Sábado, Noviembre 23
La Fuente de la vida
Lee para el estudio de esta semana
Juan 1:4; 10:10; 1:12, 13; 6:61-68; Números 13:23-33; Mateo 4:1-4.
Para memorizar
“Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).
En el Evangelio de Juan, cuando preguntaron a Jesús quién era, respondió: “YO SOY”, una referencia inequívoca a la Deidad, al Señor mismo, quien se había identificado así al presentarse ante Moisés en la zarza ardiente: “Yo soy el que soy” (Éxo. 3:14). Y este mismo Dios, el “YO SOY”, “se hizo carne, y habitó entre nosotros, lleno de gracia y de verdad. Y vimos su gloria, gloria que, como Hijo único, recibió del Padre” (Juan 1:14).
El título “YO SOY” está presente en todo el Evangelio de Juan. El versículo para memorizar de esta semana refleja ese tema: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6). El “YO SOY” es la Luz del mundo, el Pan de vida, la Puerta de las ovejas, el Buen Pastor y la Vid verdadera.
Esta semana continuaremos estudiando la revelación de Dios que nos ofrece Juan. También exploraremos más a fondo el rechazo de Jesús por parte de algunos a pesar de las poderosas evidencias de que era el Mesías. Estudiaremos este fenómeno por dos razones: para evitar el mismo error y para considerar cómo podemos alcanzar a quienes corren actualmente el peligro de cometer ese error.
Domingo, Noviembre 24
En él estaba la vida
En Juan 1:1, el apóstol afirma claramente que Jesús es Dios, el Hijo divino. Por consiguiente, en Juan 1:4 (“En él estaba la vida, y esa vida era la luz de los hombres”), la referencia a la vida aquí tiene que ser la vida divina, la autoexistencia eterna subyacente. Puesto que él tiene vida en sí mismo, puede entregar su vida y volver a tomarla (Juan 10:17); y por la misma razón, puede dar vida a quien él quiera (Juan 5:21; comparar con Juan 14:19).
El término vida (zoē, en griego) aparece 36 veces en el Evangelio de Juan, aproximadamente el 25 % del total en el Nuevo Testamento. En Juan 1:4 y 5, además de referirse a la Fuente de la vida en nuestro planeta, la palabra también está vinculada a la salvación. A lo largo del resto de Juan, esta idea de vida (zoē) se expresa con mayor frecuencia como vida eterna, la promesa de salvación (ver Juan 3:15, 16, 36; 4:14, 36; 6:27, 40, 47, 54, 68; 10:27, 28). Así, aquel que trajo la vida a la existencia en ocasión de la Creación es el mismo que trae la salvación, la vida eterna, a un mundo perdido.
¿Por qué vino Jesús a esta Tierra? Juan 1:29; 3:16; 6:40; 10:10; 12:27.
“ ‘Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna’ ” (Juan 3:14, 15).
Así como la serpiente de bronce tomó el lugar de los israelitas que habían sido mordidos por serpientes, Jesús tomó nuestro lugar; es decir, el de quienes hemos sido golpeados por el pecado. Él asumió el castigo que nos correspondía a fin de que pudiéramos recibir la vida que le pertenece.
Cristo también desea que tengamos vida, y que la tengamos en abundancia (Juan 10:10). Así, pues, “a cuantos lo recibieron les dio el derecho de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no nacieron en forma natural, por voluntad humana, ni por el deseo de un hombre, sino que nacieron de Dios” (Juan 1:12, 13).
Cristo vino a revelarnos al Padre. Porque “a Dios nadie lo vio jamás. El Hijo único, que es Dios, que está en el seno del Padre, él lo dio a conocer” (Juan 1:18). Al contemplar el carácter de Jesús, contemplamos el del Padre.
¿Qué podemos aprender acerca del carácter del Padre por medio de la vida de Jesús? ¿Por qué es esta revelación una noticia tan buena?
Lunes, Noviembre 25
Palabras de vida eterna
Lee Juan 6:61 al 68. Cuando Jesús preguntó a los discípulos si querían dejarlo, ¿cuál fue el significado de la respuesta de Pedro?
Las palabras de Pedro acerca de la “vida eterna” están conectadas con un tema que recorre todo el Evangelio de Juan. Una concentración de fraseología sobre la vida eterna aparece en Juan 6, en el contexto de la alimentación de los cinco mil (Juan 6:27, 40, 47, 54, 68). Jesús dice que él es el Pan de vida (Juan 6:35), lo que significa que su vida, su muerte y su resurrección son la fuente de la vida eterna, de la Salvación.
La expresión “vida eterna” y sus equivalentes aparecen al menos 17 veces en el Evangelio de Juan. No se refiere allí a una existencia espiritual, a formar parte de un ser eterno o a algún otro concepto etéreo, sino al poder vivificante que produce salvación y da sentido a nuestra existencia actual, y a la vida sin fin cuando regrese nuestro Señor. Así como Jesús se hizo carne, la resurrección de la que él habla ocurre en el tiempo, en el espacio, en un cuerpo material. Es una resurrección de entre los muertos, una renovación de la vida que una vez tuvimos en el Edén.
