Lección 2 Edición Maestros: “La lección de historia de Moisés” Para el 9 de Octubre de 2021

Edición para maestros. Tercer trimestre (octubre-diciembre) de 2021

“La lección de historia de Moisés”

Lección 2 :- Para el 9 de Octubre de 2021

RESEÑA

Conforme a la estructura contractual del libro, el discurso de Moisés comienza con un “preámbulo” (Deut. 1:1-5), que tiene dos funciones. En primer lugar, señala la naturaleza del contenido del libro, como lo indica la frase “estas son las palabras” (Deut. 1:1). Estas “palabras” se refieren no solo a las palabras de Moisés como profeta y líder de Israel, sino también a las “palabras” de Dios, sus mandamientos (comparar con Núm. 36:13), que Moisés explicará más adelante (Deut. 1:5), y a la acción de Dios a través de los sucesos de la historia de la salvación. En segundo lugar, sitúa el lugar y el tiempo del último testimonio de Moisés a su pueblo: “a este lado del Jordán” (Deut. 1:1), que es Transjordania, frente a la Tierra Prometida (Núm. 36:13), y “a los cuarenta años” (Deut. 1:3); es decir, el último año del viaje de Israel por el desierto.
Después del “preámbulo” viene un prólogo histórico que repasa los sucesos históricos de los que Moisés extrae lecciones para su pueblo.

 

Temática de la lección:

  • Acuérdate y espera
  • Dios lucha por ti
  • Dios cumple sus palabras
  • Gracia y justicia

 

COMENTARIO

La reseña histórica de Moisés abarca los tres eventos principales del peregrinaje de los israelitas: el pacto de Dios con su pueblo en Horeb (Deut. 1:6-18), la rebelión del pueblo en el oasis de Cades-barnea (Deut. 1:19-46) y finalmente la conquista de Galaad (Deut. 2:1-3:29).
Dios hace un pacto en Horeb (Deut. 1:6-18) Horeb es el lugar de la manifestación de Dios. Horeb y Sinaí se refieren al mismo lugar, el monte donde Dios se le reveló a Israel e hizo un pacto con el pueblo y le dio su Ley (Éxo. 3:1). Moisés enfatiza el estrecho vínculo personal entre Israel y Dios, llamado “Jehová nuestro Dios” (Deut. 1:6), un título que se usa a menudo en el libro de Deuteronomio. Moisés le recuerda al pueblo el llamado de Dios a trasladarse: “Habéis estado bastante tiempo en este monte” (Deut. 1:6).
Aunque este gran momento de adoración fue importante, Dios consideró que era hora de actuar. El Dios de Israel no es el Dios de los monasterios.
No es el Dios de las oraciones y la meditación solamente; también es el Dios que insta a su pueblo a que vaya a poseer la tierra prometida a los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob (Deut. 1:8; comparar con Gén. 12:7). Por esto, a Dios se lo llama “Jehová Dios de vuestros padres” (Deut. 1:11). Por lo tanto, este acontecimiento se presenta como el cumplimiento de las palabras de Dios. Esta idea se ve reforzada por la referencia de Moisés a la naturaleza del pueblo, que ahora se ha multiplicado mil veces y se volvió “como las estrellas del cielo” (Deut. 1:10), un prodigio que también es el resultado de la promesa de Dios (comparar con Gén. 15:5; 22:17). Esta tarea requiere no solo el arduo deber de prepararse para la guerra, sino también la necesidad de organizarse como nación; deben disponer de jueces sabios (Deut. 1:13) y justos (Deut. 1:16).

 

Preguntas para analizar y reflexionar:

¿Por qué Dios recibe el nombre de “Jehová Dios de vuestros padres”? ¿Qué importancia tiene actualmente el recuerdo de los antepasados, en nuestra religión? Este título, ¿implica una religión que se centra solo en el pasado? ¿Por qué? La rebelión del pueblo en Cades-barnea (Deut. 1:19-46)
Moisés describe esta región como el lugar que “Jehová nuestro Dios nos da” (Deut. 1:20). Moisés le recuerda a Israel que, a pesar del estímulo de Dios (Deut. 1:20, 21) y la seguridad de que Dios pelearía por ellos como lo hizo en Egipto (Deut. 1:30; comparar con Éxo. 14:14), el pueblo dudó, tuvo miedo y se negó a asumir riesgos (Deut. 1:32). El pueblo cometió dos errores: En primer lugar, cuando enviaron espías para evaluar el poder de los habitantes y vieron que los nativos de la tierra eran gigantes robustos, se asustaron y se negaron a entrar. En segundo lugar, cuando Israel entendió que Dios estaba molesto por su falta de fe, decidió ir solo y luchar presuntuosamente contra el enemigo sin el apoyo de Dios.
Como resultado, no solo perdió esta oportunidad de entrar en la tierra inmediatamente, sufriendo así una gran pérdida, sino además Dios “juró” que vagaría por el desierto durante cuarenta años (Deut. 2:14).
La misma palabra, “juró”, se utiliza para referirse al juramento que Dios les hizo a sus padres. La fecha de “cuarenta años” es, irónicamente, otro recordatorio del cumplimiento de la palabra de Dios. Moisés utiliza todos estos eventos para recordarle a Israel la promesa de Dios y también para advertirle al pueblo, antes de cruzar el Jordán, que debe aprender una lección del pasado para poder afianzar su futuro.

