Escuela Sabática Texas USA Lección 12: Las recompensas de la fidelidad – Sábado 25 de Marzo de 2023

Cuando Jesús se acercaba al final de su ministerio y abandonaba el templo, predijo que su amada estructura sería destruida algún día, sin dejar más que escombros. Los discípulos estaban tan perturbados por sus palabras que le preguntaron cuáles serían las señales cuando esto sucediera. Seguramente, para ellos, significaría el fin del mundo.

Jesús entonces les dio amplias señales tanto de las condiciones en que Jerusalén sería destruida, como de la proximidad de Su regreso al final mismo de la historia de la tierra. Las señales que se encontrarían en el mundo se describen en Mateo 24. Pero luego, el capítulo 25 se acerca más a casa, ya que revela cuál será la condición de la iglesia al final.

Este capítulo contiene tres parábolas sobre la preparación del pueblo de Dios en esos últimos días. La parábola de las vírgenes se centra en su condición espiritual, en la cantidad de aceite que tienen en sus lámparas. Pero la siguiente parábola sobre los talentos contenía información sobre lo que la iglesia estará haciendo en esos días críticos y finales.

Los buenos mayordomos estarían aprovechando al máximo los talentos que Dios les proveyó, y otros desperdiciarían los recursos de su Amo y no harían nada para hacer crecer la iglesia de Dios y difundir el evangelio. Dependía mucho de ellos aprovechar al máximo sus talentos, ya fueran dones de predicación o enseñanza, o dinero gastado en capacitar a otros para realizar esas importantes tareas.

El punto era que algún día Dios, el dueño y señor de la tierra (terrateniente) en esta historia, regresaría y vería cómo estaban usando sus provisiones. Este ajuste de cuentas ocurrirá en la Segunda Venida. Parte de nuestra preparación ahora incluye usar nuestros talentos, tiempo y dinero para preparar a otros para el evento.

Moisés, y muchos otros antes y después de él, han “escogido padecer aflicción con los hijos de Dios” (Hebreos 11:25). Esta aflicción se traduce a veces en sufrimiento real. A causa de su fe, Pablo experimentó palizas, apedreamientos, encarcelamientos, el terror de naufragar y la incomodidad del hambre y el frío (2 Corintios 11:24-33). ¿Cómo se soporta una aflicción tan tremenda?

En su carta a los Romanos, Pablo explica lo que le sostuvo durante aquellas penurias. Simplemente recordaba que era heredero de Dios, coheredero con Cristo. Nuestros sufrimientos de ahora no son nada comparados con la gloria que nos espera después de la muerte (Romanos 8:16-18). En otras palabras, no perdía de vista el premio (Filipenses 3:13, 14). Y así es como peleó “la buena batalla de la fe” (1 Timoteo 6:12).

Radio Adventista
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