Lección 04 Edición Adultos – Compartir la misión de Dios – Sábado 28 Octubre

Sábado 21 Octubre

Lee para el estudio de esta semana
Génesis 18; Santiago 5:16; Romanos 8:34; Hebreos 7:25; Génesis 19:1-29; 12:1-9.

Para memorizar
“Un mandamiento nuevo les doy: que se amen unos a otros. Que se amen así como yo los he amado. En esto conocerán todos que ustedes son mis discípulos, si se aman unos a otros” (Juan 13:34, 35).

Desde el comienzo, Abraham quiso que Dios lo utilizara para la misión. Esta verdad se hace evidente, por ejemplo, en Génesis 18, cuando Dios le advirtió lo que sucedería con Sodoma y Gomorra. “Nada hace Dios, el Señor, sin revelar su secreto a sus siervos los profetas” (Amós 3:7). Y en la historia de Sodoma y Gomorra, “su siervo el profeta” era Abraham.

Abraham estaba descansando durante el calor del día cuando vio a tres viajeros. “Abraham no había visto en sus huéspedes más que tres viajeros cansados, sin imaginarse que entre ellos había Uno a quien podía adorar sin cometer pecado” (Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 133). No obstante, Abraham pronto se comprometió personalmente con la misión de Dios, al orar e interceder por el pueblo de Sodoma y Gomorra, procurando su salvación. En cierto sentido, si la misión no consiste en eso, ¿en qué consiste?

A lo largo de este capítulo, se revelan tres grandes cualidades espirituales de Abraham: la hospitalidad, el amor y la oración, cualidades que también pueden ser de gran ayuda en la misión.

 

Domingo 22 Octubre
El don de la hospitalidad

Lee Génesis 18:1 al 15. ¿Qué elementos de la hospitalidad se evidencian en la respuesta de Abraham a sus invitados?

Abraham estaba sentado a la entrada de su tienda en el calor del día. Este comportamiento era inusual. A esa hora del día, en verano, cuando el sol está en su punto máximo, todo el mundo busca sombra y una brisa fresca. Pero ¿quizás Abraham estaba soportando el calor para ayudar a alguien que pasara por el camino?

Mientras estaba allí, vio a tres viajeros. Lo más probable era que acostumbrara ofrecer hospitalidad a los forasteros. Por eso, la iniciativa del encuentro fue de Abraham: en el texto, corrió hacia ellos desde la entrada de su tienda. Es decir –y este punto es importante–, Abraham tomó la iniciativa de ir a su encuentro incluso antes de que ellos se acercaran a él.

“Permíteme que traiga un poco de agua para que se laven los pies. Y recuéstense debajo de un árbol, mientras traigo un bocado de pan para sustentar su corazón. Después seguirán, porque para esto han pasado cerca de su siervo” (Gén. 18:4, 5).

Abraham era consciente de su misión, que consistía en compartir con todos el conocimiento del Señor en un mundo sumido en el paganismo, la idolatría y el politeísmo. Como podemos ver en este incidente, su forma más inmediata de cumplir con la misión era mediante la hospitalidad hacia estos extranjeros, que evidentemente acababan de aparecer en el horizonte.

Paralelamente, “formaban su [de Abraham] casa más de mil personas, muchas de las cuales eran jefes de familia y no pocas recién convertidas del paganismo. Semejante casa necesitaba que una mano firme manejara el timón. Los métodos débiles y vacilantes no servían. […] Y la influencia de Abraham se extendió más allá de su casa. Doquiera levantaba su tienda, erigía un altar a su lado para ofrecer sacrificios y adorar. Cuando trasladaba la tienda a otro lugar, quedaba el altar, y más de un nómada cananeo que había llegado a conocer a Dios por medio de la vida de Abraham, su siervo, se detenía junto a ese altar para ofrecer un sacrificio a Jehová” (Elena de White, La educación, p. 187).

Desde el principio, este hombre comprendió que Dios lo había llamado a la misión, y que su mudanza a la Tierra Prometida no era para pasar unas vacaciones, sino para ser de bendición para quienes lo rodeaban y, mediante su simiente, para el mundo.

