Jonathan Gallagher Lección 5. “Del orgullo a la humildad” 1er Trimestre del 2020.

Lección 5. Del orgullo a la humildad (1T 2020—Daniel)

Textos Bíblicos: Dan. 4:1–33, Prov. 14:31, 2 Kings 20:2–5, Jonás 3:10, Dan. 4:34–37,
Filipenses 2:1–11.

Citas
• Mientras una persona piense en Dios como en un examinador que le ha dado una especie de tarea, o como la contraparte en una especie de trato -mientras siga pensando en demandas y contrademandas entre él y Dios-, no estará todavía en una relación correcta con El. Esa persona tiene una comprensión errónea de quien es ella misma y de quien es Dios. Así mismo, no puede establecer una relación correcta hasta que no haya descubierto el hecho innegable de nuestra insolvencia. C. S. Lewis
• Aquí interviene Satanás, el rebelde eterno, el primer librepensador y emancipador de los mundos. Él avergüenza al hombre de su bestial ignorancia y obediencia. Lo emancipa, pone en su frente el sello de la libertad y la humanidad, instándolo a desobedecer y comer del fruto del conocimiento. Mikhail A. Bakunin
• Hay un mandamiento en contra de dar falso testimonio contra mi prójimo. ¿No hay mandamiento en contra de decir falso testimonio contra Dios? Si yo fuera un dios, me reservaría mi mayor ira, no para los que me ignoraron, ni para los que me contradijeron, sino para los que me citaron falsamente. Martin B. Brilliant

Para debatir
¿Por qué Dios sigue tratando con Nabucodonosor? ¿Acaso no debería haber renunciado a él siendo un asunto poco prometedor? ¿Por qué Nabucodonosor continúa consultando a los astrólogos paganos cuando puede obtener la verdad a través de Daniel? ¿Por qué vuelve a preguntarle a Daniel después de todo? ¿Será que está solo agradecido por el final de su “castigo”? ¿Qué tipo de imagen de Dios está desarrollando Nabucodonosor?

Resumen bíblico
Daniel 4 relata el segundo sueño de Nabucodonosor – el del gran árbol – y su negativa a renunciar a su orgullo egoísta. Esto lo lleva a un período de locura que solo termina con su confesión sobre el Dios verdadero. “Cualquiera que oprime a los pobres insulta a su Hacedor, pero cualquiera que sea amable con los necesitados lo honra”. Prov. 14:31 VBL. La queja de Ezequías respecto a su inminente muerte se registra en 2 Reyes 20: 2–5. Dios elige no destruir a Nínive (Jonás 3:10). Filipenses 2: 1–11 describe “la mente de Cristo”.

