Esta semana se nos recomendó la lectura de un segundo pasaje bíblico: Romanos 12:18-21. Podríamos preguntarnos por qué un nuevo cristiano, que intenta “vivir en paz con todos los hombres” y no “dar lugar a la ira”, puede encontrarse con enemigos. Seguramente, a muchos de nosotros nos sorprende que esto ocurra. Pero no importa cuánto tiempo hayamos tratado de amar y servir a los demás, en algún momento encontraremos que tenemos enemigos que nos inquietan y sacuden nuestra fe.
Nuestra reputación sin mancha tiene el potencial de crear celos y resentimiento en otros. ¿Cómo espera Dios que manejemos estas relaciones desagradables? Tal como Pablo citó a los romanos en Proverbios 25:21, 22, debemos vencerlas con el bien. Y Jesús definió más específicamente en el Sermón de la Montaña lo que eso significa (Mateo 5:44).
¿Cómo podemos encontrar la fuerza para amar, bendecir y rezar por nuestros enemigos? Parece demasiado pedir cuando realmente nos sucede. ¿Cómo podemos seguir seriamente a nuestro Pastor y amar a nuestros enemigos como Él lo hizo?
Volviendo al Salmo 23:5 encontramos la respuesta. Él nos prepara una mesa CON nuestros enemigos. Cenamos juntos con el Dios del universo, rodeados de su bondad, con una copa que rebosa de bendiciones. Nos unge con su Espíritu Santo, que nos capacita para amar a los que parecen más antipáticos.
Una de las razones por las que el Salmo 23 es tan popular es la promesa de Dios al final. Él promete no sólo estar con nosotros ahora, lo cual es reconfortante en sí mismo, sino que estaremos con Él… para siempre. Se nos garantiza que Dios está en control de nuestro presente y futuro. Podemos llegar a nuestro hogar definitivo (“la casa del Señor”) si seguimos su guía, con su fuerza y su consuelo a lo largo del camino.
“Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán” nos dice que Dios (que encarna la bondad y la misericordia) no sólo estará con nosotros, sino que hará mucho más. El verbo “seguir” utilizado en esta promesa también se emplea en otros casos en los que el seguimiento es más bien una persecución (Génesis 14:14, Josué 10:19 y 1 Samuel 25:29). Así que lo que este versículo nos dice es que Dios no sólo nos sigue, sino que nos persigue activamente.
Con esta clase de Pastor, las ovejas pueden estar seguras de que sus vidas están siendo vigiladas y mantenidas de cerca. Él no abandonará su rebaño. Pueden saber que Él va a estar allí cuando lo necesiten. Su amor está siempre disponible.