¿Qué principios del ejemplo de hospitalidad de Abraham puedes imitar con tu vida?

 

Lunes, 23 Octubre
El amor de Abraham por los demás

Lee Génesis 18:16 al 33. ¿Cómo ejerció Abraham su gran cualidad de amar a todas las personas sin distinción de tribu, raza o pueblo?

La segunda cualidad de Abraham que observamos en Génesis 18 era su amor por la gente, incluso por quienes él no conocía personalmente. Esta es una gran lección para cada uno de nosotros. Los habitantes de Sodoma y Gomorra eran pecadores, y sus valores distaban sensiblemente de los de Abraham, pero su corazón estaba lleno de amor por todos, sin distinción de raza, sexo, idioma ni religión.

A continuación, Dios revela a Abraham su decisión de aniquilar las ciudades de Sodoma y Gomorra. “Entonces el Señor le dijo: ‘Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, iré a ver si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí. Si no, lo sabré’ ” (Gén. 18:20, 21).

Con gran humildad y reverencia, Abraham dirigió su petición a Dios: “Lejos de ti hacer eso, que hagas morir al justo con el impío, y que el justo sea tratado como el impío. Nunca hagas tal cosa. El Juez de toda la tierra, ¿no hará lo que es justo?” (Gén. 18:25).

Mediante su amor, Abraham esperaba salvar a toda la gente de estas ciudades, no solamente a los justos. Con certeza, Abraham sabía cuán malvadas y perversas eran las personas que vivían allí. ¿Quién sabe qué historias había oído sobre esa gente y sus prácticas? Y, por lo que sabemos de ellos, según lo revela el capítulo siguiente, con la sórdida historia de Lot y la turba que estaba fuera de su casa (ver Gén. 19:1–11), se trataba de gente muy malvada.

Sin embargo, Abraham, dado que conocía personalmente el amor de Dios, intercedió en favor de ellos. Abraham sabía que los seres humanos siempre pueden acudir a Dios con arrepentimiento. Para Abraham, el hecho de interceder por los habitantes de estas ciudades les daría la oportunidad de arrepentirse.

Al final, Abraham basó su petición en lo que él personalmente sabía acerca del amor de Dios por los seres humanos. Él mismo sentía un gran amor por los pecadores y sabía que, mientras haya vida, hay esperanza de salvación.

¿Por qué es tan importante la oración intercesora en nuestra vida de oración? ¿Cómo puede ayudarnos la oración intercesora a crecer espiritualmente y a experimentar más la realidad del amor de Dios por los pecadores?

 

Martes, 24 October

El espíritu de oración de Abraham

Lee Génesis 18:23 al 32 y Santiago 5:16. ¿Qué nos enseña esto acerca del poder de la oración intercesora?

El diálogo entre Abraham y Dios es un tipo, una representación, de la oración intercesora. Este capítulo presenta a Abraham como un intercesor ante Dios por el pueblo de Sodoma y Gomorra. Él suplicaba por ellos, en favor de ellos; es decir, actuaba en cierto modo como un tipo, un símbolo, de Jesús como nuestro Intercesor ante el Padre. Nuestra misión de hoy únicamente tendrá éxito si avanzamos con este tipo de oración.

Abraham había aprendido a amar a los habitantes de Sodoma, Gomorra y las demás ciudades cercanas. Por eso, su oración era honesta y sincera. Ya había luchado contra algunos reyes que habían derrotado a los reyes de Sodoma y Gomorra. Después de la victoria de Abraham, Bera, el rey de Sodoma, vino al encuentro de Abraham con Melquisedec. Bera pidió que su pueblo regresara a sus hogares: “Dame las personas, y toma para ti la hacienda” (Gén. 14:21). Esta es una indicación del amor de este rey por su pueblo. Puesto que una de las grandes características de Abraham era el amor, amó a los reyes de Sodoma y Gomorra, y oró por ellos y por su pueblo. “El amor por las almas a punto de perecer inspiraba las oraciones de Abraham” (Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 135).

Abraham ejerció humildad y perseverancia en sus oraciones. En cuanto Dios aceptó la primera petición, salvar la ciudad mientras vivieran allí cincuenta justos, él continuó con su intercesión.

