Dios creó todas sus criaturas con la dádiva del libre albedrío. Ama y trata con justicia todas sus criaturas y concedió a ellos la libertad de elegir, relacionarse con Él con la respuesta del amor espontáneo revelado en la aceptación de su voluntad y de la obediencia a los principios de su Reino.
Con la caída de Adán, Dios reveló su plan de salvación y restauración. El amor y la justicia de Dios se revelan en la superabundancia de este plan. Bajo el dominio del pecado todos son invitados y confrontados con su libertad de elección. El Reino de Dios está fundamentado en el amor y en la justicia, atributos que piden una decisión y una elección. (2 Pedro 3:13)