Como verdadero Amigo, Dios nos ofrece múltiples bendiciones y oportunidades cuando deseamos una relación con Él. A través del pacto, Él nos proporciona una manera de reparar lo que se perdió en el Jardín del Edén.
El pacto básicamente nos dice que Dios nos salva del pecado. Nuestro único requisito es responder cuando Dios nos llama. Al igual que Adán y Eva respondieron cuando Dios fue a buscarlos al Jardín después de su caída. Dios incluso hace posible que lo busquemos. Él siempre está listo, dispuesto y capaz de venir a nuestro lado y vincularse con nosotros.
Incluso si la vida eterna parece estar más allá de nuestro alcance de fe, ciertamente podemos apreciar los beneficios de conocer a Dios sólo en esta vida presente. La felicidad, el amor, la paz, la esperanza y el propósito llegan a nuestra vida y crecen a medida que conocemos y nos parecemos más a nuestro Dios Creador.
Su misericordia es eterna. Y es por eso que Él quiere pasar una eternidad con nosotros. Él no quiere que nuestra relación termine. Estamos destinados a vivir eternamente con Dios. Cuanto más cerca estamos del final de la vida, más claramente vemos estas cuestiones y apreciamos lo que la eternidad nos ofrece. La esperanza de tener una vida eterna es quizá la bendición más dulce de todas. Nada tiene que llegar a su fin, cuando nuestra fe nos permite creer en la inmortalidad otorgada al pueblo de Dios en la resurrección.