Asc. Metropolitana MX Lección 12: Las recompensas de la fidelidad – Sábado 25 de Marzo de 2023

Parece que la mayoría de nosotros no consideramos todo el valor de la vida eterna hasta que la muerte está ahí mismo, mirándonos fijamente, ya sea nuestra propia muerte o la de alguien a quien queremos profundamente. Pero no debemos esperar hasta entonces para valorar la recompensa de la vida eterna que Jesús ha prometido. Él pagó un precio muy alto para que pudiéramos tenerla, y la vida con Él debería ser nuestro mayor deseo, simplemente porque ES con Él.

Que gran recompensa en verdad. Podemos tener una existencia sin dolor y sin pecado que dure para siempre, simplemente eligiendo creer en Jesús, confiando en Su justicia para salvarnos, y obedeciéndole con cada onza de amor que podamos reunir. Debería ser una decisión fácil, ya que la única alternativa es la muerte eterna.

La muerte de Cristo en la cruz es nuestra mayor garantía de Su promesa de vida eterna. Él no habría llegado tan lejos para alcanzar nuestra recompensa, si no estuviera garantizado que la tendríamos. Y además, si sólo esta vida es todo lo que nos espera, la recompensa de servirle a Él se reduciría enormemente.

Este es un momento en el que no hay término medio. Las opciones que se nos dan sólo conducen a la vida o a la muerte. Nuestra decisión de seguir a Dios, dondequiera que Él nos guíe, requiere una elección momento a momento de vida eterna con Él, o muerte eterna lejos de Él.

Apocalipsis 21 es quizá el capítulo más hermoso de la Biblia, porque describe el lugar más hermoso del universo… la Nueva Jerusalén. Este hogar definitivo para los hijos de Dios nos atrae por muchas razones:

  • Así como Jesús “habitó con nosotros” cuando vivió aquí en la tierra por un tiempo como humano (Juan 1:14), moraremos con Él cuando venga a llevarnos a este hogar celestial que está preparando para nosotros (Apocalipsis 21:3). Disfrutaremos de una cercanía a Él mayor que cualquier cosa que hayamos podido experimentar en la tierra.
  • Dios se está encargando de todos los preparativos. No sólo está preparando un hogar para nosotros en el cielo (Juan 14:2, 3), sino que también nos está preparando para habitar en ese hogar (Apocalipsis 21:2). En otras palabras, Él se está encargando de empacar y desempacar para esta mudanza celestial. ¿Cómo podemos no amarlo por eso?
  • Se nos dice que allí no habrá lágrimas (Apocalipsis 21:4). Esto significa que la tristeza de cualquier tipo por cualquier razón no se sentirá más. Esta podría ser la mejor noticia de todas, y la razón por la que anhelamos estar en esa gloriosa ciudad.
Radio Adventista
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