Esta semana, el último del trimestre, se estudia el Espíritu Santo como un maestro, o más bien educador – uno que lleva a sus estudiantes (discípulos), de un estado de pecado a otro estado de la santidad.
Somos represenntantes y testigos de Dios, no acusadores de parte de Dios. Somos llamados a ser testigos de su poder redentor, no a condenar a otros por sus equivocaciones. Al intentar convencer a los demás de sus pecados, asumimos un papel que no nos pertenece; esa es obra del Espíritu Santo.