Escuela Sabática Texas USA Lección 10: Lograr lo impensable – Sábado 6 de Marzo de 2021

Este pasaje habla de un Siervo que sufre en todos los niveles, pero que permanece victorioso. Incluso se le ha llamado el poema del Siervo sufriente. Por fin, Isaías revela toda la magnitud del sacrificio del Siervo, relacionándolo incluso con los sacrificios de animales que han ignorado, minimizado o malinterpretado durante tantos años.

Isaías había estado preparando a sus lectores para este drama final en capítulos anteriores. Su nacimiento de una virgen fue mencionado en Isaías 7:14, sus cualidades reales en Isaías 9:6, 7, su obra de restauración de Israel en Isaías 11:1-16, e incluso algunos de sus actos de misericordia durante su ministerio terrenal en Isaías 42:6, 7.

Pero ahora, Isaías está dispuesto a que exploremos el inmenso sufrimiento que el Rey Siervo debe soportar para traer la salvación al mundo. Una vez realizada la “hazaña”, Pablo resumió claramente el sacrificio supremo realizado en el Calvario en Filipenses 2:5-11.

La misma humildad y el mismo sufrimiento son de esperar en la vida del cristiano, al seguir su ejemplo y reflejar su compasión en los que nos rodean.
Al principio de este capítulo, Isaías admitió que sus palabras iban a ser difíciles de creer. Este Mesías no fue descrito en absoluto como esperaríamos que se manifestara el Rey del Universo. Se le compara con una planta delicada, que lucha por sobrevivir en condiciones de sequedad. Su aspecto no era simplemente ordinario, sino que se desfiguraba hasta el punto de que apenas reconocemos la humanidad en él.

No sólo eso, sino que Isaías tuvo cuidado de señalar que este Siervo no merecía ese trato. Su propósito en el sufrimiento no era para sí mismo, sino para aquellos que le causaron tal dolor físico y emocional.

La historia de Job debería ayudarnos a prepararnos para los temas de Isaías 53. Job también era inocente de cualquier injusticia en ese momento, pero terminó sufriendo casi más allá de la resistencia a través de las pérdidas de riqueza, miembros de la familia, y, finalmente, incluso su salud. Estaba tan atormentado por los forúnculos que la muerte le parecía un final casi bienvenido para su dolor. Sin embargo, luchó por encontrar respuestas de Dios, sin perder nunca la fe en que Dios escucharía de algún modo sus súplicas de ayuda.

Radio Adventista
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