Lección 10 Edición para Maestros – CÓNYUGES: JUNTOS EN LA CRUZ – Sábado 2 de Septiembre 2023

RESEÑA

Texto clave: Efesios 5:25-27

Enfoque del estudio: Efesios 5:21-33; Filipenses 2:3, 4; Ezequiel 16:1-14; 2 Corintios 11:1-4; Génesis 2:15-25.

Introducción:

La unidad recorre como un hilo de oro la carta de Pablo a los Efesios. La unidad se aplica no solo a la relación entre judíos y gentiles en la iglesia (Efe. 2). En toda la epístola, Pablo analiza cómo el Dios Trino produce la unidad: mediante la salvación; mediante el bautismo; mediante la fe; mediante los dones espirituales; mediante la presencia del Espíritu Santo en nosotros; mediante la transformación de nuestro andar en la vida, según el modelo de Cristo, y mediante la sabiduría cristiana. En última instancia, para Pablo, la unidad en todos sus aspectos solo es posible en Cristo.

Pablo coloca su análisis sobre la unidad de la iglesia como la nueva humanidad en el sitio que le corresponde: la familia. Si alguna vez hubo un ejemplo o un modelo de unidad, es la familia. La familia puede estar verdaderamente unida solo en Cristo, como los gentiles y los judíos están unidos en Cristo y como todos los miembros de la iglesia están unidos en un solo cuerpo, el cuerpo de Cristo. En la familia, las esposas se someterán al esposo en Cristo y el esposo amará a la esposa “en el Señor”. El aspecto divino dentro de la relación marital significa que debemos ver a la familia como Dios la ve. Este aspecto divino también significa que la familia debe cumplir la función y el propósito que el Señor le dio en la Creación: ser “una sola carne”, una unidad indivisible. Los dos esposos son uno, pero no solo por el mutuo beneficio, sino porque Dios los creó así, porque Dios así lo ordenó. La unidad de la familia apunta más allá de sí misma, así como la unidad de la iglesia apunta a la unidad del Dios trino y su relación con la humanidad.

Temática de la lección:

Este estudio se centra en tres temas principales:

El tema de la unidad de Pablo continúa con la familia cristiana, como se revela en la relación del esposo y la esposa.

La única forma en que la verdadera familia cristiana mantenga su unidades estando “en el Señor”, lo que significa que se someten unos a otros como lo diseñó Dios en la Creación y como lo confirmó el amor abnegado de Jesús por la humanidad en su plan de salvación.

Una familia que verdaderamente está “en el Señor” no experimentará relaciones abusivas, como el adulterio o la violencia, porque tanto el esposo como la esposa aprenderán a respetarse y amarse mutuamente en el Señor.

COMENTARIO

La teología paulina de la familia

Efesios 5:21 al 33 es un profundo análisis cristológico y eclesiológico. Al igual que en otras partes de sus epístolas, Pablo combina una sólida argumentación teológica (doctrina de Cristo y doctrina de la iglesia) en sus consideraciones prácticas. Según Pablo, la teología bíblica no existe simplemente con el único propósito de idear un sistema intelectual coherente y hermoso; el mensaje práctico del apóstol se construye siempre sobre el sólido fundamento de la teología bíblica.

Por eso, el apóstol no aborda la discusión de la familia como si fuera un tema marginal que pudiera encararse con algunas soluciones tomadas de la sabiduría humana en general, de la psicología o de la sociología. Más bien, coloca su discusión sobre la familia en el contexto de las doctrinas cristianas fundamentales: Dios, la Creación, Cristo, la salvación y la iglesia. Por cierto, aquí Pablo no utiliza la familia para ilustrar estas doctrinas, ¡sino que utiliza las doctrinas para ilustrar la familia cristiana!

Como en el caso de la iglesia, Pablo no acepta que la perspectiva acerca de la familia cristiana esté determinada por las realidades de nuestra naturaleza humana caída y de la sociedad. Más bien, sigue el principio interpretativo de Jesús “desde el principio” (“Pero al principio no fue así” Mat. 19:8), que ayuda a la iglesia cristiana y a su teología a enfocarse en el restauración de los ideales de Dios para nosotros, en lugar de legitimar las realidades del mundo pecaminoso. El tratamiento que Pablo hace de la familia en el contexto de estas doctrinas cristianas fundamentales muestra que la familia cristiana no puede estar sujeta a transigencias.

Ser sumisos y amar

El lenguaje paulino de “sean sumisos […] amen”, referido a las relaciones hombre-mujer, ha suscitado numerosos debates, y ha suscitado incluso algunas condenas contra el cristianismo como misógino. Sin embargo, estas reacciones se basan en un malentendido del mensaje de Pablo.

Varios elementos pueden ayudarnos a entender mejor este pasaje:

Las actitudes del esposo y de la esposa provienen del contexto de la sumisión mutua (Efe. 5:21), como resultado de ser llenos del Espíritu Santo (Efe. 5:18).

La mujer se somete a su marido, no como a un jefe, sino como a Cristo, su Salvador y Protector. El significado de la sumisión es tener a su esposo en alta estima, respetándolo, reconociéndolo y apreciándolo como su protector y ayudador. La Biblia no ofrece ningún fundamento para el concepto de que la esposa es inferior a su esposo y, por lo tanto, debe someterse a él como superior. Más bien, Pablo aquí enseña la actitud correcta de humildad y respeto que la esposa debe tener por su esposo. El hecho de que el cristianismo proclame la plena dignidad del hombre y la mujer en Cristo no debe llevar a la mujer a adoptar una actitud de arrogancia y superioridad hacia su marido. Más bien, la esposa debe asumir una actitud de fidelidad amorosa y solidaria.

