“Se puede llegar a miles de personas de la manera más sencilla y humilde. Los más intelectuales, los que son considerados como los hombres y mujeres más dotados del mundo, a menudo son refrescados por las sencillas palabras de alguien que ama a Dios, y que puede hablar de ese amor con la misma naturalidad con que el mundano habla de las cosas que le interesan más profundamente.” ~Ellen G. White, Christ’s Object Lessons, p. 232.
Jonás no se presenta como el más dotado de los profetas de Dios, pero Dios lo utilizó siempre que Jonás eligió lo correcto y amoroso para los demás. Permitir que los marineros lo arrojaran por la borda demostró que le importaba que sobrevivieran a la peligrosa tormenta. A ese acto de sacrificio le siguió su decisión de ir a Nínive, como Dios le llamaba a hacer. En esta historia podemos ver destellos de Jesús en todas partes. Incluso los tres días en el vientre del pez fueron un indicio de cuánto tiempo estaría Jesús en la tumba.
No podemos permitir que nuestra compasión y misericordia se marchiten y mueran, como la planta al final de la historia de Jonás. Tener amor en nuestro corazón es la única manera de seguir descansando en Dios y no ser como el inquieto Jonás.