Aqui entre Qui entre Nos. Lección 10 – El nuevo pacto – Un Programa pensado en los Maestros de E.S.

Al igual que Jeremías hablaba de un “nuevo” pacto, debemos preguntarnos por qué el libro de Hebreos lo llama un “mejor” pacto (Hebreos 8:6). La mejor respuesta a esta pregunta se encuentra también en Hebreos. En Hebreos 9:12 se menciona que la sangre de Jesús fue una mayor revelación del amor de Dios que los sacrificios de animales, que eran representaciones simbólicas del futuro acto de amor del Mesías.

En lugar de símbolos y tipos, el ministerio y la muerte del Mesías fueron más personales. Era una experiencia que necesitaba poca explicación. La vida y la muerte de Jesús coincidían con todas las profecías que se les habían dado, e ilustraba el amor de Dios de la manera más eficaz.

Los servicios del santuario eran una sombra del mensaje del Evangelio, pero Jesús era real y, por tanto, la mejor revelación de la voluntad de Dios para nuestro planeta (Hebreos 10:1).

Hebreos 9:11, 12 identifica al sacerdote del nuevo pacto. Es Jesucristo, que media por nosotros en el santuario celestial (llamado el “tabernáculo perfecto no hecho de manos”). El capítulo 8:6, 10 vincula este ministerio en los atrios de arriba con el pacto.

A través del sacrificio que Jesús hizo de sí mismo podemos ver claramente la misión del Mesías. Era redimir al mundo del pecado. Todos los que decidan servirle no experimentarán la muerte eterna. Él ha pagado el precio de nuestra redención sufriendo y muriendo en la cruz por nosotros. Este acto de amor lo califica para ser nuestro Sumo Sacerdote, el que trae amor y justicia al universo.

El velo entre el Lugar Santo y el Lugar Santísimo se rasgó en el templo de forma milagrosa de arriba abajo, mientras Jesús exhalaba su último aliento en la cruz (Mateo 27:50, 51). Las manos humanas no pudieron haber rasgado la cortina desde arriba. Sólo pudo venir de arriba.

El desgarro de las vestiduras es una práctica en Oriente Medio, y es un signo de dolor y/o ira, que ciertamente debe haber sido el sentimiento del Padre celestial cuando su Hijo dio el último sacrificio por nosotros. El rasgado de la cortina del templo indicaba el grave acontecimiento que acababa de ocurrir.

Ya no se necesitarían más sacrificios de animales ni se llevaría la sangre a la cámara interior ante el arca del pacto en el Día de la Expiación. La expiación se hacía mediante el verdadero sacrificio del querido Hijo de Dios, que sería el nuevo y mejor Mediador del pacto.

Radio Adventista
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