Escuela Sabática Texas USA Lección 11: Anhelo de más – Sábado 11 de Septiembre de 2021

Nuestra cultura moderna se aparta naturalmente de las historias que implican la matanza de animales inocentes y otros rituales. Pero el propósito de Dios era sacarlos del estilo de vida pagano e idólatra que formaba parte de su vida en Egipto. Tenga en cuenta que era una práctica habitual sacrificar seres humanos en estos servicios paganos. Matar a un animal debió parecer muy suave en comparación con esa costumbre bárbara.

Los israelitas de la época de Moisés entendieron las lecciones que enseñaba el sistema de sacrificios. El sistema que Dios instituyó en esa época les recordaba el precio que su propio y querido Hijo iba a pagar por sus pecados. El derramamiento de la sangre de un cordero inocente era entendido por todos como conectado con el sacrificio del Mesías por nuestras transgresiones. Conocían la conexión de la sangre con su expiación ante Dios (Levítico 17:11).

El segundo encuentro en el patio del tabernáculo era el lavatorio. El agua también tenía un significado espiritual, enfatizando nuestra necesidad de limpieza del pecado. Cuando Jesús acudió a Juan el Bautista para que lo bautizara, éste reconoció inmediatamente la conexión entre su primo y la obra del Mesías. Dijo: “¡Mira! El Cordero de Dios que quita los pecados del mundo”. (Juan 1:29).

Familiarizarse con los símbolos que se encuentran en la literatura del Antiguo Testamento es esencial para que podamos comprender plenamente el significado de los símbolos que Dios sigue utilizando a lo largo del Nuevo Testamento. Además, profundizan nuestra comprensión del plan de salvación.

Uno de los muy malos ejemplos que vemos en la historia de Moisés fue la falta de fe que mostraron los hebreos cuando llegaron por primera vez a Canaán y se negaron a entrar. Su elección les llevó a pasar cuarenta años más en el desierto, el tiempo necesario para que los infieles murieran y sus hijos ocuparan su lugar.

Si hubieran seguido el mandato de Dios de reclamar su tierra cuando llegaron allí por primera vez, habrían encontrado el tipo de descanso que Dios quería para ellos mucho antes. Desgraciadamente, continuaron yendo y viniendo en su compromiso de seguir a Dios, y el precio de su inconsistencia fue muy alto.

Es evidente que existe una fuerte conexión entre el descanso y la fe. Sólo podemos entrar en el descanso de Dios cuando creemos y tenemos fe en la Persona que lo da. Cuando nuestra fe no se ve fortalecida por la confianza y la obediencia, hemos elegido la rebelión, al igual que aquellos desobedientes en tiempos de Moisés (Hebreos 4:11).

Sigue habiendo un dulce descanso en Jesús. El tipo de descanso del día de reposo que viene de ser salvado por la gracia y no por las obras.

Radio Adventista
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