Lección 4 Edición Maestros: – Las naciones: Primera parte – Para el 26 de Abril de 2025, (2do Trimestre)

EL SÁBADO ESTUDIARÉ…

RESEÑA 

Texto clave: Daniel 7:14.

Enfoque del estudio: Génesis 12:1-9.

Introducción Cuando Dios creó la Tierra, tenía un plan de felicidad y amor para las personas que vivirían en ella. Sin embargo, en lugar de cumplir el plan de Dios, la gente cayó en la tentación de elegir sus propios caminos. En las próximas dos lecciones, estudiaremos cómo las naciones fracasaron en encontrar el camino correcto y cómo Dios guio a la gente en su lucha por encontrar luz en la oscuridad. Esta oscuridad fue producida por su deseo de autogobierno. El deseo de autogobierno se manifestó por primera vez en el Jardín del Edén, cuando Adán y Eva, bajo la influencia de la serpiente, desobedecieron a Dios y cayeron en la tentación de anhelar ser “como Dios” (Gén. 3:5). En consecuencia, Adán y Eva, como seres caídos, adquirieron el conocimiento del pecado y perdieron así el poder moral de elegir el bien sobre el mal (Gén. 3:22). Más adelante en la historia temprana de la humanidad, los hombres de Babel decidieron erigir una torre para llegar a la puerta de Dios (“Bab-El”) en el Cielo y así poder usurpar el lugar de Dios (Gén. 11:1-4). Pero los constructores de Babel se confundieron y, como consecuencia de su presunción, Dios los dispersó por la Tierra. Incluso el pueblo de Israel intentó gobernarse a sí mismo y, en lugar de aceptar el liderazgo directo de Dios, buscó un rey entre los hombres de sus tribus. Dios respondió a todos estos movimientos humanos con iniciativas divinas. En primerlugar, llamó a Abraham a fin de que se convirtiera en una bendición para las naciones. Entonces Israel, y más tarde la iglesia, fueron llamados a dar testimonio a las naciones acerca del Reino de Dios. Contra la tentación de confiar en el poder humano para construir los reinos en esta Tierra y caer así en la oscuridad, la Biblia presenta la esperanza del Reino de Dios, la única luz para las naciones.

 

COMENTARIO 

Adán y Eva 

En el Jardín del Edén, la historia de la interacción entre Eva y la serpiente revela la raíz del fracaso humano: la ambición de sustituir a Dios, de ocupar su lugar. La serpiente aparece en primer lugar en la narración. Cuando habla, suena como Dios, el Creador mismo, ya que “dijo” (Gén. 3:1), al igual que Dios en diez ocasiones a lo largo del relato de la Creación. En ambos relatos se utiliza la misma forma verbal wayyo’mer, “Él dijo”. La construcción de la frase es problemática, ya que no se indica el sujeto del verbo “dijo”. De hecho, este es el único caso en todo el pasaje en el que no se indica claramente el sujeto. Y, para mayor dificultad, el nombre Elohim, “Dios”, aparece antes del verbo “decir”, lo que podría dar la impresión de que Dios es quien habla. El texto hebreo tiene la siguiente secuencia de palabras: “que Dios hizo, y dijo a la mujer”. Por lo tanto, daría la impresión de que la serpiente se colocó en lugar de Dios. Curiosamente, el mismo fenómeno se produce cuando la mujer desobedeció a Dios. La frase que describe su comportamiento, “la mujer vio […] que era bueno” (Gén. 3:6), recuerda la evaluación que Dios hizo de su Creación: “Dios vio que […] era bueno” (Gén. 1:4, 10, 12, 18, 25, 31). Este eco entre las palabras de Dios y las de Eva sugiere que ella ya había sustituido, en virtud de su propia opinión, al Creadordivino. De hecho, Eva se comporta como Dios: “Tomó de su fruto y comió. Y tambiéndio a su esposo, que comió igual que ella” (Gén. 3:6). Estos tres verbos solo habían sido asociados con el Creador hasta ese momento. Dios dio de comer (Gén. 1:29), tomó al hombre (Gén. 2:15) y tomó una de sus costillas (Gén. 2:21). Por lo tanto,Eva se comporta como si fuera la creadora y así imita el accionar de la serpiente. Más tarde, tanto Adán como Eva volverán a intentar ocupar el lugar de Dios cuando se den cuenta de que están desnudos. El texto bíblico dice que “cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales” (Gén. 3:7; RVR 1960). El verbo “hacer” únicamente se ha utilizado hasta ahora en el relato en relación con Dios, el Creador (Gén. 1:31; 2:2, etc.). Significativamente, Adán y Eva intentaron resolver su problema ocupando el lugar de Dios, un movimiento que ya había sido iniciado por la mujer. Es preocupante que la pareja humana se uniera ahora a la agenda de la serpiente, que consiste en usurpar el papel de Dios. La iniciativa blasfema de ellos es sugerida también por el eco existente entre las palabras ‘eirom, que describe su “desnudez”, y ‘arum, que designa la “astucia” de la serpiente (Gén. 3:1).

