Nuestra comprensión de Mateo 24:15, 16, que habla de la destrucción de Jerusalén, se aclara al leer la versión de Lucas de lo que quiso decir con “la abominación desoladora, de la que habló Daniel”. Lucas interpreta ese evento, definiéndolo como “cuando veáis a Jerusalén rodeada de ejércitos” (Lucas 21:20-24).
Los cristianos de Jerusalén deben haber estado algo confundidos acerca de cómo podían huir después de que su ciudad tremendamente fortificada y de tres murallas fuera rodeada. Pero los historiadores describen breves victorias de las fuerzas judías, y las páginas 30 y 31 de “El conflicto de los siglos” describen una de esas pausas en las hostilidades como lo suficientemente prolongada como para dar tiempo a varios cristianos fieles para escapar de la devastación venidera.
Otro descubrimiento histórico que no se suele considerar fueron las plagas de enfermedades infecciosas que ocurrieron durante los primeros siglos y que causaron innumerables muertes en el Imperio Romano. A pesar de la intensa persecución y el sufrimiento, los cristianos brindaron atención amorosa a los enfermos, continuando el ejemplo de curación de su Maestro durante Su ministerio terrenal.
Nuestro estudio de esta semana ha subrayado que la cuestión central de la gran controversia es si nuestras vidas demostrarán obediencia amorosa o egoísmo.
