Edición para maestros. Tercer trimestre (octubre-diciembre) de 2021
“Amarás al Señor tu Dios”
Lección 4 :- Para el 23 de Octubre de 2021
RESEÑA
En las Escrituras hebreas, la palabra “amor” aparece principalmente en el libro de Deuteronomio y en Cantar de los Cantares. Esta afinidad entre estos dos libros ya sugiere la naturaleza relacional especial del amor. Debido a que el libro de Deuteronomio trata esencialmente del Pacto, es decir, de la relación entre Dios y su pueblo, el amor es un tema importante en este libro. Lamentablemente, el libro de Deuteronomio no contiene una definición clara de “amor”. El amor es misterioso y está más allá de nuestro entendimiento (ver Efe. 3:17). No obstante, el amor aparece asociado con Dios, con el temor y con la Ley.
Temática de la lección:
- En esta lección, abordaremos tres temas complejos y los difíciles interrogantes que se derivan de cada uno:
- El amor y Dios. ¿Qué es el amor? Si Dios eligió a su pueblo porque lo amaba, no porque este lo amara a él (Deut. 7:8), entonces, ¿qué es el amor? Si el amor comienza con Dios y no tiene ninguna motivación en el objeto del amor, ¿por qué amó Dios? En respuesta, desde un punto de vista humano, ¿cómo podemos amar a un Dios a quien no podemos ver? (Ver 1 Juan 4:20.)
- El amor y el temor. Si “en el amor no hay temor” (1 Juan 4:18), ¿cómo podemos amar a Dios y temerlo al mismo tiempo?
- El amor y la Ley. ¿Cómo podemos amar a Dios libremente cuando se nos manda amarlo? ¿Cómo conciliar el aspecto imperativo de la Ley y el carácter espontáneo del amor?
COMENTARIO
Los Mandamientos (Deut. 6:1)
La construcción de la primera oración “estos, pues, son los mandamientos” podría indicar que la frase “los mandamientos” se refiere a lo que sigue: a los “estatutos y decretos” (Deut. 6:1; cf. Deut. 5:1), que Dios le ha ordenado a Moisés que “enseñase”. Asimismo, esta frase de transición alude a los Diez Mandamientos, que recién acababa de recordarles (ver Deut. 5:1-20). Curiosamente, el mismo verbo tsawah, “mandar”, que Moisés usó en su introducción, reaparece aquí en medio del mandamiento del amor (Deut. 6:6); y aquí también, como en la introducción (Deut. 6:1), viene vinculado al verbo “enseñar”. Esta repetición podría sugerir que, cuando Moisés hable de “los mandamientos”, tendrá en mente el mandamiento de amar en primer lugar. Así, cuando Jesús identifique el mandamiento del amor como “el primer mandamiento” (Mar. 12:29-31), estará en armonía con el orden mismo de la “ley de Moisés”.
Preguntas para analizar y reflexionar:
¿Por qué el mandamiento de amar al Señor del amor incluye todos los demás mandamientos? ¿Por qué el mandamiento de amar al prójimo es semejante al mandamiento de amar a Dios, y no solo otro mandamiento distinto (Mar. 12:31)?
Para que temas a Jehová (Deut. 6:2)
Si seguimos el razonamiento de Moisés, el propósito de “los mandamientos” es “para que temas a Jehová tu Dios”. En otras palabras, amar a Dios significa, ante todo, “temer a Dios”, reconocer que hay un Dios. El amor implica la existencia de la otra persona que amamos. Amar a Dios no es amar un principio abstracto, una sabiduría profunda ni una historia hermosa. Amar a Dios no es una teología ni una tradición cultural. Amar a Dios es amarlo como Persona. Temer a Dios significa tener y albergar el fuerte sentido de su presencia en todas partes y en todo momento. Dios está presente no solo en la iglesia o cuando oramos. También está presente en la oficina, en la cocina, en el dormitorio, en el mercado. Dios está presente cuando estamos con gente o cuando estamos solos, en la luz o en la oscuridad. (Ver Sal. 139:2-12.)
Preguntas para analizar y reflexionar:
¿Qué significa amar a Dios como Persona? ¿Por qué no es posible amar a Dios sin reconocer que Dios es una persona? Lee Eclesiastés 12:13 y 14. ¿Por qué el temor de Dios está asociado con Dios como Juez?
Guardar todos sus estatutos y todos sus mandamientos (Deut. 6:2)
Por lo tanto, temer a Dios es andar con él, vivir continuamente en su presencia. No podemos amar a alguien y tomar otro camino en el que él esté ausente. El amor lleva a los Mandamientos. En primer lugar, el amor lleva a los Mandamientos porque los mandamientos de Dios son la expresión de su amor: “por cuanto Jehová os amó” (Deut. 7:8). En segundo lugar, el amor conduce a la obediencia de los Mandamientos porque amamos al Señor: “los que le aman y guardan sus mandamientos” (Deut. 7:9). Ten en cuenta que la sintaxis hebrea de esta frase sugiere que la conjunción “y” (waw, en hebreo) puede entenderse como introduciendo una frase clarificadora o explicativa: “los que le aman, es decir, los que guardan sus mandamientos”. La observancia de los mandamientos de Dios no se suma al amor; es amor. Porque amamos a Dios, amamos su Ley (Sal. 119:70, 92, 97).
