Leccion 5
“La expiación: ofrenda de purificación “
Introducción del sábado de tarde
De aquellas cinco ofrendas que vimos la semana antepasada, veremos una de ellas en esta semana: la ofrenda de purificación u ofrenda por el pecado. Inicialmente aquí presentaremos el ciclo completo desde el pecado hasta el perdón, y después hasta la extinción del mal.
El pecado comenzó con Eva y continuó con Adán. Sus hijos se volvieron pecadores. Todos nosotros, en este planeta Tierra, somos pecadores. Por mucho que no queramos, como muy bien lo explicó Pablo, cuando nos damos cuenta, de una forma o de otra ya pecamos. Estamos estudiando sobre el santuario, y finalmente llegó el momento de conocer el ciclo completo del pecado, o sea, de comienzo a fin.
Todo comienza cuando cometemos un pecado, que siempre es una desobediencia a la ley o a algún principio divino. Podemos ser perdonados, pero este no es un perdón barato; tiene un costo alto.
Antiguamente, el pecador, o culpable, llevaba un cordero para ser ofrecido en su lugar. Él debía sacrificar al cordero cuya sangre era derramada. Si fuese una persona común o un príncipe, el sacerdote debía comer parte de la carne, lo cual simbolizaba que él se contaminaba con aquél pecado, y el pecador se hallaba libre de él. El pecado pasaba al animal que debía morir, y del animal, por medio de la carne que era comida, pasaba al sacerdote, y del sacerdote pasaba al santuario cuando allí entraba. Cuando el pecado era del sacerdote o de la congregación, lo hacían diferente: en vez de comer la carne, la sangre era rociada en las puntas (o cuernos) del altar, pasando del sacerdote pecador al animal y su sangre contaminaba igualmente al santuario; y es que el sacerdote que estaba en falta, no podía él mismo llevar la sangre para contaminar el santuario puesto que él ya estaba contaminado con su propio pecado. Hoy en día, si pecamos, pedimos perdón directamente a DIOS por medio de JESÚS nuestro sumo sacerdote. Pero en aquellos tiempos, JESÚS todavía no oficiaba en el Cielo, por eso era diferente.
Allí en el santuario se acumulaban los pecados durante el período de un año. La verdad es que esa acumulación de pecados en aquél santuario era simbólica, pues los pecados estaban realmente acumulándose en el santuario celestial, tal como sigue siendo hoy. Si pecamos y pedimos perdón, allá queda el registro del pecado en el libro correspondiente con la inscripción: perdonado por la sangre de JESÚS. Entonces, una vez al año ocurría el día de la Expiación, o sea, el día de la purificación de los pecados ya perdonados que se habían acumulado en el santuario, sea en el lugar santísimo, sea en el lugar santo o sea en el atrio, pues todo estaba contaminado, es decir, manchado de pecados o maldades. ¡Justamente en la casa de DIOS! Eran los pecados de sus hijos, una vergüenza para el Padre.
En el día de la Expiación, o, actualmente, en el tiempo del juicio que viene ocurriendo desde 1844, el santuario era purificado principalmente por la muerte de dos machos cabríos. Uno de ellos representaba a CRISTO y era muerto con derramamiento de sangre. Moría para purificar los pecados que estaban en el santuario, que ya habían sido perdonados. Por eso, ningún pecado era confesado sobre ese macho cabrío, su sangre era pura y servía para purificar lo que estaba contaminado por los pecados. El santuario quedaba limpio pues un inocente murió por ellos. Escribimos “por ellos” y no “a causa de ellos”, puesto que era inocente. Ese macho cabrío representaba al Cordero de DIOS, que de hecho murió por los pecados. Ese es el costo del perdón, la muerte de JESÚS.
Como dijimos, desde el año de 1844 estamos en el tiempo de la expiación, cuando CRISTO, el verdadero sacerdote oficia en el lugar santísimo, purificando los pecados, pecador por pecador, y la terminación de ese servicio coincidirá con la culminación de la predicación del evangelio aquí en la Tierra, por medio de un fuerte clamor. Se cierra la puerta de la gracia y entonces JESÚS ya no intercede más por el perdón de nadie.
Pero el proceso del pecado aún no termina con el fin del tiempo de gracia. Falta castigar al verdadero culpable, Satanás, con quien todo eso comenzó y es el responsable por llevar a las personas a pecar. JESÚS no murió por él ni por los ángeles que con él se juntaron en esta guerra. Él debe pagar por las consecuencias de su rebeldía y por las consecuencias de la rebeldía de aquellos a quienes hizo pecar. Los impíos también deben pagar, cada uno por sí, pues no aceptaron la intercesión de JESÚS ni su sangre ofrecida gratuitamente.
