El papel del Espíritu Santo es para ayudarnos en el día a dia de nuestra vida. Él no decide por nosotros, nunca; Sin embargo, Él nos guía en cuanto a qué hacer, por ejemplo, leer, evitar involucrarse o no involucrarse y en distinguir lo que es malo y lo que es bueno y correcto, y así sucesivamente. Es el Espíritu Santo el que convence a la gente del pecado, nadie más.
Nosotros, los humanos, a menudo nos damos cuenta de los pecados de los demás. La cuestión es ¿por qué nos damos cuenta de la paja en el ojo de nuestro hermano, pero no nos damos cuenta de la viga en nuestro propio ojo?. Esto no quiere decir que debemos ser indiferentes a los problemas y pecados de los hermanos, pero el siguiente verso explica. “Estaremos condenados en lo que juzgamos a los demás porque practicamos el mismo tipo de pecados.”