EL SÁBADO ENSEÑARÉ…
RESEÑA
Texto clave: Apocalipsis 19:9.
Enfoque del estudio: Génesis 2:18-23; Ezequiel 16:3-32.
Introducción
En la estructura literaria del relato de la Creación del Génesis, la institución del matrimonio, que aparece en la séptima sección de Génesis 2 (vers. 21 al 24), es paralela a la institución del sábado, que aparece en el séptimo día, en Génesis 2:1 al 3. Este paralelismo pone de relieve una lección de gran trascendencia: la relación entre Dios y la familia humana debe entenderse a la luz del sacramento del matrimonio.
La metáfora matrimonial se repetirá en los primeros pasos del pueblo de Israel en la época del Éxodo. El motivo de los celos, a menudo asociado al motivo del adulterio conyugal, se encuentra, por ejemplo, en el documento de alianza del Decálogo (Éxo. 20:5; comparar con Núm. 25:1; Deut. 4:23, 24). La alianza entre Dios y su pueblo se entiende, pues, en términos conyugales. Dios “ama” a su pueblo (Deut. 7:8), e Israel debe “amar” a Dios a cambio (Deut. 6:5). La palabra hebrea yada’ (“conocer”), que describe la relación sexual, íntima y personal entre marido y mujer (Gén. 4:1; Gén. 19:8), se utiliza para referirse a la relación existente entre Dios y su pueblo (Sal. 16:11; Jer. 2:2, 3; Eze. 16:3-32).
Por estas razones, es imperativo estudiar las dimensiones bíblicas de la relación conyugal para comprender mejor el significado de la metáfora conyugal.
COMENTARIO
Veamos primero el modelo bíblico de matrimonio ejemplificado por la unión de dos parejas en el libro de Génesis: Adán y Eva, e Isaac y Rebeca. Posteriormente, examinaremos el simbolismo conyugal en sus aplicaciones proféticas: a saber, cómo las metáforas de la “prostituta” y la “esposa” ilustran, respectivamente, el fracaso y el éxito de la relación de Dios con la humanidad caída.
Adán y Eva
Según el relato bíblico, la institución del matrimonio tuvo lugar, en el Jardín del Edén, el primer día de la historia humana (Gén 1:26, 27; 2:18, 20-23). Por lo tanto, es de esperar que estos antiguos textos inspirados del Génesis contengan los principios fundamentales del matrimonio y, por ende, sean útiles en nuestra investigación.
“A imagen de Dios” (Gén. 1:27). Es interesante que se utilice la forma verbal plural para describir la iniciativa divina de crear a la pareja humana: el plural del verbo na’aseh, “hagamos” (Gén. 1:26), se refiere a la interrelación existente entre los integrantes de la Deidad. El hecho de que Dios creara a la pareja “a su imagen” (Gén. 1:27) implica que, como pareja, Adán y Eva deben reflejar el modelo de la interrelación divina. Sin embargo, este paralelismo no debe interpretarse literalmente en el sentido de que, por ejemplo, exista una relación sexual o una jerarquía en el seno de la Deidad. La idea es simplemente que, al igual que hay amor y unidad entre las tres Personas de la Deidad, debe haber amor y unidad entre el hombre y la mujer (ver Gén. 2:24; Juan 15:9, 12, 17; Efe. 4:1-6).
“Una ayuda idónea” (Gén. 2:18). La palabra ‘ezer (“ayuda”) se usa generalmente para referirse a Dios (Éxo. 18:4, Sal. 10:14; 30:10; 33:20, etc.). La palabra kenegdo, “idónea”, significa literalmente “como” (ke) y “frente a él” (negdo), lo que transmite la idea de ”correspondencia”, “complementariedad” o “mutualidad”, e implica igualdad y compañerismo. Por lo tanto, la pareja es descrita como semejante el uno al otro. La relación recíproca que existe entre el hombre y la mujer en la Creación y después de la Caída sirve también como figura para describir la alianza entre Dios y su pueblo (comparar Cant. 6:3; Gén. 3:16; Efe. 5:21-28).