En el ritual antiguo, el otro macho cabrío, el macho cabrío emisario, representaba a Satanás y también debía morir, solo que era llevado al desierto y allí abandonado para morir de hambre y sed, sin derramamiento de sangre, puesto que su muerte no servía para perdón. Esa muerte del llamado macho cabrío vivo, porque no era sacrificado con derramamiento de sangre, simbolizaba el castigo que caerá sobre Satanás. ¡Qué cosa horrible! Sin embargo, así funciona el pecado. No es una sucesión de delicias sino de injusticias. Al final, el pecado será extinto con la muerte de Satanás, sus ángeles y sus seguidores humanos. Ahí sí, termina el ciclo del pecado.
Prestemos atención, la muerte de Satanás no es y ni podría ser expiatoria, ella no sirve para el perdón de nadie. Él muere porque es el culpable de toda esta gigantesca consecuencia debida a su ambición de querer ser semejante al Altísimo, y debe pagar por esa culpa, su parte en toda esa desgracia. Y también debe sufrir por lo que hizo llevando a otros a desobedecer a DIOS. Y así, se elimina del Universo el problema del pecado, y no restará ni raíz ni rama. Todo el pecado será eliminado, una parte por el perdón y la otra por extinción. ¡La justicia será cumplida!
Domingo: El pecado y la misericordia
De acuerdo al Antiguo Testamento, hay tres categorías de pecados: el pecado involuntario, el pecado deliberado y el pecado de rebelión.
El pecado involuntario es casual, no es planeado ni premeditado. No viene siendo acariciado ni es habitual. Por ejemplo, una persona está andando por la calle y se descuida provocando un accidente. No era la intención de hacerlo. Sucedió debido a que es falible, es una debilidad propia de los seres humanos.
El pecado deliberado es intencional, planeado y que fácilmente se vuelve repetitivo, habitual, difícil de librarse. El individuo va disfrutando de lo que hace y muchas de las veces llega incluso a defender la idea de que aquello no es pecado. Por ejemplo, muchos miembros de iglesia del pueblo “gaúcho” (apelativo dado a la gente del Estado de Rio Grande do Sul, Brasil) no consiguen librarse del vicio del “chimarrão” (bebida típica de esa región de Brasil, de efectos semejantes a los del café). Podríamos citar también el pecado de la inmoralidad. Nadie se va con una prostituta de casualidad, ya lo venía pensando antes.
El pecado de rebelión es también, como el anterior, planeado, solo que de indudable rebelión contra DIOS o contra la iglesia de CRISTO en la Tierra. Hay una motivación específica: ofender a DIOS, a su iglesia o a sus miembros. La rebelión surge por causa de algún mal entendido, espíritu de venganza, discrepancia, falla de la propia iglesia, etc. Pero toda rebelión, por lo menos en su comienzo, es bien consciente, pudiendo volverse después en algo que el individuo considera correcto. Con el paso del tiempo, si permanece en rebelión, va razonando e inventando motivos que le parecen que justifican su actitud, considerándola entonces adecuada. En esa situación, ya está generándose el pecado contra el ESPÍRITU SANTO, el cual no tiene perdón. Y dejemos claro que cuando DIOS no perdona es porque el individuo no cree necesario arrepentirse ni ser perdonado. Este, por ejemplo, es el caso de las personas que (fatalmente) defienden la causa de que el ESPÍRITU SANTO no es DIOS. Les parece una causa correcta por lo que piensan que no deben cambiar. ¿Será que el ESPÍRITU SANTO puede trabajar en la mente de ellos?
Ya mencionamos que el perdón de DIOS no es barato. Su precio fue el sacrificio voluntario de JESÚS, volviéndose un varón de dolores, perseguido, incomprendido, juzgado como culpable sin conocerse la supuesta culpa. Fue arrestado sin ninguna acusación formal, juzgado en la oscuridad de la noche y entregado a soldados paganos sedientos siempre de sangre, sin importar si era inocente o culpable. Fue humillado bárbaramente por las autoridades, por el pueblo y por los azotes, a pesar de que aún pidió por todos ellos para que pudiesen ser perdonados si así lo deseasen. Pocos aprovecharon. Pero lo peor de todo fue que Él fue perseguido y maltratado por su propio pueblo, ese que siglos antes Él mismo formó por medio de Abraham y Sara. Aquellos que más deberían aceptarlo y defenderlo eran los que lo perseguían y humillaban durante su ministerio. Aquellos que deberían conducir a la población para que lo escuche, hacían todo lo posible para alejar a la gente. Mucho se podría escribir al respecto, pero el espacio es pequeño. El hecho es que el perdón que recibimos gratuitamente, tuvo un altísimo costo para Alguien, nada menos que nuestro Creador. Indudablemente Él nos ama. ¡Asumió nuestra culpa para perdonar! ¡Y sufrió las consecuencias!
