Escuela Sabática Texas USA Lección 10: Templanza en el crisol – Sábado 3 de Septiembre de 2022

Uno de los ejemplos más destacados de intercesión fue cuando los hijos de Dios construyeron un becerro de oro y comenzaron a adorarlo mientras Moisés recibía los Diez Mandamientos en el Monte Sinaí. Nos horroriza la ingratitud del pueblo tan poco tiempo después de su milagrosa liberación de la esclavitud egipcia. Véase Éxodo 32:1-14.

Es comprensible que Dios también estuviera enojado por su comportamiento desleal y despreciable. El culto pagano era notoriamente vil y sexual. Seguramente Dios estaba justificado en su oferta de destruirlos y empezar de nuevo, convirtiendo a Moisés en el padre de un nuevo pueblo para recibir al Mesías.

Sin pensar en sí mismo, Moisés suplicó a Dios que perdonara al pueblo y permitiera que los hijos de Abraham vivieran y crecieran, como Dios siempre había prometido. Dios cedió y siguió mostrando su gracia a los israelitas en numerosas ocasiones a lo largo de las generaciones siguientes.

Esto había sido una prueba para Moisés para ver si podía ser un líder tan indulgente y paciente como Dios necesitaba que fuera. Y nos mostró la necesidad de tener gracia, incluso cuando menos nos apetece hacerlo. No era la primera vez que Moisés necesitaba una compasión llena de gracia al tratar con un pueblo tan obstinado y de cuello duro. Pero sus experiencias han impactado a muchos de nosotros, mostrando cómo podemos y debemos sentirnos hacia aquellos que no merecen en absoluto la gracia.

Para amar de verdad a los demás y ser humildes, debemos ser capaces de amar incluso a los más indignos. Para Dios, esto significa amar a todo el mundo; porque, de una manera u otra, todos somos indignos y difíciles de amar. Al amarnos, podemos llegar a ser amables. Esa es la parte milagrosa.

Dios hace esto mirando lo que podemos llegar a ser, no sólo lo que somos. Todos hemos herido a Dios en alguna medida; pero, como señaló Jesús en Mateo 5:45, Él hace que el sol brille y la lluvia caiga sobre todos nosotros. Sus misericordias están ahí para todos, incluso para el pecador más despreciable que podamos imaginar.

El Sermón de la Montaña revela las muchas maneras en que debemos mostrar nuestro amor. Este tipo de amor divino va más allá de los sentimientos, por muy genuinos que sean. Se extiende a nuestras acciones, que también deben estar presentes. Nuestras acciones cuentan.

En Mateo 5:48 se nos dice que seamos perfectos. Esto significa mostrar un amor perfecto, como lo describe Jesús en este Sermón. Cuando el amor de Dios llena nuestros corazones, nos volvemos perfectos, perfectamente amados y capaces de compartir ese amor con los demás. Sólo a través de la mansedumbre y la humildad se puede lograr esto.

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