Los constructores de Babel 

El lenguaje empleado para describir la obra de los constructores de Babel se hace eco del relato de la Creación, con la intención deliberada de revertir la obra de la Creación y sustituir a Dios, el Creador. Esta intención ya se hace evidente en la tabla de las naciones, donde la fundación del reino de Babel por parte de Nimrod es introducida con la palabra técnica re’shit, “principio” (Gén. 10:10), la cual evoca el relato divino de la Creación (Gén. 1:1). Nimrod, cuyo nombre significa “rebelión”, es presentado como el creador de Babel, mientras que Dios es el Creador de los Cielos y la Tierra. En la historia de la torre de Babel observamos la misma usurpación. La frase ‘al peney, “sobre la faz de”, utilizada para referirse a la condición de la Tierra antes de la Creación (Gén. 1:2), reaparece aquí (Gén. 11:4). Mientras que el relato de la Creación pasó de un elemento (las aguas) a la multiplicidad y la diversidad, Babel revierte el estado de multiplicidad en procura de un solo elemento. La palabra de Dios, wayyomer ‘Elohim, “Dios dijo”, ha sido sustituida por la palabra de los constructores, wayy’omeru, “ellos dijeron” (Gén. 11:3, 4). La realización divina de la Creación, expresada mediante la construcción wayehi, “y fue” (Gén. 1:3), ha sido sustituida por el logro humano, wattehi, “y fue” (Gén. 11:3; RVA). La decisión conjunta de los tres integrantes de la Deidad, na’aseh, “hagamos” (Gén. 1:26), fue sustituida por la iniciativa conjunta de los humanos, na’aseh, “hacernos” (Gén. 11:4). Los constructores de Babel tenían la misma ambición que Eva: querían ser como Dios.

El llamado de Abram 

Dios llama a Abram con estas palabras: “Haré de ti una gran nación […] engrandeceré tu nombre” (Gén. 12:2). El llamado de Dios responde y se opone a los designios de los constructores de Babel. No es, pues, casual que el llamado divino hecho a Abram para que se marchara tuviera lugar en la tierra de Ur de los Caldeos. De hecho, es sorprendente que la antigua ciudad sumeria de Ur estuviera situada en la región de Babilonia que guarda una relación más estrecha con el incidente de Babel. El hecho de que Abram escuchara el llamado a abandonar un lugar saturadodel recuerdo de Babel tiene sentido y no debería sorprendernos, no solo por consideraciones históricas y geográficas, sino también por sus implicaciones teológicas. Desde el clamor de los profetas hasta la súplica apocalíptica, el llamado divino a “salir de Babilonia” (el nombre griego de Babel) tiene una larga historia teológica en la tradición bíblica (ver Isa. 48:20; Apoc. 18:4). El llamado divino no solo significa la liberación de las opresivas condiciones del exilio, así como la restauración nacionalen la Tierra Prometida, sino implica también un retorno al Pacto. Los constructores de Babel querían hacerse un gran nombre y convertirse en una nación universal, única (Gén. 11:4). Curiosamente, el verbo “hacer” es una palabra clave del relato de la Creación, donde aparece siete veces, con Dios como sujeto (Gén. 1:7, 16, 25, 26; 2:2 [2x], 3). El mismo verbo es utilizado tres veces para describir la actividad de los constructores de Babel (Gén. 11:4, 6 [2x]), y una de ellas, en particular, en relación con su renombre (Gén. 11:4). Babel se erigía, pues, en lugar del Creador. El llamado a Abram restablece las prerrogativas de Dios. Solo él, como Creador, puede verdaderamente “hacer”; y solo él puede hacerse digno de renombre. Además, solo el nombre de Dios es descrito como “grande” (Jos. 7:9).