Lunes: La imposición de manos
¿Cómo ocurría el ritual del sacrificio por el pecado cometido, para el cual se buscaba el perdón? En primer lugar, el pecador confesaba su pecado colocando las manos sobre la cabeza del animal. Así, simbólicamente, se transfería la culpa para el animal. Enseguida, el pecador mataba al animal metiéndole un cuchillo en la vena yugular. Así, el animal inocente, cargando la culpa del pecador, moría en su lugar. Luego, en el caso de pecado del propio sacerdote o de la congregación, el sacerdote tomaba de la sangre del animal y con la punta de los dedos colocaba un poco en las cuatro puntas del altar. De ese modo, se transfería el pecado hacia el altar, contaminándolo.
En el caso en que el pecador fuese un príncipe o una persona común, la grasa del animal era quemada y el sacerdote comía una porción de la carne. Así, el sacerdote era contaminado y cuando entraba al santuario también lo contaminaba con ese pecado. Esa situación simbolizaba la contaminación del santuario celestial, que ocurría por medio del registro escrito del pecado cometido, en un libro apropiado.
En el día de la Expiación, el santuario era purificado o “descontaminado”; los pecados eran purificados por el macho cabrío destinado para JESÚS y transferidos para el macho cabrío de Azazel y llevados por éste al desierto, en donde desaparecían para siempre. Esto simbolizaba la revisión y la sentencia dada al pecador por el sumo sacerdote JESÚS después de revisar, en la fase ejecutiva del juicio, las anotaciones en los libros del Cielo. Ese trabajo es simple: basta verificar al lado de cada pecado, de cada pecador, si está anotada la palabra perdonado. Si todos los pecados fueron perdonados, JESÚS declara, delante de DIOS Padre que ese pecador está salvo y borra los registros o anotaciones. Ese acto de borrar los registros es la purificación. El santuario de DIOS quedará limpio de todos los pecados de aquellos que serán salvos. Ellos entrarán allí sin la vergüenza del pecado y su nombre permanece escrito en el libro de la vida. Pero si tan solo un pecado no ha sido perdonado, entonces el registro queda y el pecador está perdido, siendo que su caso será analizado nuevamente durante el milenio, apenas para determinar el grado de sufrimiento de su sentencia de muerte.
Martes: La transferencia del pecado
¿Cómo se transfería el pecado, del corazón del pecador al santuario? Por medio de la sangre, que contiene la vida y que simbólicamente carga el pecado. El pecado exige muerte, por eso la vida que está en la sangre es retirada para que muera.
Con la imposición de manos y la muerte del animal derramando su sangre, quedaba disponible el precioso líquido para que los pecados transferidos para el animal fuesen, enseguida, transferidos al santuario. El pecado exigía la muerte de alguien y la contaminación del santuario, ambas cosas a la vez. Eso mismo ocurría con la carne del animal, que el sacerdote comía y al entrar al santuario lo contaminaba con su presencia impura.
Había dos procedimientos diferentes. El primero establecía que si el pecado era cometido por una persona común o por un líder (príncipe) entonces la sangre era manipulada hacia las puntas (o cuernos) del altar externo, contaminándolo con aquél pecado, y así se contaminaba el santuario pues el altar formaba parte de él. Y el sacerdote todavía comía la carne, contaminándose pues era como que si ella estuviese infestada del pecado. De ese modo, cuando el sacerdote penetraba en el santuario, su presencia allí dentro contaminaba tanto el lugar santo como el santísimo. El segundo procedimiento se refiere al pecado del propio sacerdote o de la congregación; en ese caso el sacerdote no comía parte de la carne del animal, pero tomaba un poco de su sangre y con los dedos lo colocaba en las puntas (o cuernos) del altar interno, muy próximo del lugar santísimo. Así, por medio de esa sangre, ese pecado contaminaba al santuario. El sacerdote no podría llevar el pecado en su cuerpo comiendo la carne, porque él mismo ya estaba contaminado por su propio pecado, aún cuando éste fuese de la congregación pues él hacía parte de ella.