¿Cómo recibimos la vida eterna? Juan 3:15, 16; 5:24; 6:40, 47; 8:31; 12:46; 20:31.
Solo por la fe creemos que Jesucristo vino a vivir y a morir por nosotros. Recibimos esta fe como un don o regalo, pero debemos elegir conscientemente entregarnos a Jesús, arrepentirnos y reclamar su sangre para recibir el perdón y la limpieza del pecado.
Cuando Jesús preguntó a Pedro si él también se iría, su respuesta fue: “Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Juan 6:68). Esa declaración resume la esencia de la Salvación y cómo se la alcanza. No procede de la filosofía, de la historia ni de la ciencia; es decir, de las disciplinas humanas. Proviene de Jesús, quien, puesto que posee vida eterna, la ofrece gratuitamente a quienes la aceptan en respuesta al Espíritu Santo.
¿Cómo influye la promesa de la vida eterna en la manera en que vemos nuestra vida temporal aquí? ¿Cómo debería influir?
Martes, Noviembre 26
El hecho de creer y el nuevo nacimiento
Lee Juan 1:12 y 13. ¿Qué pasos se describen aquí para llegar a ser cristiano?
Juan escribió su Evangelio para que creyéramos en Jesús y para que, creyendo, tuviéramos vida eterna en su nombre (Juan 20:31). En Juan 1:12 y 13, este proceso se describe en dos pasos. Primero, lo recibimos, es decir, creemos en él. En segundo lugar, él nos da autoridad o poder para convertirnos en hijos de Dios, lo que en el versículo 13 se describe como el hecho de ser engendrados por Dios. Por lo tanto, hay un aspecto humano y uno divino en la conversión del cristiano. Debemos creer, recibirlo y estar dispuestos a recibir la luz, pero él es quien regenera el corazón.
De hecho, la fe misma es un don de Dios que resulta de oír su Palabra (Rom. 10:17). “Para tener una fe verdadera y permanente en Cristo, debemos conocerlo tal como está representado en la Palabra” (Elena de White, Fundamentals of Christian Education, p. 433). “El Espíritu que opera en la mente humana y la ilumina crea fe en Dios” (Comentarios de Elena de White, Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7A, p. 915).
Quienes creen y aceptan al Hijo como el Mesías reciben la vida eterna. Juan también hace hincapié en aceptar o creer la Palabra que Jesús pronunció (Juan 5:24, 38, 47). La función del Espíritu Santo es producir convicción (Juan 16:7, 8; comparar con Rom. 8:16).
Lee Romanos 8:16. ¿Qué principio se expresa aquí acerca de la salvación en Jesús?
La fe, la fe bíblica, basada en la obra del Espíritu Santo en nuestros corazones, es el fundamento de nuestra fe. “La fe es […] la gran bendición: el ojo que ve, el oído que oye” (Elena de White, En los lugares celestiales, p. 106). El enfoque humanista de la fe afirma que debemos encontrar un fundamento para la fe, y luego creer. Por el contrario, el enfoque bíblico afirma que la fe es el fundamento, un don de Dios (Efe. 2:8; 1 Cor. 1:17-24; 2:1-6). Empezamos con el fundamento, que es la fe, y a partir de allí crecemos en comprensión y gracia.
Si alguien te preguntara en qué se basa tu fe, ¿qué responderías?
Miércoles, Noviembre 27
Rechazar la fuente de la vida
Algunos de los relatos más tristes de toda la Escritura aparecen en el Evangelio de Juan. “La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la extinguieron. […] En el mundo estaba [aquel que es la Luz], y aunque el mundo fue hecho por él, el mundo no lo reconoció. Vino a lo que era suyo, y los suyos no lo recibieron” (Juan 1:5, 10, 11). El “YO SOY” fue rechazado por muchos de los suyos.
No es de extrañar que Pablo advirtiera más tarde: “No pierdan, pues, su confianza” (Heb. 10:35). Como hemos visto una y otra vez, Cristo fue rechazado porque la gente no aceptó su Palabra.
“El modo de pensar humanista contemporáneo comienza con la duda. Las personas cuestionan todo para así poder determinar lo qué es verdad. Aceptan como conocimiento seguro aquello que sobrevive al fuego de la interrogación rigurosa: algo en lo cual tener fe. Algunos aplican el mismo método a la Biblia, sometiéndola a interrogatorio desde puntos de vista científicos, históricos, psicológicos, filosóficos, arqueológicos, o geológicos, para así determinar qué es verdadero o falso en la Biblia. El método en sí mismo se inicia y construye sobre la desconfianza en la veracidad de las Escrituras. Cristo preguntó: ‘Cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?’ (Luc. 18:8)” (E. Edward Zinke y Roland Hegstad, La certeza de la Segunda Venida [Florida: ACES, 2000], pp. 82, 83).
Lee Números 13:23 al 33. ¿Cuál fue la diferencia entre los dos informes de los espías acerca de Canaán?
