibirán del Señor la recompensa de la herencia; porque ustedes sirven a Cristo el Señor” (Col. 3:23, 24).
La mayoría quiere vivir una vida “exitosa” y feliz. Por supuesto, en un mundo caído, donde en cualquier momento puede ocurrir una tragedia o una calamidad, esta meta no siempre será fácil de alcanzar. Luego, también, está la cuestión de cómo definimos el “éxito”. Tenemos el caso de José en Egipto; si alguna vez hubo una vida exitosa, sin duda sería esta, ¿verdad? De la prisión al palacio, ese tipo de cosas… Por otro lado, ¿qué podemos decir de Juan el Bautista? Fue de la cárcel a la tumba. ¿Cuán exitosa fue su vida? Una vez más, todo depende de cómo definamos el “éxito”.
Esta semana consideraremos la idea de “éxito” en el contexto de los principios financieros y de mayordomía básicos. Al margen de quiénes seamos y de dónde vivamos, el dinero y las finanzas serán parte de nuestra vida, nos guste o no. Entonces, ¿cuáles son algunos pasos prácticos que podemos dar a lo largo del camino que, aunque no nos garantizan el “éxito”, de todos modos nos ayudarán a evitar trampas y errores comunes que pueden dificultar el éxito financiero?
Domingo 19 de febrero
VAYAMOS POR PARTES
- Lee Eclesiastés 12:1. ¿Cuál es el mensaje para nosotros?
A medida que los jóvenes maduran y llegan a adultos, surgirán pensamientos relacionados con tener que satisfacer las necesidades básicas: comida, ropa y techo. Jesús mismo nos ha dicho cómo priorizar nuestras necesidades: “Busquen primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas” (Mat. 6:33). Por supuesto, para quienes son mayores y no se decidieron por Jesús cuando eran jóvenes, todavía hay tiempo para tomar decisiones correctas con respecto a la mayordomía.
Como vimos en Génesis 28:20 al 22, Jacob había tomado algunas decisiones importantes en su vida, tanto espirituales como financieras. En la visión, el Señor se le presentó a Jacob como “el Señor, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac” (Gén. 28:13). Luego, como parte de su voto a Dios, Jacob dijo: “El Señor será mi Dios” (Gén. 28:21).
- Lee Génesis 29:9 al 20. ¿Qué importancia tiene el momento de este acontecimiento en la vida de Jacob?
Después de que Jacob se comprometió espiritual y económicamente con Dios, el Señor lo guio hasta Raquel junto al pozo (ver Gén. 29:9–20). Es conveniente tomar decisiones en el ámbito espiritual y laboral o vocacional antes de contraer matrimonio. Tu futuro cónyuge debe saber “en qué se está metiendo”.
Esta persona, ¿es un cristiano comprometido? ¿Qué clase de trabajo hará? ¿Será maestro, enfermero, abogado, obrero, lo que sea? ¿A qué tipo de vida me integraré? Otras preguntas que necesitan respuestas antes del compromiso matrimonial son: ¿Qué nivel de educación ha alcanzado? ¿Qué cantidad de deuda ingresará al matrimonio? ¿Estoy dispuesto a aceptar esta situación como parte de mi responsabilidad?
- Lee 2 Corintios 6:14 y 15. ¿Por qué es tan importante tener en cuenta este principio al buscar un compañero para toda la vida? Aunque esto no garantiza un buen matrimonio, ¿por qué ayudaría a mejorar las probabilidades de disfrutar de un buen matrimonio?
Lunes 20 de febrero
LA BENDICIÓN DEL TRABAJO (IDEALMENTE)
A menos que seas rico de forma autónoma, o que seas beneficiario de un fondo fiduciario que mamá o papá crearon para ti a fin de que nunca tengas que trabajar en tu vida (si lees muchas historias sobre estos niños, el dinero, pensado idealmente como una bendición, a menudo les provoca una tragedia como adultos), tarde o temprano tendrás que trabajar para ganarte la vida. Lo ideal, por supuesto, es encontrar algo que te apasione y que también te pueda generar buenos ingresos, capacitarte en ello, encontrar un trabajo y vivir de eso durante tus años laborales. Ese es el ideal; por supuesto, no siempre resulta así.
