Marcos nos ayuda a comprender el suspiro que tuvo Jesús cuando sanó al sordomudo (Marcos 7:34). Una vez más en Marcos 8:12, notamos que Jesús suspiró “profundamente en su espíritu”. Jesús acababa de alimentar a otra multitud de 4.000 personas, esta vez con siete panes sobrantes, y los fariseos continuaron poniendo a prueba a Jesús, pidiéndole una señal que les mostrara su identidad.
Después de no poder comunicarse con los líderes religiosos, los discípulos fueron con Jesús en una barca al otro lado del Mar de Galilea, pero estaban consternados porque cuando llegaron solo tenían una barra de pan entre ellos. Jesús interrumpió su discusión sobre el pan con la advertencia de que debían “guardarse de la levadura de los fariseos” (Marcos 8:15). Naturalmente, pensaron que Jesús estaba hablando de su falta real de suficiente pan para comer.
Pero Jesús continuó explicando que su preocupación por el pan era infundada. ¿Se habían olvidado ya de las dos alimentaciones milagrosas que habían presenciado? Mateo 16:12 reveló además que Jesús estaba hablando de la doctrina de los fariseos y saduceos, quienes se negaron a creer que Él era el Hijo de Dios.