Nuestra misión no puede ser exitosa sin oración, la oración intercesora. Después de reunirnos con alguien, después de dar un sermón o un estudio bíblico, debemos orar por aquellos con quienes hemos estado en contacto. Dios está atento a estas oraciones para tocar el corazón de la gente con la que nos hemos relacionado. No son nuestras palabras ni nuestra elocuencia las que convertirán a nuestros amigos o conocidos: es el Espíritu Santo. Por eso, en cualquier misión que estemos llevando a cabo, debemos orar por cada persona de manera individual.

Lee Romanos 8:34 y Hebreos 7:25. ¿Qué nos dicen acerca de lo que Jesús hace por nosotros, y cómo puede esta verdad ayudarnos a entender mejor nuestra propia función como intercesores en favor de los demás?

Miércoles, 25 Octubre

La misión de Abraham

Lee Génesis 19:1 al 29. ¿Cuál fue el resultado del espíritu de hospitalidad, amor y oración de Abraham?

El pasaje da una indicación interesante sobre la posición de Lot en la ciudad de Sodoma: “Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma” (Gén. 19:1). Esto significa que era un personaje importante en la ciudad, ciertamente un funcionario público, porque sentarse a la puerta era un privilegio de funcionarios, jueces y reyes (2 Sam. 19:8; Jer. 38:7; Rut 4:1).

Génesis 19 es casi paralelo con el capítulo 18 y la historia de los ángeles con Abraham. Tanto Abraham como Lot se sentaban en una puerta, o entrada (Gén. 18:1; 19:1); tanto Abraham como Lot invitaron a extraños a descansar en su morada (Gén. 18:3, 4; 19:2); tanto Abraham como Lot preparon alimentos para sus visitantes (Gén. 18:4-8; 19:3). Por más que tuviera defectos, parece que Lot tenía algunas características buenas.

“Entonces el Señor hizo llover desde el cielo fuego y azufre sobre Sodoma y Gomorra, y destruyó las ciudades y toda esa llanura, con todos sus habitantes y con todo el fruto de la tierra” (Gén. 19:24, 25).

No sabemos cuántas personas vivían en las ciudades de Sodoma y de Gomorra al momento de este relato, pero entre estos miles de personas únicamente cuatro abandonaron la ciudad, y solo tres se salvaron. Lo mismo ocurrió con el diluvio del Génesis. No sabemos cuántos vivían en ese entonces, pero sabemos que la mayoría no se salvó.

El pequeño número de habitantes de Sodoma que se salvó tiene inferencias para nuestra propia misión: no todos se salvarán. Nos gustaría que todos aceptaran a Jesús y su plan de salvación, pero cada persona tiene libre albedrío. Nuestra tarea consiste en invitar al mayor número posible de personas a decidirse por Jesús. Mientras llevamos a cabo nuestra misión, Dios nos asiste por medio del Espíritu Santo, pero nunca irá en contra de la voluntad de nadie. El libre albedrío significa que, en última instancia, sin importar lo que hagamos o cuánto oremos, la salvación depende de la elección de cada uno.

¿Cómo podemos aprender a no desanimarnos si no vemos los resultados que deseamos al cumplir con nuestra misión?

Jueves, 26 Octubre

Sumisión a la voluntad de Dios

Lee Génesis 12:1 al 9. ¿Qué enseñan estos versículos acerca de someternos a la voluntad de Dios, aun cuando el camino por seguir no parezca claro?

Una de las principales cualidades de Abraham era su sumisión a la voluntad de Dios. Todas las experiencias de Abraham con Dios se caracterizaron por esta sumisión.

Su llamado: Abraham recibió un llamado desafiante del Cielo: “El Señor había dicho a Abram: ‘Vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré’ ” (Gén. 12:1). Cuando oyó una voz del Cielo, su primera reacción podría haber sido ignorarla, pensando que se trataba de una alucinación. O podría haber desafiado el mensaje, diciendo algo como: “No quiero ir, me gusta estar aquí”. Es probable que la descripción de “la tierra que te mostraré” le haya parecido extraña como destino. Pero aceptó el llamado. Sometió su voluntad a la voluntad de Dios, y dejó la casa de su padre y su país: “Y tal como el Señor le había dicho, Abram se fue” (Gén. 12:4).