Isaac y Rebeca
La historia del matrimonio de Isaac y Rebeca está registrada en Génesis 24, el capítulo más largo del Génesis. Esta historia contiene una lección sobre la presencia de Dios. El Señor Dios nunca habla en este capítulo, pero sí es mencionado 17 veces. Otra palabra clave del capítulo es el verbo “ir” (halaj), que también aparece 17 veces, 7 de las cuales están relacionadas con Rebeca. La palabra “ir” es el verbo que inició el viaje de Abraham en respuesta al llamado de Dios (Gén. 12:1, 4).
Eloy Cj, [12/04/2025 15:41]
Rebeca se entiende, pues, como un segundo Abraham. La idea general de este capítulo es que el matrimonio es el lugar de la presencia de Dios, el lugar de la salvación de Dios. El matrimonio de Isaac y Rebeca presenta, por lo tanto, una serie de elementos instructivos que iluminan nuestra comprensión de la alianza de Dios con su pueblo.
Dios da inicio al Pacto. Así como Abraham simbólicamente a través de Eliezer fue en busca de la futura esposa para su hijo Isaac, Dios es el que da el primer paso hacia su pueblo, su esposa. Sin embargo, Dios no fuerza su alianza. Del mismo modo, Eliezer tiene en cuenta la libertad de la novia, que puede decidir no seguirlo: “Tal vez la mujer no quiera seguirme” (Gén. 24:5, LBLA).
La respuesta de la novia. Rebeca no duda en seguirlo y responde con una palabra: ‘elej, “Iré” (Gén. 24:58), que marca la última aparición del verbo clave halaj (“ir”) en relación con Rebeca. El hecho de que se consulte a Rebeca es sorprendente en su contexto cultural, en el que se suponía que la mujer no podía opinar sobre su matrimonio. En este caso, todo depende de su “sí” o su “no”, ya que ella tiene la última palabra en este asunto. Además, la respuesta de Rebeca es la misma que la del patriarca Abraham. Los verbos se hacen eco del verbo de partida de Abraham cuando abandonó Mesopotamia: wayyelej, “salió” (Gén. 12:4). En este sentido, los pasos de Rebeca siguen los de Abraham.
La parte de la oración. Eliezer oró por el éxito de su viaje (Gén. 24:12) y también para que Rebeca le diera de beber (Gén. 24:14). Entonces, de acuerdo con su oración, Rebeca “le dio de beber” (Gén. 24:18). Además, Isaac oró por el éxito de su encuentro con Rebeca (Gén. 24:63). Entonces los ojos de Rebeca se encontraron con los de Isaac (Gén. 24:64).
La parte del amor. El texto bíblico informa que Isaac no amó a Rebeca hasta después de su matrimonio (Gén. 24:67). El amor implica el deber de la fidelidad conyugal: “Vive con alegría con la esposa que amas” (Ecl. 9:9). Este concepto hebreo del amor ha inspirado la teología hebrea de la religión. La experiencia del amor conyugal se ha utilizado como modelo de la alianza entre Dios y su pueblo (Ose. 2:2; 3:1).
El “amor”, en el Antiguo Testamento, es parte integrante del concepto de “pacto” (Deut. 7:9). Así, cuando Dios llama a los seres humanos a amarlo, no se refiere a una experiencia sentimental momentánea; amar a Dios implica el compromiso de vivir con él de por vida (Deut. 6:5-9; Éxo. 20:6).
La prostituta y la esposa fiel
La experiencia conyugal inspiró a los profetas. Cuando el pueblo de Dios le era infiel y se iba tras otros dioses, se lo comparaba con una ramera, y se decía que la alianza matrimonial estaba rota. Por otro lado, cuando el pueblo de Dios era fiel a Dios, se celebraba el pacto matrimonial, e Israel, o la iglesia, era comparada con una hermosa novia.
