Escuela Sabática Texas USA Lección 7: A uno de estos mis hermanos pequeños – Sábado 18 de Febrero de 2023

Aunque sabemos muy poco del joven rico que se acercó a Jesús una noche, su historia debió de impresionar mucho a los discípulos. Su breve encuentro con Jesús se relata con pocas variaciones en tres de los Evangelios (Mateo 19:16-22, Marcos 10:17-22 y Lucas 18:23).

Parece obvio que el joven tenía un corazón egoísta y orientado a las obras con la pregunta que le hizo a Jesús. Quería saber qué podía HACER ÉL para heredar la vida eterna, como si hubiera algo que pudiéramos hacer por nuestra cuenta para asegurar nuestra salvación.

Jesús insistió en la importancia de guardar los Mandamientos, e incluso mencionó algunos del Decálogo. La rápida afirmación del joven rico de que ya los cumplía, y que lo había hecho desde su juventud, fue una señal para Jesús de dónde se encontraba el verdadero problema.

Jesús le aconsejó entonces que vendiera todas sus posesiones y viniera a seguirle, en esencia, que se convirtiera en uno de sus discípulos más cercanos. Desgraciadamente, el joven gobernante no reconoció el valor de la invitación de Jesús y se apartó de lo que le habría dado lo que necesitaba para salvarse. Sus riquezas significaban más para él que la oportunidad de seguir al Hijo de Dios y servir a los demás de manera significativa.

Jesús había dicho a sus discípulos que era posible para Dios que la gente rica se salvara, pero la conversión de Zaqueo les mostró de primera mano que esto era cierto. El Espíritu Santo de Dios había estado hablando al corazón de cierto recaudador de impuestos de la ciudad de Jericó, llamado Zaqueo.

Al igual que el joven rico, Zaqueo quería ver a Jesús por sí mismo, después de oír que el predicador itinerante era un maestro tan sabio y que la gente acudía en masa a escucharle. Zaqueo también quería saber cómo podía conseguir la vida eterna. ¿Qué hacía falta para convertirse en un verdadero seguidor de Dios? Esperaba que Jesús tuviera la respuesta a sus preguntas.

Parecía evidente que el encuentro de Zaqueo con Jesús no fue casual. Después de todo, Jesús se detuvo justo debajo del árbol al que Zaqueo se había subido y se invitó a sí mismo a la casa de este recaudador de impuestos socialmente inaceptable, incluso despreciado.

Zaqueo entonces, sorprendentemente, sin que siquiera se lo pidiera, se ofreció a devolver cuatro veces toda la riqueza que había tomado injustamente, y además daría la mitad de su riqueza restante a los pobres. El hecho de hacerlo de buen grado, sin que nadie se lo pidiera, era señal inequívoca de que en el corazón del rico Zaqueo se había producido una verdadera conversión.

Radio Adventista
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