Ese ritual, lleno de detalles y enteramente sagrado, servía a dos propósitos. Uno era el de ilustración para que entendiésemos lo que JESÚS haría en el santísimo. Otro era el de mostrar que no se perdona un pecado solo diciendo: “ve en paz”. Un precio muy alto, la vida de JESÚS, tuvo que pagarse para que hubiese perdón.
Necesitamos entender ese ritual para concientizarnos de los daños que un pecado ocasiona. Más aún, necesitamos entregarnos a JESÚS para que cada día pequemos menos y seamos más santos.
Miércoles: Cargar el pecado
Vamos a entender el pecado desde otro punto de vista. Apenas como una ilustración didáctica, imaginémonos que el pecado sea una mercadería y que uno de ellos se transformó en un pedazo de madera. Dentro del contexto del ritual del santuario, nos preguntamos: ¿cómo ese pecado sería transferido para dentro del santuario?, y también ¿cómo sería perdonado el pecador?
Respondemos la segunda pregunta. El pecador debería hacer que, de alguna forma, ese pecado llegase al trono de DIOS, que la madera fuese depositada en el santuario, o sea, debía librarse de ella pues así sería perdonado. Pero el tal pecado, el tal pedazo de madera continuaba existiendo en algún lugar.
Retornemos a la explicación normal. Para poder ser perdonado, el pecador debía tener su pecado transferido al santuario. Ya no lo tendría él, pero en el santuario habría contaminación porque el pecado ahora estaría allí, no habría desaparecido, es sólo que cambió de lugar, no estando más con el pecador.
Como ya lo estudiamos, había dos formas de transferencia, o de retirar el pecado del pecador y llevarlo al santuario: una era por medio de la sangre y la otra por medio del sacerdote cuando comía la carne de la ofrenda. De una o de otra forma, el santuario era contaminado, es decir, los pecados eran retirados del pecador y depositados en la casa de DIOS. Por eso, de año en año, esa casa necesitaba ser limpiada de esas contaminaciones. Ese asunto lo veremos más adelante.
Jueves: Perdón
DIOS es amor y perdonador. Él perdona porque ama. El amor es su carácter. A pesar de no ser vengativo, al final castigará a los impíos, a aquellos que se mantuvieron rebeldes, que no aceptaron el perdón y que continuarán luchando contra DIOS y a favor de la maldad mientras tengan oportunidad. Estos son malos por naturaleza y, a diferencia de los justos, no admiten la necesidad de cambio, prefieren juntarse con el error. Entonces nos preguntamos: ¿qué más, que otra alternativa podría darles DIOS a ellos que no sea la muerte?
Conforme vimos en la parte del domingo, el ciclo del pecado comienza con una desobediencia y termina con dos posibilidades: la del perdón o la de la condenación. Una u otra dependen de cada individuo: si desea ser transformado o si prefiere continuar pecando. Es una cuestión personal en que cada individuo toma la decisión: o atiende a la voz del ESPÍRITU SANTO o permanece en estado de rebeldía.
De parte de DIOS el perdón es inagotable. Es gratuito, solo demanda el uso de la voluntad, y aún para eso DIOS promete ayudar. Sin embargo, somos libres para decidir por el arrepentimiento o por el mantenimiento de la rebeldía. Que cada uno de nosotros pueda reflexionar sobre su situación, pues es infinitamente mejor estar al lado de DIOS. Esa posición aquí en la Tierra es el camino angosto, porque hay disponibles una infinidad de oportunidades perjudiciales para engañarnos. Por ejemplo, por increíble que parezca, aquél que desea ser cristiano tiene un sin número de oportunidades para perderse, una de ellas es cultivando sus ambiciones de poder y riqueza por medio de la Teología de la Prosperidad. El camino de perdición es ancho y lleno de oportunidades, pero el de salvación es angosto porque la verdad es una sola.
Aplicación del estudio – Viernes, día de preparación para el santo sábado.
a) Síntesis de los principales puntos de la lección
i) ¿Cuál es el asunto principal?
El perdón que nos es ofrecido gratuitamente tuvo, sin embargo, un altísimo costo, la vida de JESUCRISTO, su sufrimiento y el derramamiento de su sangre. Él tuvo que venir a este mundo para morir en nuestro lugar y únicamente después es que resucita en gloria con la victoria alcanzada sobre satanás y la muerte que él hizo aparecer en el mundo.
