Escuela Sabática Texas USA Lección 1: En el crisol con Cristo – Sábado 2 de Julio de 2022

¿Cuáles son estas sendas de justicia, o caminos rectos, de los que se habla en el Salmo 23:3? No importa cómo se traduzca, la palabra “caminos” está en plural, lo que significa más de uno. Como en cualquier viaje por carretera, sólo necesitamos un vehículo, pero hay varias rutas para llegar a nuestro destino. Veremos diferentes puntos de interés a lo largo del camino, dependiendo de la ruta que tomemos.

La lectura de todo el Salmo 23 nos da una idea de algunas de las cosas que podemos ver en nuestro viaje. Por supuesto, habrá momentos en los que tendremos hambre y sed, y Dios conoce los mejores lugares para detenerse a comer y beber. También habrá momentos de peligro. Un accidente en el camino puede hacer que nos desviemos. Puede ser el accidente de otro vehículo, o quizás uno en el que estemos directamente implicados.

El camino que probablemente sea más desagradable e inesperado es aquel en el que nos enfrentamos a un enemigo. Lo más probable es que se trate de un ladrón o de alguien que quiere hacernos daño. A menudo, nos roban algo más que nuestras posesiones materiales. Nuestras emociones pueden sufrir pérdidas, dejándonos dolorosamente marcados e indefensos en este camino. Afortunadamente, Dios también provee para lidiar con nuestros enemigos.

Debemos considerar por qué estos caminos son llamados justos. Lo más probable es que sea porque…

  • Nos llevan al destino correcto
  • Nos mantienen en armonía con la Persona correcta-el Pastor
  • Nos entrenan para ser personas correctas, o justas
  • Nos dan el testimonio correcto de Dios para compartirlo con los demás

El valle del que se habla en el Salmo 23 se llama “el valle de la sombra de la muerte” (Salmo 23:4). Todo el mundo se encontrará en este lugar oscuro muchas veces a lo largo de su vida. Todos moriremos, por lo que afecta incluso a los más fieles de Dios.

Ya sea la muerte de un ser querido o cuando nos acercamos a nuestro propio fallecimiento, es un momento en el que la presencia de Dios es definitivamente necesaria. Un momento en el que Dios promete quitarnos el miedo, proporcionándonos consuelo, lo que nos ayudará en nuestras horas más oscuras.

Existe, por supuesto, la posibilidad de que estos tiempos oscuros nos hagan dudar de la presencia de Dios. No sentiremos que Él está con nosotros. Hemos llegado a asociar a Dios con la luz. Cuando esa luz parpadea, o incluso se apaga, no es de extrañar que nos preguntemos si Dios sigue estando ahí para nosotros. En el Calvario, Jesús mismo preguntó, mientras la oscuridad se extendía por toda la tierra: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mateo 27:45, 46).

Es importante recordar que Dios no creó ese oscuro valle de la muerte. No era Su voluntad que nadie experimentara ese destino. Sin embargo, nos ha enviado un Pastor para que nos guíe fuera de nuestro lugar oscuro, de vuelta a la luz. Ya sea la luz que aún se encuentra en esta tierra, o la luz brillante de la eternidad, donde nunca más dudaremos de Su presencia.

Radio Adventista
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