Se nos dice que Abel era pastor y Caín era agricultor. Ambas eran ocupaciones necesarias y honorables, ya que se reconoce que el alimento y el vestido son dos cosas necesarias para la supervivencia.
El cuidador de ovejas debe ser paciente y compasivo en su trato con el rebaño. Abel, sin duda, tenía estas cualidades. Y el jardinero también debe mostrar paciencia y trabajar duro para que la tierra produzca sustento. Caín debía ser más apto para esta línea de trabajo.
Al principio, podríamos tender a ver las ofrendas de los hermanos como un mero reflejo del trabajo que habían elegido para su vida. Caín ofreció lo mejor de su producción y Abel trajo el primogénito de su rebaño. Dios había prescrito la ofrenda del cordero para representar nuestro perdón de los pecados, pero también había lugar para dar las primicias de la tierra para expresar el agradecimiento por las abundantes bendiciones de Dios.
La razón por la que Dios aceptó la ofrenda de Abel ha sido revelada como una indicación de que Abel era más justo que Caín (Hebreos 11:4). Debe haber habido algún pecado problemático y no perdonado en la vida de Caín que hizo que su ofrenda fuera rechazada. La airada reacción de Caín ciertamente verifica esta suposición.