Dios le dio al Profeta Oseas una tarea muy inusual. Le dijo que se casara con una prostituta, dándole conocimiento de primera mano de cómo Dios se sentía sobre su pueblo, que había sido infiel a lo largo de los años al tomar las prácticas idólatras de las naciones circundantes. Varias veces, la esposa ramera de Oseas se desvió, abandonándolo. Pero se le dijo a Oseas que la encontrara y continuara los esfuerzos para recuperar su afecto.
Las profecías en el Libro de Apocalipsis hablan de una ramer a, una con la que los reyes de la Tierra cometen forni-cación (Apocalipsis 17: 1-2). Hasta el final de la libertad condicional, cuando llega el momento de que Jesús regrese en nubes de gloria, se encontrará a Dios llamando a su pueblo infiel, implorándoles que regresen a él (Apocalipsis 18: 4). Al igual que Oseas lo hizo por su esposa rebelde.
Cada vez que nos alejamos de nuestra relación con Dios con la esperanza de encontrar nuestras propias respuestas a nuestros problemas, estamos en peligro de cometer forni-cación espiritual. Pero la historia de Osea nos asegura que Dios hará todo en su poderoso poder para recuperarnos.