Escuela Sabática Texas USA Lección 13: Permanezca el amor fraternal – Sábado 26 de Marzo de 2022

Los dos versículos siguientes, Hebreos 13:4, 5, son un cambio de lo que debemos hacer a las cosas que no debemos hacer. Las dos cosas que se mencionan, la indecencia sexual y el egoísmo codicioso, son tentaciones muy comunes que enfrentamos casi todos los días. Ambas están relacionadas con la codicia, con desear algo o a alguien más de lo que deberíamos.

Nuestra cultura se alimenta de estos deseos malsanos hoy, como lo ha hecho a lo largo de la historia. Los medios de comunicación nos bombardean con continuas tentaciones para alimentar nuestros deseos de manera impía.

Efesios 5:3-5 y Colosenses 3:5 amplían la naturaleza de estas tentaciones abrumadoras. La inmoralidad sexual, que incluye las bromas groseras y el lenguaje soez, se considera definitivamente impura a los ojos de Dios. Y la codicia egoísta, que puede ser simplemente dar demasiado valor a nuestras posesiones materiales, se considera idolatría. Nos hace elevar las cosas por encima de Dios. Estamos adorando nuestras posesiones en vez de a Dios, como si fueran ídolos.

La mayoría de los versículos restantes de Hebreos 13 se refieren a nuestra relación con los líderes religiosos. El versículo 7 dice que debemos recordarlos, refiriéndose a los fundadores de la iglesia que les llevaron la palabra de Dios. Como dice el versículo 17, debemos obedecer sus consejos y ser sumisos, o respetuosos, con los subpastores, que sirven al rebaño de Jesús.

Estos líderes incluirían a los héroes de la fe del capítulo 11 y a Jesús, nuestro máximo ejemplo de fe, como se ve en el capítulo 12. Cualquier persona encargada de nuestro bienestar espiritual merece también nuestro respeto. Debemos hacer todo lo posible para que el servicio de los dirigentes de la iglesia sea un gozo, y no una pena (Hebreos 13:17).

Nuestra relación con los líderes de la iglesia será un gozo cuando combine el cuidado fiel de los líderes y la confianza respetuosa de los miembros de la iglesia. Debemos hacer todo lo posible para que nuestra experiencia en la iglesia con los líderes sea agradable y provechosa. La iglesia crecerá en número, pero sobre todo en espiritualidad, cuando esto ocurra.

Criticar al liderazgo se convierte con demasiada frecuencia en un hábito. No debemos ignorar las ofensas flagrantes, pero tampoco debemos buscar formas de condenar o atacar su servicio. Recordar que los líderes son humanos, que cometen errores como el resto de nosotros, puede ayudarnos a apoyarlos en lugar de criticarlos. Nuestra cuidadosa atención a esto hará que la iglesia sea una herramienta más eficaz para llegar a los demás.

Radio Adventista
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