Lección 12 Edicion Maestros: “La fe del pacto” Para el 19 de Junio de 2021

Edición para maestros. Segundo trimestre (abril-junio) de 2021

“La fe del pacto”

Lección 12 :- Para el 19 de Junio de 2021

RESEÑA

Texto Clave: Gálatas 3:11.
Más allá de lo que hagamos, nuestra naturaleza humana es pecaminosa e indigna en comparación con la pureza de la justicia de Dios. Al aceptar la muerte sustitutiva de Cristo en nuestro favor mediante el pacto, podemos ser dignos ante los ojos de Dios. Y por más que Dios nos purifique, nos cambie, nos moldee hasta llegar a reflejar su imagen, siempre debemos tener a Jesús como nuestro perfecto Sustituto. Esta es la esencia del evangelio y nuestra gran esperanza, nuestra esperanza del pacto.

 

COMENTARIO

Antes de que se pudiera ratificar el nuevo pacto, había que derramar sangre. Por lo tanto, como había quedado asentado y predicho en los archivos de las profecías mesiánicas, esa sangre vivificante, que brotó del Calvario, validó el nuevo pacto.

 

Reflexiones del Calvario

Definidamente necesitamos que la gracia divina nos purifique, que nos libre de la presunción y de la pecaminosidad inherentes, que aunque prácticamente forman parte de nosotros, no necesitan dominarnos. ¿Y quién no anhela ser librado de los celos mezquinos, las envidias, la amargura, la ira y la astucia, que causan una culpa inherente en todos nosotros? Todo esto, y más, es lo que Dios hará por su pueblo del pacto, si tan solo cumplen el pacto y descansan en él y en sus promesas.

“Su situación es ciertamente seria. No pueden limpiarse a sí mismos del pecado (Prov. 20:9), y ninguna obra de la ley los capacitará jamás para comparecer ante Dios justificados (Rom. 3:20; Gál. 2:16). De ahí que la expiación, para lograr en favor de los pecadores lo que debía hacerse, era necesario que la hiciera otra Persona en favor de ellos. Cristo es completamente abnegado, incluso en la muerte. Él es el medio para que regresemos a Dios. A través de él tenemos acceso al Padre (Efe. 2:18), un acceso del que hemos de apropiarnos por la fe en él (3:12), a quien ‘Dios lo ofreció como un sacrificio de expiación que se recibe por la fe en su sangre’ (Rom. 3:25, NVI)” (R. Dederen, “Cristo, su persona y obra”, en Tratado de teología adventista del séptimo día, t. 9, p. 198).

 

La fe de Abraham: Primera parte

Qué asombroso que el Antiguo Testamento, a menudo considerado el máximo ejemplo en lo que a legalismo respecta, en realidad sea la máxima expresión de la promesa del pacto de salvación por fe. En Génesis 15:6, podemos ver esto en el famoso versículo: “Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia”. Esto, por supuesto, hablando de Abram (todavía no había sido llamado Abraham). El hebreo es claro: Abraham creyó “en” el Señor; es decir, no solo creía que existía, sino además creyó en sus promesas, incluso en las que parecían imposibles, como que algún día sería el padre de una gran nación.

¿Y qué decir de otras promesas de Dios que parecen imposibles? Como, por ejemplo, que nosotros, siendo pecadores, podemos ser considerados justos, e incluso ser justificados, a la vista de Dios. ¡Hablando de creer en lo imposible!

 

La fe de Abraham: Segunda parte

“La fe se come el maná y no deja ni un bocado para que se críen gusanos […]

“La fe de Abraham logró llevar filas de camellos y rebaños de ovejas de Harán a Canaán. Era una fe que podía clavar la estaca de la tienda en un suelo extraño o enrollar la lona. […]
“Es una fe práctica, activa, viva, de entre semana y de todos los días. Hablaré de manera muy amplia y sencilla, y diré que necesitamos una fe de pan y queso […] una fe que crea que Dios, que alimenta a los cuervos, nos enviará nuestro pan de cada día; una fe […] que […] no viva en el ámbito de la ficción” (C. Spurgeon, “Hearken and Look”, en Spurgeon’s Expository Encyclopedia, ts. 1, 2, pp. 43, 47, 48; ver Isa. 51:2.)

 

Descansemos en las promesas

“¿Cómo puede la Deidad arriesgar tanto en favor de la humanidad? ¿Cómo puede Dios declarar la plenitud (perfección) de gente que, aunque esté en proceso, no la ha alcanzado totalmente? ¿Cómo puede declarar que gente que por naturaleza es inaceptable sea aceptada? ¿Cómo puede la Deidad arriesgar su reputación al extender una gracia tan osada?
“La respuesta es triple.

“En primer lugar, Dios lo hace porque acepta como perfección nuestras oraciones sinceras y nuestros esfuerzos para alcanzar la madurez espiritual. […]

“En segundo lugar, Cristo puede actuar de este modo porque la fe que él ve en nosotros no es realmente nuestra, es de él. Él ve su fe en nosotros y honra esa fe. Es nuestra en el sentido de que somos los depositarios de su amor, los objetos de su gracia. Pero es suya porque la fe salvífica es de origen divino, no humano. […]

“En tercer lugar, Dios actúa con tanta confianza porque en el análisis final no es en nosotros que el Padre se centra; es en la justicia del manto de Cristo que nos cubre” (C. Rock, Seeing Christ: Windows in His Saving Grace, pp. 158, 159).