Preguntas para analizar y reflexionar:
El hecho de que “amar a Dios” signifique guardar sus mandamientos, ¿cómo afecta nuestra comprensión del amor? Nuestro rechazo a los mandamientos de Dios ¿cómo afectará nuestro amor por él? ¿Por qué nuestra observancia de los mandamientos de Dios afectará nuestra comprensión de quién es él como Persona y, por lo tanto, nuestro amor por él?
Amarás a Jehová tu Dios (Deut. 6:5).
El hecho de que Dios nos ordene amar no es un problema, porque “Dios es amor” (1 Juan 4:8). “Amar a Dios” es el Mandamiento porque no puede ser de otra manera; es el imperativo absoluto debido a quién es Dios. Por lo tanto, como Dios es amor, el Mandamiento abarca la totalidad de nuestro ser. El amor nace del corazón, es decir, de lo que no se ve: de nuestros pensamientos, sentimientos e intenciones más profundos. Claramente, el mandamiento que concluye el Decálogo, “no codiciarás” (Deut. 5:21), establece la clave subjetiva para interpretar todos los Mandamientos. No es suficiente abstenerse de cometer adulterio ni de matar; ni siquiera debemos pensar en ello ni desearlo (Mat. 5:28).
Nuestra respuesta de amor a Dios es imperiosa; emana de nuestro corazón hoy (Deut. 6:6). No es solo un acto de memoria o una esperanza para el futuro. Es actual e involucra nuestra vida diaria. Amar a Dios, que está siempre presente con su amor, es hacer que Dios sea relevante en nuestra vida actual. Por ende, abarca “todo”. No solo “todo tu corazón”, sino también “toda tu alma”, que significa “toda tu persona”. Implica intensidad. No podemos amar a Dios de una manera mediocre ni deslucida.
Preguntas para analizar y reflexionar:
Nuestro amor por Dios ¿se limita a la obediencia de sus mandamientos? ¿Es posible amar a Dios sin sus mandamientos? ¿Por qué? Y ¿qué sería, entonces, el fanatismo? ¿Cómo afecta el fanatismo la autenticidad de nuestro amor por Dios? ¿Por qué el fanatismo es contrario al amor de Dios?
Las repetirás (Deut. 6:1, 7).
Así como a Moisés se le ordenó enseñar los mandamientos de Dios (Deut. 6:1), a nosotros se nos ordenó repetirlos (Deut. 6:7). Dado que el mandamiento de enseñar los mandamientos de Dios tiene su origen en el amor de Dios, la misión de enseñarlos no puede derivar de la intención de forzar ni del deseo de sacar provecho personal. Si la gente acepta a Jesús bajo la amenaza de la espada o bajo la perspectiva de algún beneficio, no entenderá el significado de la Ley de Dios y quién es Dios en realidad. Es revelador que este pasaje bíblico haya sido elegido para explicitar la misión de Israel como testigo de Dios. Hay una curiosidad cuando se observa la primera línea del Shema’ en el texto hebreo (“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es”, Deut. 6:4): la letra ’ayin –que cierra la primera palabra, shema’– y la letra dalet –que cierra la última palabra (‘ejad) pueden juntarse para formar la palabra “testigo” (’ed). Así, para los antiguos escribas que copiaron cada letra de la Torá, esta línea condensaba la esencia misma de la identidad de Israel y su misión como pueblo de Dios de testificar al mundo, en todas partes, en cualquier momento, por la mañana y por la noche, al nacer y al morir, quién es Dios; es decir, el Dios único, que amaba a su pueblo.
Preguntas para analizar y reflexionar:
¿Qué significa enseñar los mandamientos de Dios? ¿Cuál es la conexión entre la noción de un Dios único y la noción de un Dios de amor que desea ser amado? La misión ¿se limita a la Ley? ¿Cómo una interpretación así de limitada distorsionaría el sentido mismo de la Ley?
APLICACIÓN A LA VIDA
Lee Deuteronomio 6:8 y 9. Este texto, junto con otros (comparar con Éxo. 13:9, 16; Deut. 11:8), se usa como referencia para justificar la tradición judía de los tefilín (filacterias); es decir, la práctica de atar este texto en la mano y entre los ojos. Aunque no hay evidencias convincentes de esta práctica en tiempos bíblicos como una aplicación literal de este pasaje, esta tradición parece ser muy antigua; está documentada en el Nuevo Testamento (Mat. 23:5), en los escritos de Flavio Josefo y en algunos artefactos de Qumrán. Sin embargo, lo que queda en claro es la importancia simbólica de este ritual. Visita una sinagoga o busca en Internet una demostración de este ritual, para visualizarlo mejor.
Medita en las lecciones de fe y devoción que simbolizan todas las expresiones de esta práctica:
- Las atarás. La Ley de Dios debe estar estrechamente relacionada con nuestra persona física. El hecho de atar sugiere también la idea de fidelidad y una relación amorosa con Dios.
- En tu mano. La Ley de Dios debería afectar nuestras acciones.
- Entre tus ojos. La Ley de Dios debería afectar nuestra mente y nuestro discernimiento.
- Las escribirás en los postes de tu casa. La Ley de Dios debería afectar nuestro hogar.
Preguntas para analizar y reflexionar:
Entender esta práctica ¿cómo podría ayudarnos en nuestra relación con Dios? ¿En qué medida podría volverse perjudicial para nuestra relación con Dios?