Lección 6 Edición Maestros: – Entendiendo el sacrificio – Para el 10 de Mayo de 2025, (2do Trimestre)

EL SÁBADO ENSEÑARÉ…

RESEÑA

Texto clave: Apocalipsis 5:9.

Enfoque del estudio: Génesis 4:1-8; Isaías 53:1-12.

 

Introducción

El sacrificio ritual o cúltico de animales era una práctica corriente entre la mayoría de los pueblos del Antiguo Cercano Oriente, que lo consideraban un regalo dedicado a los dioses, alimento para las deidades a cambio de su ayuda.

La Biblia, sin embargo, da un significado radicalmente distinto al ritual del sacrificio, cuyo propósito es diametralmente opuesto al pagano. En el Antiguo Cercano Oriente, el sacrificio representaba un movimiento ascendente, desde la condición humana hacia la esfera divina. En la Biblia, por el contrario, representaba un movimiento descendente, desde Dios hacia los seres humanos. En el Antiguo Cercano Oriente, la deidad creaba a los humanos para que la sirvieran como esclavos y le proveyeran comida. En contraste, el Dios de la Biblia crea a los humanos y les provee alimento.

En esta lección estudiaremos el significado bíblico de los sacrificios, el cual depende del contexto literario en que aparecen. Los textos históricos y los legislativos tienden a describir los sacrificios como rituales, y así proporcionan el significado religioso y ético de dichos actos tal como los vivía el pueblo. En cambio, los textos proféticos y los poéticos tienden a centrarse en su significado espiritual y profético. Hemos elegido un texto típico de cada categoría: los sacrificios históricos de Caín y Abel, en Génesis 4, y el sacrificio profético del Siervo sufriente, en Isaías 53, para comprender mejor su respectivo significado.

 

COMENTARIO

La importancia religiosa y ética de los sacrificios

El primer acontecimiento explícito acerca de un sacrificio pone de relieve la oposición diametral existente entre Caín y Abel. Mientras que Caín toma su ofrenda solamente “del fruto de la tierra” (Gén. 4:3), Abel, en cambio, trae “también”, o “además”, de la ofrenda no animal, “de los primerizos de sus ovejas” (Gén. 4:4). El sacrificio de Abel, por lo tanto, está en conformidad con la instrucción bíblica, que requería, “además de” una ofrenda vegetal, el ofrecimiento de un animal para el holocausto (Éxo. 29:39-41). Teniendo en cuenta que Abel era “pastor de ovejas; y Caín, labrador” (Gén. 4:2), Caín, el hermano mayor, se enfrentó a un problema: necesitaba la ayuda de su hermano menor. El orgullo de Caín pudo haber influido en la elección de su sacrificio y en sus acciones posteriores.

El relato bíblico nos dice, pues, que “el Señor se agradó de Abel y de su ofrenda; pero no se agradó de Caín y de su ofrenda” (Gén. 4:4, 5). El texto bíblico no explica por qué Dios aceptó el sacrificio de Abel y no la ofrenda de Caín. Sin embargo, varios detalles del texto sugieren lo siguiente:

1. La primera preocupación de Dios es la persona que hace la ofrenda, como sugiere la siguiente traducción literal: “Dios miró con interés a Abel, por lo tanto [waw] a su ofrenda; pero no miró con interés a Caín, por lo tanto [waw] a su ofrenda”. Esta traducción indica que la razón por la que Dios rechaza o acepta la ofrenda reside principalmente en la condición espiritual de la persona que la ofrece, no en la ofrenda por sí misma (Miq. 6:7, 8; Isa. 1:11).

2. Mientras que Caín ofreció su ofrenda “al Señor”, Abel simplemente ofrece. La frase “al Señor” no aparece en relación con Abel. Mientras que Caín piensa en su ofrenda como su regalo a Dios, la atención de Abel se centra esencialmente en el significado del sacrificio en sí; es decir, en el regalo de Dios para él. Mientras que Caín ve su religión como un movimiento ascendente hacia Dios, Abel la entiende como un movimiento descendente desde Dios.

3. Mientras que Abel escogió de entre las bekorot, “los primerizos de sus ovejas”, los productos más preciados de la estación según la legislación mosaica (Éxo. 23:19), Caín tomó cualquier fruto de la tierra. La ofrenda de Caín era la expresión del esfuerzo humano dirigido a Dios, mientras que la ofrenda de Abel era la expresión de la necesidad humana de la salvación proveniente de Dios.

4. La ofrenda de Abel estaba relacionada con la promesa del Cordero mesiánico de Génesis 3:15, que sería sacrificado para salvar al mundo, mientras que la ofrenda de Caín era un ritual vacío e insignificante. Nótese que el mismo contraste aparece entre la vestimenta humana y la vestimenta provista por Dios (Gén. 3:7). Mientras que Adán y Eva utilizaron la planta que tenían a su disposición para cubrirse, Dios utilizó una vestimenta que implicaba un sacrificio animal (ver Gén. 3:21).

5. En última instancia, la ausencia de una conexión religiosa correcta de Caín con Dios alcanzó su clímax en su acto fratricida contra su hermano. Puesto que Caín se desconectó de Dios, perdió su conexión con su hermano.