- Lee Génesis 2:15 (ver también Ecl. 9:10; 2 Tes. 3:8–10). ¿Qué importancia tiene el hecho de que, aun antes de la entrada del pecado, a Adán (y por cierto también a Eva) se les asignara un trabajo? ¿Cómo podría esto explicar por qué, como se dijo anteriormente, para quienes nunca tuvieron que trabajar su situación resultó ser una maldición?
Este trabajo no fue un castigo, obviamente. Fue ideado para el bien de ellos. Es decir, aun en el Paraíso, incluso en un mundo en el que no existía el pecado, ni la muerte ni el sufrimiento, Dios sabía que los seres humanos necesitaban trabajar. “Y a Adán se le dio el trabajo de cuidar el huerto. El Creador sabía que Adán no podía ser feliz sin una ocupación. La hermosura del huerto lo deleitaba, pero esto no era suficiente. Debía tener un trabajo para poner en ejercicio los admirables órganos de su cuerpo. Si la felicidad hubiera consistido en no hacer nada, el hombre, en su condición de santa inocencia, habría sido dejado sin ocupación. Pero aquel que creó al hombre sabía lo que convenía para su felicidad; y no bien lo hubo creado, le señaló un trabajo. La promesa de gloria futura, y el decreto de que el hombre debe trabajar para obtener su pan cotidiano, proceden del mismo trono” (NEV 225). Sin embargo, aun después de la Caída, cuando (como con todo lo demás) el trabajo había sido contaminado por el pecado, Dios le dijo a Adán: “Maldita será la tierra por amor de ti; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida” (Gén. 3:17, RVA). Fíjate que Dios maldijo la tierra “por amor de ti”, por el bien de Adán, con la idea de que el trabajo sería algo que él necesitaría, especialmente como ser caído. ¿Qué es lo que tiene el trabajo que, idealmente, debería convertirse en algo que pueda ser una bendición para nosotros?
Martes 21 de febrero
LOS AÑOS PRODUCTIVOS
Como hemos visto, Dios tenía la intención de que la humanidad trabajara de una u otra forma. Esta parte de nuestra vida (los años de trabajo) suele durar unos cuarenta años. Para muchos, este es el momento de tener hijos y de educarlos, y de adquirir la casa y otras compras importantes. Este puede ser un período muy intenso desde el punto de vista financiero. Es una etapa muy sensible, porque la familia está aprendiendo a trabajar en conjunto y sus miembros están creando lazos para toda la vida. El estrés financiero puede arruinar el matrimonio en esta etapa, y ocurre con frecuencia. Las familias en las que ambas partes tienen un compromiso cristiano y están dispuestas a seguir los principios bíblicos son mucho más estables.
- Lee 1 Timoteo 5:8; Proverbios 14:23; y Colosenses 3:23 y 24. ¿Qué aspectos importantes nos hablan sobre las finanzas del hogar?
En muchos casos, el marido es el principal sostén de la familia, aunque a menudo ambos cónyuges trabajan. Por supuesto, pueden surgir circunstancias inesperadas (enfermedad, recesión económica y otras) que dificulten este ideal.
Por ende, la gente necesita adaptarse a estos cambios. A los hijos que vienen al mundo durante esta etapa de la vida se los llama “don del Señor” (Sal. 127:3). Debemos recordar que los hijos traen consigo una gran responsabilidad. El objetivo de los padres cristianos es educar a sus hijos para que se conviertan en adultos independientes en esta vida y prepararlos para la vida venidera. Estos tres aspectos ayudarán a los padres:
- Proveer un entorno cristiano en el hogar. Esto incluye hacer el culto familiar en forma regular e interesante, asistir regularmente a la Escuela Sabática y a la iglesia, y ser fieles en los diezmos y las ofrendas. Estos son buenos hábitos para formar en los primeros años de vida.
- Enseñarles a tener disposición y aprecio por el trabajo. Los hijos descubrirán que la diligencia y la integridad en el trabajo nunca pasan desapercibidas; se aprecian y se recompensan. Aprenderán que recibimos dinero como resultado de brindar tiempo a los demás al realizar tareas que son valiosas para ellos.
