Tenemos una idea del tipo de resurrección que se espera en estos versículos del Antiguo Testamento…
- Job 19:26-“después de que esta piel sea destruida… en mi carne veré a Dios” (domingo)
- Salmo 49:15-“Pero Dios redimirá mi alma del poder del sepulcro…” (lunes)
- Salmo 71:20-“Tú… me revivirás, y me harás subir de las profundidades de la tierra” (martes)
- Isaías 26:19-“Tus muertos vivirán; junto con mi cuerpo muerto se levantarán…” (miércoles)
- Daniel 12:2-“Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán…” (jueves)
Los patriarcas y profetas de la antigüedad tenían una fe total en su Dios, que los creó de la nada. Esperaban el día en que sus cuerpos mortales resucitaran y recibieran unos inmortales, como Dios pretendía para ellos cuando comieron del árbol de la vida en el Jardín.
Sabían que Dios tenía el poder de restaurar la vida. Así como los había creado de la nada en el principio, algún día los resucitaría de la tumba y los volvería a crear con cuerpos nuevos, para que pudieran disfrutar de la eternidad con Él.
Texto de memoria: “Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, ofreció a Isaac. El que recibió las promesas estaba dispuesto a ofrecer a su único hijo… Consideró el hecho de que Dios es capaz incluso de resucitar a alguien de entre los muertos y, hablando en sentido figurado, lo recibió de nuevo”. Hebreos 11:17, 19 NRSV
Abraham estaba familiarizado con el concepto de la resurrección. Tenía fe en que Dios resucitaría a Isaac de entre los muertos. Por supuesto, no estaba seguro de cuándo, por lo que fue realmente un sacrificio y un acto de fe lo que le hizo estar dispuesto a entregar a su hijo más querido.
Cuando un ángel de Dios fue enviado para detenerlo en el último momento, Abraham debió sentir que recuperaba figurativamente a su hijo del borde de la muerte. Su sacrificio, aunque no se llevó a cabo, les enseñó figurativamente cómo se sentiría el sacrificio del Hijo de Dios para el Padre.
Qué bendición fue para Abraham tener la esperanza de una resurrección que le diera valor para llevar a cabo la terrible tarea que Dios le había pedido.