 

APLICACIÓN A LA VIDA

Para reflexionar: ¿Eres salvo? Para responder a esta pregunta, es importante comprender qué es la salvación. La salvación es un sustantivo que sugiere acción. Salvar es la raíz, que es un verbo. ¿Qué acción está involucrada en la salvación?

Las diferentes religiones ven la salvación de diferentes maneras. Los bautistas sitúan la salvación en el pasado; es un evento que tuvo lugar en la Cruz. Todos los pecados fueron perdonados en ese momento. Los que creen en la predestinación sitúan la salvación en el “Santo Concilio”, donde ciertas personas fueron designadas para salvarse o perderse. Los católicos romanos ubican la salvación en el futuro, después de que una persona que muere creyendo en Jesús se purifica en el purgatorio. Estos son puntos de vista puntuales de la salvación, lo que significa que la salvación tiene lugar en un momento determinado.
Sin embargo, los adventistas del séptimo día tienen una visión lineal de la salvación. La salvación tiene pasado, presente y futuro. Es un proceso, una serie de actos divinos y respuestas humanas.

Dios sabía desde el principio que Adán y Eva lo rechazarían. Los creó con libre albedrío: la capacidad de elegir entre el bien y el mal. Asumió la responsabilidad de rectificar el pecado que ellos habían introducido. Jesús dio un paso adelante y dijo: Experimentaré la segunda muerte en lugar de ellos.

Dios estableció un pacto con su pueblo y nunca cambió sus condiciones. Todas las interacciones entre Dios y su pueblo quedaron establecidas en el pacto. Dios ilustró el plan de salvación mediante los servicios del Santuario y, finalmente, lo cumplimentó mediante el sacrificio de Jesús.

La contribución más importante que podemos dar al mundo en este momento es compartir con otros quién es Jesús, lo que hizo, lo que está haciendo y lo que hará. Él no está de vacaciones ni se toma un descanso de quince minutos. Ahora mismo es el punto más trascendental de nuestra salvación.

¿Qué significa la salvación para ti? ¿Cuál será tu respuesta cuando alguien te pregunte si eres salvo?

  1. Pide a la clase que responda esta pregunta: ¿Eres salvo? Analicen las diversas respuestas y lo que revelan sobre cómo nosotros, siendo miembros de iglesia, entendemos el plan de salvación y cómo funciona. ¿Por qué los adventistas parecen tener problemas con esa pregunta?
  2. Elena de White ha dicho que Dios nos ama a cada uno como si fuéramos el único ser humano existente sobre la tierra. ¿Qué nos enseña eso sobre el amor de Dios? Reflexiona sobre las implicaciones de esta idea y por qué transmite tanta esperanza.
  3. Un pensamiento fundamental de algunos en la época de Cristo era que una persona debe “ganarse” el favor de Dios. Un pensamiento fundamental de los cristianos es que todo lo que una persona puede hacer es confiar en la Palabra de Dios. Considera la diferencia entre estos dos pensamientos, y responde: ¿Por qué crees que Pablo puso a Abraham como el mayor ejemplo de fe (Rom. 4:1-8)?
  4. El estudio del jueves nos dice que cuando las personas repasan su vida antes de morir, ven cuán vanas e inútiles fueron sus obras para ganar la salvación. ¿Cuáles son los elementos de la vida que nos hacen creer que debemos depender más de nosotros mismos que de alguna otra persona o cosa? ¿Qué podemos hacer para llevar una vida que diga: “Jesús está al mando”? Tu vida espiritual, ¿cómo refleja quién o qué está al mando?
  5. “Dios no nos abandona por causa de nuestros pecados. Quizás hayamos cometido errores y contristado a su Espíritu, pero cuando nos arrepentimos y acudimos a él con corazón contrito, no nos desdeña. Hay obstáculos que deben ser removidos. Se han fomentado sentimientos equivocados y ha habido orgullo, autosuficiencia, impaciencia y murmuraciones. Todo esto nos separa de Dios. Deben confesarse los pecados; debe haber una obra más profunda de la gracia en el corazón. Los que se sienten débiles y desanimados pueden llegar a ser hombres fuertes en Dios y hacer una noble obra para el Maestro” (FO 34, 35). ¿Cómo podemos aprender a vivir con estas palabras?
  6. Todos hemos sentido el rechazo y el dolor de una promesa incumplida. No obstante, la Biblia está llena de promesas con las que podemos contar al ciento por ciento. Sin embargo, somos nosotros los que, en desobediencia, abandonamos nuestra relación de pacto. Al conocer el dolor de una relación rota, ¿qué podemos hacer para asegurarnos de no dar por sentada nuestra relación de pacto con Dios?
  7. Jesús se sacrificó a sí mismo porque nosotros teníamos una deuda imposible de pagar. ¿Por qué Dios no podía, simplemente, perdonar la deuda? Si Dios no pudo hacer esto, ¿significa que de alguna manera está sujeto a su propia Ley?
  8. En 1 Pedro 1:18 y 19, el autor escribe que la sangre de Cristo “rescató” a sus oyentes de “la vida absurda que heredaron de sus antepasados” (NVI). ¿Estaba escribiendo estrictamente sobre la redención del castigo futuro? ¿O también se refería al impacto de este hecho sobre la vida que llevaban sus oyentes en ese momento? Analicen.
  9. Génesis 15:6 declara que la fe de Abraham en el Señor fue contada como justicia. En la actualidad, la mayoría asocia la fe o la creencia con el asentimiento a una lista de doctrinas o proposiciones. ¿Es esto a lo que se hace referencia aquí? ¿Por qué? Si no es así, ¿qué parte de nuestra relación con Dios ocupan las creencias “correctas” acerca de Dios?
Radio Adventista
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