Una diferencia principal en la nación Israel de sus vecinos fue que fue gobernado solo por sacerdotes, que representaban a Dios. Al principio era una verdadera teocracia, no una monarquía con un potente humano … hasta que eligieron tener a Saúl como su rey.
Para ser como otras naciones a su alrededor, Israel pensó que tener un monarca, un gobernante supremo, sería un beneficio. Dios les advirtió lo contrario, sin embargo. Incluso describió los detrimentos de tal gobierno. Tendrían reclutas a sus hijos, hijas y sirvientes para servir en el ejército o en el palacio, y tendrían sus tierras incautadas y gravadas. Además, sería una decisión permanente, una que Dios no revertiría para ellos.
A pesar de la solemne advertencia, Israel eligió tener a su rey. A partir de ese momento, encontraron problemas tras problemas, dependiendo únicamente del carácter de sus líderes elegidos. Al igual que Adán y Eva vieron después de la caída, Israel experimentó más maldiciones que bendiciones para la elección imprudente que habían hecho.