Isaías 52 y 53 nos dan una imagen completa del Mesías. En Isaías 52:7, 8 se nos muestra que es un Rey. Luego, el resto de ese capítulo se centra en Él como nuestro Redentor, el que nos rescata. No es hasta Isaías 53 que se nos da el alcance total del sufrimiento que este Mesías soportaría.
Al recordar los acontecimientos del Calvario, podemos reconocer que estos diferentes retratos del Hijo de Dios estaban en orden inverso. Primero debe sufrir y morir por nuestros pecados. Luego vendrá como nuestro Redentor para rescatarnos de este planeta pecador. Y finalmente, regresa para completar su deber real de limpiar el universo de la influencia de Satanás.
Aunque no es fácil visualizar todo el dolor infligido a nuestro Señor y Salvador, debemos recordarlo como el precio de nuestra liberación del pecado. Sólo Dios mismo tendría el suficiente amor para poder llevar a cabo esta impensable misión. Debemos estar eternamente agradecidos de que Él estuviera dispuesto a soportar tal aflicción por aquellos que nunca la merecerán.