- Contribuir a una buena educación. La educación es costosa en la actualidad, especialmente la educación cristiana en escuelas privadas. Pero, para los padres con planes para sus hijos, no solo para esta vida sino también para la venidera, vale la pena el costo.
- Por supuesto, no importa lo que hagan, nadie tiene ninguna garantía sobre la dirección que tomarán sus hijos. ¿Por qué es importante que los padres no se culpen por las decisiones equivocadas que puedan tomar sus hijos mayores?
Miércoles 22 de febrero
TRABAJAR CON INTEGRIDAD
Otra fase de una vida “exitosa”, la última fase, tiene el potencial de ser la más placentera, si las decisiones de los primeros años han sido sabias y no se han arruinado por hechos inesperados. En una situación ideal, los padres han criado a sus hijos para que sean adultos independientes, la vivienda está pagada, las necesidades de transporte están satisfechas, no hay deudas pendientes y hay un flujo de ingresos suficiente para satisfacer las necesidades de la familia de los adultos mayores. Dios llama a sus hijos a un nivel más elevado en el trabajo y la vida. Esa norma es la Ley de Dios escrita en nuestro corazón (ver Jer. 31:33) y que se refleja en nuestro carácter. A medida que la sociedad se vaya erosionando y la enseñanza cristiana se vaya diluyendo y minimizando, se volverá aún más importante para el cristiano vivir y trabajar a un nivel irreprochable. La Biblia dice: “Vale más el buen nombre que las muchas riquezas, y ser estimado es mejor que la plata y el oro” (Prov. 22:1).
La Biblia registra casos de empleadores que reconocieron que fueron bendecidos por tener un empleado piadoso. Cuando Jacob deseó dejar a su suegro Labán y regresar con su familia a su tierra natal, Labán le rogó que no se fuera, diciendo: “Halle yo gracia en tus ojos, y quédate. Me he dado cuenta de que el Señor me ha bendecido por tu causa” (Gén. 30:27). Y cuando José fue vendido como esclavo en Egipto, su amo, Potifar, hizo una observación similar sobre el trabajo de José y lo recompensó por ello.
- Lee Génesis 39:2 al 5. Aunque los versículos no lo mencionan específicamente, ¿qué te imaginas que habrá hecho José para que su amo lo mirara tan favorablemente?
“Así, si comen, o beben, o hacen otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios” (1 Cor. 10:31). Por ende, al trabajar, administrarnos económicamente o cualquier otra cosa que hagamos, debemos hacerlo todo para la gloria de Dios. Él es quien nos da el conocimiento y la fuerza para triunfar en la vida. “Señor, tuya es la magnificencia, el poder y la gloria, la victoria y el honor, porque todo lo que está en los cielos y en la tierra es tuyo. Tuyo, Señor, es el reino; tú eres excelso y soberano sobre todos. Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todos. En tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano está engrandecer y dar poder a todos” (1 Crón. 29:11, 12). ¿Cuáles son los principios que sigues, no solo en el trabajo, sino en la vida en general? ¿Qué cambios necesitas hacer posiblemente?
Jueves 23 de febrero
BUSCAR CONSEJOS PIADOSOS
Hay decenas de gurús seculares sobre el manejo del dinero, pero Dios nos advirtió que no los consultáramos para la administración de los bienes que él nos ha confiado. “Dichoso el hombre que no anda en el consejo de los malos ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en silla de burladores. Antes en la ley del Señor se deleita, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, su hoja no cae, y todo lo que hace prosperará” (Sal. 1:1–3). De modo que la persona que se deleita en la Ley del Señor (la Ley, aquí, podría entenderse más ampliamente como la Palabra de Dios) será bendita. ¿Tan sencillo es eso? Y prosperará: tendrá éxito.
- Lee Proverbios 3:5 al 8. ¿Cómo aplicamos este principio en nuestras cuestiones financieras básicas?
El consejo bíblico nos brinda elementos muy valiosos para seguir:
- Organízate. Desarrolla un plan de gastos (Prov. 27:23, 24). Muchas familias simplemente viven con lo justo, apenas les alcanza para llegar a fin de mes. Sin un plan sencillo para ganar, gastar y ahorrar, la vida es mucho más estresante.