Los esposos, a su vez, deben recordar que las mujeres perciben el amor en términos de cuidado y protección. El amor del esposo por su esposa es como el amor sacrificial del Señor por la iglesia. Pablo enseña a los hombres a tener la actitud correcta de humildad, aprecio y amor por sus esposas.

Es verdad que Pablo comparó la sumisión de la esposa con la sumisión de la iglesia, y el amor del esposo con el amor de Cristo. Pero Pablo no hace esta comparación a la ligera, mezclando conceptos teológicos y proporcionando la base para relaciones jerárquicas entre hombres y mujeres ni para una visión sacramental del matrimonio. Al contrario, inmediatamente el apóstol matiza su comparación y explica muy cuidadosamente lo que quiso decir exactamente y cuáles son los puntos de comparación. Esa comparación se refiere a las actitudes y las formas de someterse unos a otros y de expresar el amor.

Doctrina adventista del matrimonio y la familia

La teología de la familia es tan importante que algunas iglesias cristianas han incluido a la familia en la lista de sus doctrinas (ver, por ejemplo, la Confesión de Fe de Westminster, artículo XXIV). Desafortunadamente, algunas iglesias, como la católica romana, la ortodoxa oriental y la anglicana, llegaron al extremo de considerar el matrimonio y la familia como un sacramento.

El enfoque adventista sobre la familia, que se centra especialmente en la relación entre los cónyuges, se expresa en la creencia fundamental No 23: “El matrimonio fue establecido por Dios en el Edén y confirmado por Jesús, para que fuera una unión para toda la vida entre un hombre y una mujer, en amante compañerismo. Para el cristiano, el matrimonio es un compromiso con Dios y con el cónyuge, y debería celebrarse solamente entre un hombre y una mujer que participan de la misma fe. El amor mutuo, el honor, el respeto y la responsabilidad constituyen la estructura de esa relación, que debe reflejar el amor, la santidad, la intimidad y la perdurabilidad de la relación que existe entre Cristo y su iglesia. […]. Aunque algunas relaciones familiares estén lejos de ser ideales, el hombre y la mujer que se dedican plenamente el uno al otro en matrimonio pueden, en Cristo, lograr una amorosa unidad gracias a la dirección del Espíritu y a la instrucción de la iglesia. Dios bendice a la familia y quiere que sus miembros se ayuden mutuamente hasta alcanzar la plena madurez. Una creciente intimidad familiar es uno de los rasgos característicos del último mensaje evangélico” (Asociación Ministerial de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, Creencias de los Adventistas del Séptimo Día, 4a ed. [Florida: Asoc. Casa Editora Sudamericana, 2017], p. 408).

La Iglesia Adventista también ofrece una reflexión adicional sobre la familia mediante declaraciones oficiales. Su declaración de 1996 sobre la “Afirmación del matrimonio” (ver más abajo) se relaciona claramente con Efesios 5, aunque la de- claración de la iglesia no utiliza referencias bíblicas. Sin embargo, varios elementos de esta declaración resaltan la importancia teológica del matrimonio y la familia:

En primer lugar, la declaración relaciona al matrimonio con la naturaleza del Santo Dios Trino bíblico: “La unidad matrimonial, formada por la diversidad de los dos géneros humanos, refleja de un modo singular la unidad dentro de la diversidad de la propia Divinidad”.

En segundo lugar, la familia simboliza la relación de Dios y la humanidad: “A través de toda la Escritura, la unión heterosexual en el matrimonio es exaltada como un símbolo de los lazos entre Dios y la humanidad. Es un testimonio humano del amor de un Dios que se da a sí mismo y de su alianza con su pueblo. La armoniosa vinculación de un hombre y una mujer en el matrimonio es el microcosmos de la unidad social que siempre ha sido reconocida como el ingrediente fundamental de las sociedades estables”.

En tercer lugar, la declaración enfatiza que las familias humanas están en un estado de pecado y necesitan restauración en Jesucristo y en el Espíritu Santo: “El matrimonio ha sido corrompido por el pecado; su pureza y su belleza, tal y como fue concebido por Dios, necesitan ser restauradas. Por medio de una adecuada valoración de la obra redentora de Cristo y de la acción de su Espíritu en los cora- zones humanos, puede recobrarse el propósito original del matrimonio y realizarse la deliciosa y benéfica experiencia del matrimonio de un hombre y una mujer que unen sus vidas en el compromiso conyugal” (Junta Administrativa del Asociación General, 23 de abril de 1996, disponible en https://www.libertadreligiosa.org.ar/ web/DeclaracionesOficiales.htm#Matrimonio).

APLICACIÓN A LA VIDA

Aporten ideas con los alumnos sobre las formas en que sus familias o la iglesia podrían convertirse en un centro de reconciliación familiar, donde los esposos y las esposas de la comunidad en general podrían encontrar la reconciliación.

Pide a la clase que imagine que han sido invitados a preparar tres presentaciones como parte de un proyecto para promover las relaciones cristianas entre esposos y esposas en la comunidad. ¿Qué tres temas elegirían? Y, posteriormente, ¿qué elementos incluirían en cada tema?

Pide a los miembros de la clase que identifiquen y expliquen tres diferencias principales entre la forma en que la Biblia y su cultura local ven la relación entre esposo y esposa en la familia. ¿De qué tres maneras podrían corregir las relaciones en sus propias familias para aproximarse al modelo bíblico de las relaciones entre marido y mujer en la familia?

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