A nosotros nos costó muy caro el perdón gratuito, por lo tanto no es un perdón con asomos de “impunidad”, de aquél que se dice “está perdonado” solo de palabra. Nadie pagó nada para que le sean pronunciadas tales palabras. Existe todo un procedimiento para que seamos perdonados de verdad, mediante un sustituto. Eso es lo que se enfatiza en esta semana.
ii) ¿Cuáles son los tópicos relevantes?
Debemos estudiar con detalles todo el procedimiento del ritual del santuario y entender cómo eso se compara con el ritual que JESÚS realiza hoy, cómo realmente son perdonados los pecados y cómo es purificado el santuario celestial.
iii) ¿Usted descubrió otros puntos para agregar?
_____________________________________________________________
_____________________________________________________________
b) ¿Qué cosas importantes podemos aprender de esta lección?
Debemos concientizarnos de por lo menos una: el pecado costó muchísimo, para que recibamos el perdón gratuitamente. Otra cosa que debemos aprender es que a nosotros sólo debemos aceptar este perdón ya que nada nos hace merecedores de él; un inocente tuvo que morir en nuestro lugar, para que nosotros, culpables, disfrutásemos del perdón y de la pureza. De cierta forma, el perdón aparenta ser una injusticia, algo así como un desmerecimiento, realmente una cosa muy próxima de la injusticia.
¿Qué aspectos puedo agregar a partir de mi estudio?
________________________________________________________________
c) ¿Qué medidas debemos tomar a partir de este estudio?
Es muy importante que nos concienticemos de cuánto dolor le causa a JESÚS nuestro equivocado modo de vivir y de que vivamos de acuerdo con ese estado de conciencia, para que podamos ser salvos.
¿Qué es lo bueno de mi vida que me propongo a reforzar y lo malo a cambiar?
________________________________________________________________
d) Comentario de EGW
“En el gran día del juicio final, los muertos han de ser juzgados “por las cosas que” están “escritas en los libros, según sus obras.” Apocalipsis 20:12. Entonces en virtud de la sangre expiatoria de Cristo, los pecados de todos los que se hayan arrepentido sinceramente serán borrados de los libros celestiales. En esta forma el santuario será liberado, o limpiado, de los registros del pecado. En el símbolo, esta gran obra de expiación, o el acto de borrar los pecados, estaba representada por los servicios del día de la expiación, o sea de la purificación del santuario terrenal, la cual se realizaba en virtud de la sangre de la víctima y por la eliminación de los pecados que lo manchaban.
“Así como en la expiación final los pecados de los arrepentidos han de borrarse de los registros celestiales, para no ser ya recordados, en el símbolo terrenal eran enviados al desierto y separados para siempre de la congregación.
“Puesto que Satanás es el originador del pecado, el instigador directo de todos los pecados que causaron la muerte del Hijo de Dios, la justicia exige que Satanás sufra el castigo final. La obra de Cristo en favor de la redención del hombre y la purificación del pecado del universo, será concluida quitando el pecado del santuario celestial y colocándolo sobre Satanás, quien sufrirá el castigo final. Así en el servicio simbólico, el ciclo anual del ministerio se completaba con la purificación del santuario y la confesión de los pecados sobre la cabeza del macho cabrío símbolo de Azazel.
“De este modo, en el servicio del tabernáculo, y en el del templo que posteriormente ocupó su lugar, se enseñaban diariamente al pueblo las grandes verdades relativas a la muerte y al ministerio de Cristo, y una vez al año sus pensamientos eran llevados hacia los acontecimientos finales de la gran controversia entre Cristo y Satanás, y hacia la purificación final del universo, que lo limpiará del pecado y de los pecadores” (Historia de los Patriarcas y Profetas, 371-372).
e) Conclusión general
Una cosa que debemos hacer es aceptar el perdón, para que no participemos del desenlace de los impíos, que mueren tan solamente porque no lo aceptan, es decir, disfrutan del pecado. Aceptándolo, entonces el ESPÍRITU SANTO trabajará en nosotros para que seamos gradualmente transformados.
¿Cuál es el punto más relevante al que llegué mediante este estudio?
Autor: Sikberto R. Marks.
Escrito entre el 07 y el 09/09/2013
Revisado el 11/09/2013
Corregido por Jair Bezerra
Traducido por Mario Dávila / mdavila@ufsj.edu.br