Con el arca del pacto a la cabeza, ya se habían llamado la atención del pueblo de Dios tres memoriales. Dentro del arca estaban estos tres monumentos:
- las tablas que contienen los Diez Mandamientos,
- la vara de Aarón que había sido usada en muchos milagros,
- y la vasija de maná que simbolizaba el cuidado continuo de Dios mientras vagaban cuarenta años por el desierto desierto.
Dios tenía formas muy específicas de entrenarlos para seguir adelante en su peligrosa conquista de Canaán. Su programa de entrenamiento básico era simbólicamente espiritual. Incluía muchas de las mismas ceremonias sagradas de preparación que los sacerdotes necesitaban para ministrar en los lugares santos y más santos del santuario. Para trabajar con un Dios tan santo y por una causa tan santa, necesitaban lavar sus ropas y cuerpos y ofrecer sacrificios a Dios con oración por Su protección.
Nosotros, como ellos, debemos dejar a un lado nuestros pecados y eliminar todas las impurezas que puedan obstaculizar nuestro trabajo para Dios. Necesitamos una abundancia de preparación y discernimiento espiritual hoy, mientras esperamos con anticipación nuestro paso al hogar celestial que Dios ha prometido que será nuestro a Su regreso. También nosotros podemos presenciar, en nuestra vida, milagros tan memorables como el cruce del Jordán.