La bendición de Abram

La palabra baraj, “bendecir”, es clave en el llamado de Dios a Abram, donde aparece cinco veces. El uso de este término es particularmente prominente en Génesis, donde aparece 88 veces (en comparación con 356 veces en el resto de la Biblia hebrea). El concepto hebreo de “bendición” se asocia a menudo con la perspectiva de la fecundidad (Gén. 1:21-23). Así, el llamado a Abram da un vuelco a la ideología de Babel. Frente a los constructores de Babel, quienes se negaron a seguir el plan divino de la Creación para multiplicarse, la bendición de Abram restablece las fuerzas de la Creación y la promesa de futuro. Mientras que los constructores de Babel fundaban su seguridad solo en sí mismos, el bienestar de las naciones depende únicamente de la bendición de Dios a Abram. La razón esencial de esta bendición reside en un acontecimiento histórico futuro: “Por medio de ti serán benditas todas las familias de la tierra” (Gén. 12:3). La frase preposicional “por medio de ti” significa “por medio de tu descendencia”. Es decir, no es “por medio de Abram” como se obtiene la bendición, sino por medio del Descendiente de Abram, el mismo “Descendiente” mesiánico de Génesis 3:15, texto con el que nuestro pasaje comparte muchos vocablos, formas gramaticales, y asociaciones de palabras y temas. Pablo utiliza el mismo lenguaje para describir el efecto universal del pacto “en Cristo Jesús” (Gál. 6:15).

APLICACIÓN A LA VIDA 

Sustituir a Dios. Puesto que la esencia del pecado es la pretensión de ocupar el lugar de Dios, hazte la siguiente pregunta: ¿Cómo podemos caer en ello, si no tenemos cuidado, en todos los aspectos de nuestra vida? Analiza los siguientes aspectos en tu clase:

Sustituir a Dios en nuestras palabras. Cuando mentimos, ocultamos o distorsionamos un hecho, sustituimos la verdad (lo que Dios ve) por nuestra versión de ella. Cuando nos jactamos, generalmente exageramos nuestro valor a expensas del prójimo o incluso a expensas de Dios mismo, tal como lo hizo Nabucodonosor tras construir la ciudad de Babilonia (Dan. 4:30).

Sustituir a Dios en nuestro trabajo. Cuando trabajamos en exceso, ignoramos las leyes de la salud o a nuestra familia, que necesita nuestra presencia y atención. También cuando somos perezosos o hacemos un trabajo mediocre. Otra forma de sustituir a Dios en nuestras labores es engañar, plagiar, apropiarse del trabajo o los hallazgos de otra persona, pretendiendo que son tuyos.

Sustituir a Dios en nuestra vida religiosa. Cuando adoramos a otra persona o a algo que no es Dios, ya sea dinero, trabajo, un automóvil, una casa o a nosotros mismos, cometemos el pecado de la idolatría.

La respuesta al llamado de Dios. Puesto que tratar de reemplazar a Dios es pecado, ¿qué puedes hacer para permitir que Dios quite al yo del trono de tu corazón y se entronice a sí mismo? Busca en la Biblia ejemplos de esta intervención divina. Analiza la respuesta de Dios al pecado humano; reflexiona acerca de la cuestión de la sustitución: el hecho de que Dios eligiera morir en tu lugar para que tú pudieras vivir. Medita acerca de acontecimientos concretos de la historia de Israel en los que Dios obró en favor de los seres humanos (por ejemplo, la Creación, el Éxodo, el exilio en Babilonia, o momentos concretos en los que luchó por su pueblo [Éxo. 14:14], etc.).

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