El fratricidio ilustra cómo funciona el pecado. El pecado cometido contra el hermano deriva del pecado cometido contra Dios. Dios percibe esta relación entre lo religioso y lo ético cuando advierte a Caín: “Si haces lo bueno, ¿no serás acepto?” (Gén. 4:7). La frase “hacer lo bueno” se refiere, en primer lugar, al sacrificio correcto que Caín debía ofrecer; pero también a la lucha personal de Caín contra el mal y, más particularmente, a su relación con su hermano. El verbo hebreo teytib, “hacer bien”, tiene una fuerte connotación ética. El mismo verbo es utilizado por Jeremías para describir la relación deseada entre “el hombre y su prójimo” (Jer. 7:5).

Es interesante observar que el discurso de Jeremías a Israel conecta el mismo tema de la vida religiosa con la ética. Después de una larga lista de delitos (robar, mentir, adulterar, etc.), el profeta se enfrenta al pueblo, del cual Dios dice lo siguiente por medio del profeta: “Vienen a mí en esta casa que lleva mi nombre y dicen: ‘Estamos seguros’ ” (Jer. 7:10). Este llamamiento ha resonado mediante muchos otros profetas que han subrayado el rechazo divino de estos sacrificios. Miqueas, en particular, insiste elocuentemente en la inutilidad de tal religión: “¿Se agradará el Señor de millares de carneros o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mi seno por mi pecado? Hombre, el Señor te ha declarado qué es lo bueno y qué pide de ti: solo practicar la justicia, amar la bondad y andar humildemente con tu Dios” (Miq. 6:7, 8).

Uno de los pasajes bíblicos más poderosos respecto del significado profético de los sacrificios es el cántico de Isaías acerca del Siervo Sufriente, presentado como una víctima sacrificial. Isaías predice allí el ministerio sacrificial de Jesucristo. De hecho, la idea central del pasaje es el sufrimiento y la muerte del Siervo con fines expiatorios. Esta idea aparece en ocho de los doce versículos (Isa. 53:4-8, 10-12).

También se intensifica en la sección central de Isaías 53 (vers. 4-6) y se describe con términos y motivos tomados directamente del mundo levítico. El Siervo es comparado con un cordero listo para el sacrificio (Isa. 53:7; comparar con Lev. 4:32; 5:6; 14:13, 21; etc.). La forma pasiva, uno de los rasgos más característicos del estilo levítico, es más prominente en Isaías 53. Se usa 16 veces en el texto; 12 de ellas en nifal, la forma técnica del “veredicto declarativo” sacerdotal, que normalmente se usa en relación con los sacrificios. Esta intención religioso-cultual se confirma además por las siete referencias al “pecado”, que abarcan los tres términos técnicos (pesha’, ‘awon, jet’): “Pero él fue herido por nuestras rebeliones [pesha’], molido por nuestros pecados [‘awon]; […] Pero el Señor cargó sobre él el pecado [‘awon] de todos nosotros. […] Él llevó el pecado [jet’] de muchos” (Isa. 53:5, 6, 11, 12).

Un versículo en particular revela el proceso levítico de expiación: “Con su conocimiento mi Siervo justo justificará a muchos, y llevará las iniquidades de ellos” (Isa. 53:11). La palabra “conocimiento” (da‘at) remite al versículo 3, donde la misma raíz que designa la acción de “conocer” (yada’) es utilizada para caracterizar al Siervo como un hombre “experimentado” en el sufrimiento. El versículo explica que es a través de este conocimiento o experiencia del sufrimiento como el Siervo “justificará”. La siguiente frase explica la operación implícita en el verbo “justificar”: “Llevará las iniquidades de ellos” (Isa. 53:11). Al cargar con las iniquidades ajenas, el Siervo podrá hacer justos a muchos. El versículo siguiente utiliza de nuevo la palabra “muchos” y confirma que estos son el objeto del verbo “justificar”. Por lo tanto, el Siervo “llevó el pecado de muchos” (Isa. 53:12).

Este lenguaje y su asociación de ideas son bastante familiares en el contexto bíblico, sugiriendo que el Siervo hace las veces de la ofrenda sacrificial que en el sistema levítico cargaba con el pecado y, por lo tanto, hacía así posible la justificación y el perdón por parte de Dios: “Y si trajere un cordero de ofrenda por el pecado, […] Pondrá su mano sobre la cabeza de la víctima […] y el sacerdote expiará el pecado [jet’] cometido y quedará perdonado” (Lev. 4:32-35). El fuerte acento cultual de este texto sostiene la idea de que el Siervo Sufriente desempeña el papel de un sacrificio vicario o expiatorio al ocupar el lugar del pecador a fin de proporcionarle el perdón.

 

APLICACIÓN A LA VIDA 

El sacrificio de Dios para tu salvación. Lee Filipenses 2:7. Reflexiona acerca de la expresión “se despojó de sí mismo”. ¿Cómo se aplica la disposición de Dios a convertirse en “nada” a tu relación con tu prójimo o tus familiares? ¿Hasta qué punto estás dispuesto a convertirte en nada, a “vaciarte” en favor del progreso de tu colega o el crecimiento de tu hijo?

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