Nuestro amor imperfecto puede ser engañoso. Parece el ‘verdadero negocio’ en el exterior, pero es solo parcial y superficial en su aplicación. Por ejemplo, es fácil amar a quienes nos aman (nuestra familia cercana y amigos que son como nosotros de alguna manera). Incluso podríamos haber encontrado una manera de mostrar compasión por los extraños. Pero la verdadera prueba es cómo amamos a los que nos odian. Ahí es cuando necesitamos estar llenos del amor perfecto de Dios. Ver Mateo 5: 43-48.
Jesús hizo todo lo posible para mostrarnos y contarnos sobre este amor perfecto y maduro que solo él y el Padre pueden proporcionar (Romanos 5: 8). Jesús trató amorosamente con las multitudes, mientras sabía que muchas de ellas vinieron solo por las bendiciones que podía dar y sus milagros curativos. También mostró su amor sacrificando su vida, incluso pidiéndole a Dios que perdonara a los que lo clavaron hasta la cruz (Lucas 23:34).
Solo cuando nos aferremos a su misericordia y justicia podremos revelar el ‘juicio justo’, el que incluye la misericordia, que caracteriza la naturaleza santa de Dios (Romanos 2: 5). Fue demostrado por su hijo, que vino en carne humana para revelarnos (Juan 1:14).