Preguntas para analizar y reflexionar:

¿Qué lección de fe se encuentra en las palabras que repitió Moisés de que Dios “peleará por vosotros”? ¿Cómo explican estas palabras el método de conquista que Dios tenía en mente para su pueblo? ¿Por qué fracasaron los israelitas cuando fueron a luchar por su cuenta?

 

La conquista de Galaad (Deut. 2:1-3:29)

Después de haber pasado mucho tiempo en Cades-barnea, los israelitas, el pueblo de Israel, se dirigieron nuevamente hacia el norte en dirección a la Tierra Prometida, pero no conquistaron la tierra de inmediato. Es interesante que primero hayan tenido que atravesar pueblos y tierras que no estaban incluidos en la promesa que Dios les hizo, como Edom, Moab y Amón; y por lo tanto, no los confrontaron. En su viaje durante cuarenta años “por este gran desierto”, experimentaron cuánto Dios los protegió y cuidó de ellos (Deut. 2:7). Solo al final de la “generación rebelde” Israel comenzó a tomar posesión de la tierra. Uno por uno, los enemigos cananeos fueron derrotados y desposeídos de su tierra. Entonces, los israelitas tomaron posesión de la tierra y se organizó la distribución.

 

El problema de la conquista

La narración bíblica sobre la conquista de la Tierra Prometida se centra esencialmente en las victorias, sin abordar directamente los delicados y complejos problemas éticos asociados a ese proceso. Sin embargo, el texto bíblico proporciona una serie de pistas y principios para ayudar a abordar este problema:

  • Dios da. Dios es el Dueño y Dador de la tierra. Este principio se manifiesta varias veces (Deut. 1:8, 20, 25, 35). Entonces, no toda la tierra les fue entregada a los israelitas. Dios le ha dado algunas partes de la tierra a Edom, por ser descendiente de Esaú (Deut. 2:5), y a Moab y Ammón, por ser descendientes de Lot (Deut. 2:9, 19).
  • Dios quita. Dios no le dio la tierra a la generación rebelde de israelitas, que vagaron por el desierto durante cuarenta años. Ten en cuenta que ni siquiera Moisés pudo disfrutar de la tierra, por aquella dureza de corazón (Deut. 3:27). Dios les quitó la tierra a los amorreos porque habían alcanzado la plenitud de su iniquidad (Gén. 15:16). El impedimento de entrar en la tierra para los israelitas y su muerte en el desierto debe entenderse como el resultado del juicio de Dios, al igual que la destrucción o la expulsión de los cananeos de la tierra.
  • Dios lucha. Este principio, que se le repite a Josué (Deut. 3:22), sugiere que Dios verdaderamente era el autor señalado para esta operación de juicio. Ten en cuenta que el juicio, que implica la erradicación del mal, también es un acto de gracia en favor del pueblo de Dios.

 

Perspectiva escatológica

Observa la aplicación escatológica y mesiánica de Elena de White de la visión profética de Abraham con respecto a la conquista de la Tierra Prometida en Génesis 15:16 al 18: “Y oyo´ [Abraham] la voz de Dios dicie´ndole que no esperase la inmediata posesio´n de la Tierra Prometida, y anuncia´ndole los sufrimientos que su posteridad tendri´a que soportar antes de tomar posesio´n de Canaa´n. Le fue revelado el plan de la Redencio´n, en la muerte de Cristo, el gran sacrificio, y su venida en gloria. Tambie´n vio Abraham la Tierra restaurada a su belleza ede´nica, que se le dari´a a e´l por posesio´n perpetua, como el pleno y final cumplimiento de la promesa” (PP 131, 132, énfasis añadido). Preguntas para analizar y reflexionar: ¿Por qué era necesario para el plan de salvación de Dios, en su aspecto más amplio, que los israelitas poseyeran la tierra de Canaán? ¿Por qué se describe la tierra de Canaán en términos que recuerdan el Jardín del Edén? ¿Por qué la santidad ideal requiere la erradicación total del mal?

 

APLICACIÓN A LA VIDA

Un sabio dijo: “La mayoría de mis preocupaciones nunca sucedieron”. ¿Por qué esta reflexión es especialmente válida para el cristiano? Supón que estás luchando con un proyecto difícil y estás preocupado por eso. La promesa de que “Jehová vuestro Dios […] luchará por vosotros” ¿cómo te ayuda a afrontar las preocupaciones? ¿Por qué la fe en el Señor realmente alivia tu estrés y facilita tus logros?

Radio Adventista
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