Aqui entre Nos. Lección 12 – El profeta sin descanso – Un Programa pensado en los Maestros de E.S.

Uno pensaría que con el éxito de la predicación de Jonás y la salvación de toda la ciudad de Nínive gracias a su esfuerzo, Jonás no tendría nada de qué quejarse. Pero, en cambio, encontramos al profeta una vez más con una mala actitud sobre sus circunstancias.

Su predicción de la caída de Nínive no se había hecho realidad. Seguramente, la próxima vez que predicara tal mensaje, nadie le creería. Lo ignorarían, o peor aún, se burlarían de él y lo ridiculizarían. Incluso podría ser perseguido y expulsado. Estas posibilidades le atormentaban tanto que suplicaba a Dios que le quitara la vida.

Pero Dios no estaba dispuesto a dejar que su siervo se revolcara en ese pensamiento egocéntrico. Mediante el marchitamiento de una planta que causó a Jonás aún más angustia y deseos de muerte, Dios razonó con él una vez más y trató de hacerle comprender su amor por toda la humanidad, incluidos los malvados ninivitas. Incluido el propio Jonás.

El versículo 21 de Judas nos recuerda que la compasión es algo por lo que debemos seguir esforzándonos. “Manteneos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para la vida eterna”.

La historia de Jonás ilustra muy bien este punto. Dios envió a Jonás a Nínive, no sólo para salvar a los habitantes de esa ciudad, sino también para salvar a Jonás. Obviamente, el profeta había permitido que sus sentimientos hacia los crueles asirios se convirtieran en odio. Odiar a nuestros enemigos es nuestra tendencia natural y algo que sólo podemos vencer amándolos en su lugar.

Sí, Jonás necesitaba el arrepentimiento tanto como los ninivitas. Sus sentimientos de ira se ven a lo largo de los acontecimientos descritos en su libro. Estaba enojado por su llamado, enojado porque su mensaje de fatalidad no se cumplió, y enojado porque una planta se marchitó y lo dejó sin sombra. Incluso parece que Jonás está enfadado con Dios, que permitió que le sucedieran estas cosas.

Sólo cuando irrumpe la compasión de Jonás, la historia tiene resultados positivos. Animó a los marineros a arrojarlo al mar, porque reconoció su huida de Dios como lo que era. Tuvo compasión por sus compañeros de viaje. Sus motivos parecen haberse corregido cuando fue a Nínive a predicar, pero después volvió a la ira cuando respondieron bien y Dios los salvó.

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