La esposa. En el libro de Oseas, el simbolismo conyugal se refiere tanto a una idea espiritual como a una realidad histórica. El profeta Oseas es llamado por Dios a tomar “una mujer fornicaria […], porque el país se está prostituyendo” (Ose. 1:2). Estas palabras deben interpretarse tanto literal como espiritualmente. La mujer en cuestión tiene un amante y está cometiendo adulterio al igual que los hijos de Israel, a quienes Dios amaba, pero se entregaron a otros dioses (Ose. 3:1); en este sentido, es una verdadera prostituta profesional a la manera de tales mujeres de aquel tiempo en Canaán. Así, cuando el pueblo de Israel vio que el profeta se casaba con una ramera, se identificó con la ramera con la que Dios se casó.
La esposa de Dios. En el libro de Ezequiel, la mujer o novia, como símbolo del pueblo de Dios, se describe en progresión. Cuando Dios la encontró, no era más que un bebé recién nacido, sucio y feo, de origen pagano (Eze. 16:3). Luego, Dios cuidó de ella. La limpió y la alimentó, y creció “hermoseada en extremo” (Eze. 16:13), representando el esplendor de Dios, que él le otorgó (Eze. 16:14).
Eloy Cj, [12/04/2025 15:41]
El mismo calificativo hebreo me’od me’od, “en extremo”, se usa en el libro de Ezequiel para caracterizar a la mujer en su iniquidad, que era “sobremanera” grande (Eze. 9:9). Lo que Dios hizo “en extremo” bueno se convirtió en “sobremanera” malo.
La ramera y la esposa fiel. Haciéndose eco de los profetas hebreos, el libro de Apocalipsis utiliza la metáfora conyugal para significar el contraste entre las dos versiones de la mujer. La mujer simbólica “engalanada como una novia para su esposo” (Apoc. 21:2) representa al pueblo de Dios, con el que el Señor morará en la “Nueva Jerusalén” (Apoc. 21:2). Por otro lado, “la gran ramera” representa a la iglesia adúltera “que corrompía la tierra con su fornicación” (Apoc. 19:2).
APLICACIÓN A LA VIDA
La metáfora conyugal puede ser aplicada en tres ámbitos de la vida cristiana, a saber: en la relación personal con Dios, en la relación matrimonial y en la relación con los hermanos en la fe.
1. La relación con Dios. ¿De qué manera la metáfora conyugal se aplica e ilumina tu relación personal con Dios? ¿Cómo te ayuda la metáfora a llevar tu religión más plenamente a tu vida? ¿Cómo te enseña que Dios no solo debe estar presente cuando oras y cuando celebras el culto en la iglesia, sino también en todas partes y en todo momento? ¿De qué manera te enseña la figura del matrimonio a caminar con Dios: por la noche cuando duermes; durante el día, cuando trabajas, piensas, hablas, cantas, comes, juegas y ríes; así como en los momentos en que sufres, lloras y luchas? Enumera ejemplos concretos de cuándo sientes y comprendes que Dios está cerca de ti, y cuándo sientes que está lejos de ti o triste por ti.
2. La relación con el cónyuge. A la luz del modelo bíblico del matrimonio, considera, si estás casado, tu relación con tu cónyuge. Presta gozosa atención a quien amas “todos los días de tu vida” (Ecl. 9:9). “Sean sumisos unos a otros en el temor de Dios” (Efe. 5:21). Descubre la imagen de Dios en tu cónyuge, y respeta y maravíllate de cuán diferente es de ti (Gén. 1:26). ¿Cómo armoniza el principio de la unidad con el principio de la diferencia o singularidad (Gén. 2:24)?
3. La relación con los miembros de la iglesia. Analiza la relación que existe entre la iglesia y el carácter de Dios. ¿Cómo se aplican el amor y la justicia de Dios a la vida de la iglesia? Encuentra ejemplos concretos en los que tú, o tu iglesia, fracasaron y tuvieron éxito.