El pecado de los hebreos en Cades Barnea fue dudar de la Palabra de Dios, quien les había ordenado que subieran y tomaran posesión de la tierra. Doce espías fueron enviados a Canaán para observar la tierra. Regresaron con dos informes. La mayoría dio un informe negativo: “Hay gigantes en la tierra, ciudades amuralladas, armas que nunca antes habíamos visto y ejércitos bien entrenados. Por el contrario, hemos sido esclavos en la tierra de Egipto, con poca experiencia militar”. Diez espías votaron que no debían avanzar, basándose en la abrumadora evidencia desde el punto de vista humano. Dos espías votaron que sí, basándose en su fe en el poder abrumador de la palabra de Dios.
¿Cómo podemos evitar cometer el mismo tipo de error? Por otra parte, ¿cómo evitamos caer en la presunción de hacer algo insensato creyendo que es la voluntad de Dios y que, por lo tanto, no podemos fracasar?
Jueves, Noviembre 28
Condenación
“El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios […]. Todo el que hace el mal odia la luz y no quiere salir a la luz por miedo a ser descubierto. Pero el que vive de acuerdo con la verdad viene a la luz” (Juan 3:18-21; comparar con Juan 1:10).
¿Por qué las personas son objeto del Juicio? Juan 3:18, 36; 5:24, 38; 8:24; 12:47.
El rechazo de Jesucristo, la Luz del mundo, nos deja expuestos a la duda y a las tentaciones del diablo. Significa pasar de la luz a las tinieblas.
Eva recibió luz acerca de cómo relacionarse con el árbol que estaba en el centro del jardín. Satanás la tentó a cuestionar la luz. Ella puso a prueba la palabra de Dios razonando que un Dios de amor no destruiría a las criaturas que él había creado. También se apoyó en los datos de sus sentidos: la serpiente había comido del fruto y ahora era capaz de hablar. Razonó que tal vez la serpiente tenía razón; pensó que si comía del fruto sería como Dios. Engañada, se apartó de la luz. Y su marido eligió el mismo camino.
Lee Mateo 4:1 al 4. ¿Qué principios utilizó Cristo en el desierto de la tentación para combatir los engaños de Satanás?
Cristo tenía a su disposición la misma herramienta de pensamiento humanista que utilizaron Adán y Eva, los antediluvianos e Israel en Cades Barnea. Podría haberse preguntado por qué un Dios de amor dejaría a su Hijo en el desierto durante cuarenta días y cuarenta noches sin comida ni protección. También podría haber decidido probar su filiación: ¡Convertiré estas piedras en pan! En lugar de eso, respondió con la Palabra de Dios. Operó en el nivel de las cosas celestiales en lugar de hacerlo según los patrones terrenales de pensamiento. Cuán fácilmente podría haber racionalizado su camino hacia una decisión equivocada, algo que tantas personas, incluso personas de fe, hacen a menudo.
Viernes, Noviembre 29
Para estudiar y meditar
Lee en El Deseado de todas las gentes, de Elena de White, los capítulos “Dios con nosotros” (pp. 11-18) y “Controversias” (pp. 567-576).
“Al condescender a tomar sobre sí la humanidad, Cristo reveló un carácter opuesto al carácter de Satanás. Pero se rebajó aun más en la senda de la humillación. ‘Hallado en la condición como hombre, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz’. Así como el sumo sacerdote ponía a un lado sus magníficas ropas pontificias, y oficiaba en la ropa blanca de lino del sacerdote común, así también Cristo tomó forma de siervo, y ofreció sacrificio, siendo él mismo a la vez el sacerdote y la víctima. ‘Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre él’ (Isa. 53:5).
“Cristo fue tratado como nosotros merecemos a fin de que nosotros pudiésemos ser tratados como él merece. Fue condenado por nuestros pecados, en los que no había participado, a fin de que nosotros pudiésemos ser justificados por su justicia, en la cual no habíamos participado. Él sufrió la muerte nuestra, a fin de que pudiésemos recibir la vida suya. ‘Por su llaga fuimos nosotros curados’ (Isa. 53:5)” (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 16).
Preguntas para dialogar:
¡Jesús dio tanto para salvar al mundo! ¿Cuáles consideras que son las mejores maneras de ayudar a otros a percibir esta asombrosa verdad y acudir a él con fe?
¿Cuáles son las diferencias clave entre la toma de decisiones en el nivel mundano y la forma de hacerlo sobre la base de la Revelación divina?
¿Cómo armonizan la lógica y la razón con la comprensión de la Palabra de Dios? ¿Qué razones lógicas y racionales tenemos para creer? ¿Cómo señalan el cumplimiento de las profecías o la asombrosa belleza y complejidad del mundo creado, de manera lógica y racional, a la existencia de Dios y la verdad del Plan de Salvación?
Comenta en clase tu respuesta a la pregunta final del martes. ¿En qué se basa tu fe? Si alguien te preguntara por qué crees en Jesús y en las afirmaciones del evangelio, ¿cómo responderías?