Elección de la tierra: Surgió una disputa entre los siervos de Lot y los de Abraham, pero Abraham no era de pelear con su propia carne y sangre. Se sometió a la voluntad de Dios, que volvió a bendecirlo: “Y el Señor dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: ‘Alza tus ojos y mira desde donde estás hacia el norte y el sur, el oriente y el occidente. Porque toda la tierra que ves, te la daré a ti y a tus descendientes para siempre’ ” (Gén. 13:14, 15).

Destrucción de Sodoma y Gomorra: Cuando Dios le reveló a Abraham la suerte de estas dos ciudades, Abraham, lleno de amor, trató de salvarlas. Dado que no había ni diez personas justas en ellas, las ciudades fueron destruidas. Abraham se sometió a la voluntad de Dios y aceptó el juicio de Dios sobre estas ciudades.

El Señor pudo usar a Abraham gracias a su sumisión a su voluntad en todas las circunstancias. Lo mismo debe suceder con nosotros hoy.

Desafío: En nuestras ciudades enfrentamos obstáculos para predicar el evangelio en forma apropiada y eficaz. Necesitamos suplicar a Dios que intervenga.

Desafío avanzado: Busca la manera de ponerte en contacto con alguien que esté pasando por una situación difícil similar a la tuya. Dile a esa persona que estás orando por ella y pide a Dios que te muestre qué puedes hacer para ayudarla.

Viernes, 27 Octubre

Para estudiar y meditar

“El amor por las almas a punto de perecer inspiraba las oraciones de Abraham. Aunque detestaba los pecados de aquella ciudad corrompida, deseaba que los pecadores pudieran salvarse. Su profundo interés por Sodoma demuestra la ansiedad que debemos experimentar por los impíos. Debemos sentir odio por el pecado, pero compasión y amor por el pecador. En derredor de nosotros hay almas que van hacia una ruina tan desesperada y terrible como la que sobrevino a Sodoma. Cada día termina el tiempo de gracia para algunos. Cada hora, algunos pasan más allá del alcance de la misericordia. Y ¿dónde están las voces de amonestación y súplica que induzcan a los pecadores a huir de esta pavorosa condenación? ¿Dónde están las manos extendidas para sacar a los pecadores de la muerte? ¿Dónde están los que con humildad y fe perseverante ruegan a Dios por ellos?

“El espíritu de Abraham fue el espíritu de Cristo. El mismo Hijo de Dios es el gran Intercesor en favor del pecador. Quien pagó el precio de su redención conoce el valor del ser humano. Al sentir por el mal un antagonismo que solo puede existir en una naturaleza pura e inmaculada, Cristo manifestó por el pecador un amor que solo la bondad infinita podía concebir. En la agonía de la crucifixión, él mismo, cargado con el espantoso peso de los pecados del mundo, oró por sus vilipendiadores y asesinos: ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen’ (Luc. 23:34)” (Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 135).

“Abraham fue honrado por los pueblos circunvecinos como un príncipe poderoso y un caudillo sabio y capaz. No dejó de ejercer su influencia entre sus vecinos. Su vida y su carácter, en marcado contraste con la de los idólatras, ejercían una influencia notable en favor de la fe verdadera. Su fidelidad hacia Dios era inquebrantable, en tanto que su afabilidad y benevolencia inspiraban confianza y amistad, y su grandeza sin afectación imponía respeto y honra” (ibíd., p. 127).

Preguntas para dialogar:

¿Qué otros ejemplos de las Escrituras nos muestran que alguien cumplió su llamado a la misión? ¿Qué podemos decir de Juan el Bautista? ¿Podríamos decir que fue exitoso?

Lee Génesis 19:30 al 36. ¿Qué nos dice esto acerca del carácter de algunos de los salvados de Sodoma?

¿Qué otras lecciones podemos aprender del ejemplo de Abraham con respecto a la misión y cómo llevarla a cabo?

Piensa en esto: ¿Consideras que la intercesión de Abraham por Sodoma y Gomorra fue un éxito o un fracaso?

Radio Adventista
0 comments… add one

Leave a Comment

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.