Aqui entre Nos. Lección 10 – Lograr lo impensable – Un Programa pensado en los Maestros de E.S.

La parte central de Isaías 53 (versículos 3-9) se centra casi exclusivamente en el papel del mundo, incluido el pueblo elegido por Dios, en el sacrificio del Cordero de Dios. Aunque en el versículo 4 se dice que nuestro Siervo sufriente fue herido por Dios, se nos da a entender que se permitió para salvarnos de las garras del enemigo de Dios, Satanás.

Así como hemos llegado a admirar los atributos del Mesías, también se nos hace detestar al que lo haría sufrir. Es entonces cuando Isaías nos hace comprender que todos nosotros, como pecadores, somos responsables del trato injusto de este Rey Siervo.

Nos encontramos diciendo: “Hemos conocido al enemigo y somos nosotros”. En efecto, Dios pagó un alto precio para asegurar nuestra salvación. Entregó a su único Hijo a un mundo que no lo merecía. Todos somos cómplices de su muerte, y nunca podremos pagarle su amoroso sacrificio. El único sacrificio que podemos hacer es rendir nuestros corazones y mentes a su control y elegir amarlo y servirlo mientras Él nos capacita a través del Espíritu Santo.
Al final de este Poema del Siervo Sufriente vemos claramente la conexión entre las ofrendas simbólicas que tenían lugar en el templo y el sacrificio real del Cordero que tuvo lugar en el Calvario. Allí Cristo pagó por nuestros pecados y nos permitió escapar de la segunda muerte, el castigo final para los injustos (Apocalipsis 20:14 y 21:8).

El conocimiento de este sacrificio supremo que justificó a tantos tiene un poder sanador y transformador. Nos impulsa a muchos de nosotros a aceptar su gracia perdonadora y a compartir su amor con todos los que podamos.

He aquí algunos versículos del Nuevo Testamento que captan la esencia del don sacrificial de Dios, tal como se muestra en los escritos de Isaías:

  • Romanos 5:8-Cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.
  • Gálatas 2:16-Somos justificados por nuestra fe en Él.
  • Filipenses 3:9-Somos salvos por Su justicia, no por la nuestra.
  • Hebreos 2:9-Nos salvamos de la segunda muerte, porque Él murió por nosotros.
  • 1 Pedro 2:24-Somos curados por su sufrimiento.
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