La metáfora conyugal o matrimonio nos presenta una imagen del tipo de relación que podemos tener con Dios. Es uno de servicio desinteresado y voluntario y amor, con la ventaja adicional de comunicación que permite que nuestra relación crezca y florezca.
Mientras leemos sobre varias historias de matrimonio que Dios nos ha proporcionado en las Escrituras, podemos comprender y apreciar más plenamente la relación que tenemos con nuestro creador, sabiendo que nosotros también estamos hechos a su imagen. Justo cuando Eva era parte de Adán, porque fue sacada de su costilla, podemos ser un compañero cercano para nuestro Padre en el cielo. Fuimos diseñados de esa manera.
Sin embargo, no debemos olvidar que la institución del matrimonio también está destinada a instruirnos cómo tratar a todos, especialmente a nuestro propio cónyuge y a nuestros hermanos y hermanas en la familia de la iglesia. Debemos pensar en todos como nuestro igual, y hacer todo lo posible para mantenernos conectados y subordinados con los demás. La humildad de este tipo no es solo algo que reservamos para Dios; Es una actitud que usamos en todas nuestras relaciones humanas.