- Gasta menos de lo que ganas. Decide vivir dentro de tus posibilidades (Prov. 15:16). Muchas familias de países occidentales realmente gastan más de lo que ganan. Esto solo es posible gracias a la disponibilidad de crédito y débito. Muchos problemas atormentan a los que están endeudados.
- Ahorra una parte de cada período de pago (Prov. 6:6–8). Ahorramos para hacer compras más grandes en el futuro y para hacernos cargo de gastos no planificados, como accidentes o enfermedades. Algunos ahorros se pueden utilizar para planificar el momento en que, debido a la edad avanzada, ya no podamos trabajar.
- Evita las deudas como a la COVID-19 (Prov. 22:7). Los intereses son un gasto del que se puede prescindir. Una persona o una familia que vive con deudas, es decir, con dinero prestado, en realidad vive hoy con dinero que espera ganar en el futuro. Si se produce algún cambio en la vida, puede resultar en un grave aprieto económico.
- Sé un trabajador diligente. “El perezoso desea mucho, y nada alcanza; pero los diligentes serán prosperados” (Prov. 13:4).
- Sé fiel a Dios, en lo financiero (Deut. 28:1–14). Ninguna familia puede darse el lujo de vivir sin la bendición de Dios.
- Recuerda que esta Tierra no es nuestro verdadero hogar. Nuestra forma de administrarnos dice mucho acerca de cuáles son nuestras prioridades (ver Mat. 25:14–21).
Viernes 24 de febrero
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
“No puede ser perfecto o completo ningún proyecto de negocios o plan de vida que abarque únicamente los breves años de la vida actual y no haga provisión para el futuro eterno. […] Nadie puede acumular tesoro en el Cielo sin descubrir que de esa manera se enriquece y ennoblece su vida en la Tierra” (Ed 144, 145).
“El cimiento de la integridad comercial y del verdadero éxito es el reconocimiento del derecho de propiedad de Dios. El Creador de todas las cosas es el propietario original. Nosotros somos sus mayordomos. Todo lo que tenemos es depósito suyo para que lo usemos de acuerdo con sus indicaciones” (Ed 137). Debido a la presión de mantener a nuestra familia, muchas veces pensamos que nuestro trabajo es simplemente para proporcionar un ingreso. Pero, como cristianos, también se nos plantea hacer nuestra parte en la Gran Comisión que Jesús les dio a todos sus seguidores. Después de citar esta Comisión según se encuentra en Marcos 16:15, Elena de White escribió: “No quiere decir esto que todos sean llamados a ser pastores o misioneros en el sentido común de la palabra; pero todos pueden ser colaboradores con él para dar las ‘buenas nuevas’ a sus semejantes. Se da la orden a todos: grandes o chicos, instruidos o ignorantes, ancianos o jóvenes” (Ed 264).
“Es necesario que sigamos más estrictamente el plan de vida de Dios. Esmerarnos en hacer el trabajo que tenemos más a mano, encomendar nuestros caminos a Dios y estar atentos a las indicaciones de su providencia son reglas que aseguran el logro de una buena ocupación” (Ed 267).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- Como cristianos, ¿cómo definimos lo que es una vida “exitosa”? ¿Cuál podría ser la diferencia entre lo que el mundo define como éxito y cómo deberíamos definirlo nosotros (idealmente)? Tomemos, por ejemplo, a Juan el Bautista. ¿Cómo definirías su vida, que terminó ignominiosamente en una prisión y en la muerte, todo, por el capricho de una mujer malvada? ¿Lo llamarías exitoso? ¿Qué razones puedes dar para tu respuesta?
- ¿Cómo explicamos el hecho de que hay muchas personas muy “exitosas” que no siguen ninguno de los principios bíblicos sobre el manejo de la riqueza o la vida en general? ¿O qué sucede con aquellos que intentan seguir esos principios y, sin embargo, no logran el objetivo? Tal vez se enfermen o les sobrevenga una calamidad. ¿Cómo debemos entender estas situaciones?