Comentario
Nabucodonosor todavía tiene mucho que aprender. El capítulo comienza con un informe “después del hecho”. Nabucodonosor se complace en hablar sobre las “señales y milagros”. Pero, ¿es esta la forma en que Dios hubiera elegido comunicarse y tratar con él? Nabucodonosor admite en su discurso que antes estaba “satisfecho y próspero”. Quizás por eso Dios tuvo que llamar su atención nuevamente, usando otro sueño. ¿Por qué otro sueño? Porque el impacto del primero se había desvanecido y claramente había vuelto a su pensamiento pagano, incluso después de la experiencia del horno de fuego. Es interesante que hayan llamado a Daniel de último. Quizás Nabucodonosor no siempre estaba tan interesado en escuchar la verdad. Evidentemente, la batalla del rey aún continúa y refleja la gran controversia que enfrenta la verdad contra el error.
Nabucodonosor habría estado feliz de saber que él era el “gran árbol”, una referencia halagadora a su extenso poder y fuerza. Pero Daniel no procura elogiarle en vano, sino que expone la verdad (aunque admite que lo aterroriza): el árbol es cortado. No es algo fácil de decir a un tirano caprichoso. Daniel incluso llama al altar y aconseja al rey que abandone sus pecados. Evidentemente, el rey toma algo de esto en serio, porque el juicio no es inmediato. Pero un año después, al expresar su orgullo y satisfacción por sus logros, – una clara negación de la verdadera fuente de grandeza, – la voz del cielo le dice que su grandeza le será quitada. Su cordura solo regresó cuando “levantó los ojos hacia el cielo”. Sin embargo, sus palabras muestran una perspectiva continua sobre Dios. Sigue siendo una
cuestión de poder y dominio, de su habilidad para humillar a los poderosos, y de cómo una vez que la cordura de Nabucodonosor volvió, fue “aún mayor que antes…” Uno llega a preguntarse cuánto aprendió sobre la verdadera naturaleza de Dios…
Debemos recordar que a menudo se identifica a Dios como el amo de esclavos del universo, alguien que debe ser visto como anti-individualista, que restringe la libertad, y que no está dispuesto a hacer lo que Él mismo exige de otros. Tales actitudes son muy visibles hoy en día, y muchos quieren ser totalmente “autónomos”. En otras palabras, “yo decido lo que es correcto para mí”. No es difícil ver cómo tales actitudes de hoy en día son realmente solo un reflejo de la actitud del deseo que Lucifer tenía de “hacerse como el Altísimo,” lo cual es una visión completamente egocéntrica que dice que no hay bien ni mal absolutos.
Trágicamente, tal punto de vista conduce a la muerte, tal como Dios dijo que lo haría. No como una pena impuesta por un dictador divino, sino como el resultado inevitable previsto por un Creador amoroso.
Ahora pongámonos en el lugar de Dios. ¿Cuál sería su respuesta a las acusaciones del Diablo y su campaña de mentiras contra Dios? ¡La mayoría de nosotros probablemente estaríamos tentados a resolver la situación eliminando al alborotador! Pero ese no es el camino de Dios. Y si hubiera eliminado a Lucifer, el resultado podría haberse entendido muy fácilmente. Los seres creados que observaban la situación podrían haber visto en la destrucción de Lucifer el mensaje “ataca a Dios y Él te destruirá”, promoviendo así el clima de desconfianza. Dios eligió lidiar con la rebelión de Lucifer como siempre lo hace: con amor y compasión, trabajando para ganar la guerra no con la fuerza de las armas, “no con ejército, ni con fuerza” (Zacarías 4: 6), sino con la “justicia” espiritual, queriendo recuperarnos para amar y confiar en él tal como es.

Comentarios de Elena de White
Aunque exaltado hasta el pináculo de los honores mundanales y reconocido por la Inspiración misma como “rey de reyes” (Ezequiel 26:7), Nabucodonosor había atribuido a veces la gloria de su reino y el esplendor de su reinado al favor de Jehová. Fue lo que sucedió después del sueño de la gran imagen. Su espíritu sintió la profunda influencia de esa visión y del pensamiento de que el Imperio Babilónico, por universal que fuera, iba a caer finalmente y otros reinos ejercerían el dominio, hasta que al fin todas las potencias terrenales cedieran su lugar a un reino establecido por el Dios del cielo para nunca ser destruido. Más tarde, Nabucodonosor perdió de vista el noble concepto que tenía del propósito de Dios concerniente a las naciones. Sin embargo, cuando su espíritu orgulloso fue humillado ante la multitud en la llanura de Dura, reconoció una vez más que el reino de Dios es “sempiterno, y su señorío hasta generación y generación.” A pesar de ser idólatra por nacimiento y educación, y de hallarse a la cabeza de un pueblo idólatra, tenía un sentido innato de la justicia y de lo recto, y Dios podía usarle como instrumento para castigar a los rebeldes y para cumplir el propósito divino. Con la ayuda de “los fuertes de las gentes” (Ezequiel 28:7), le fue dado a Nabucodonosor, después de años de pacientes y cansadores esfuerzos, conquistar Tiro; Egipto también cayó presa de sus ejércitos victoriosos; y mientras añadía una nación tras otra al reino babilónico, aumentaba su fama como el mayor gobernante de la época. No es sorprendente que en su prosperidad un monarca tan ambicioso y orgulloso, se sintiera tentado a desviarse de la senda de la humildad, la única que lleva a la verdadera grandeza. Durante los intervalos entre sus guerras de conquista, pensó mucho en el fortalecimiento y embellecimiento de su capital, hasta que al fin la ciudad de Babilonia vino a ser la gloria principal de su reino, “la ciudad codiciosa del oro,” “que era alabada por toda la tierra.” Su pasión como constructor, y su señalado éxito al hacer de Babilonia una de las maravillas del mundo, halagaron su orgullo al punto de poner en grave peligro sus realizaciones como sabio gobernante a quien Dios pudiera continuar usando como instrumento para la ejecución del propósito divino. {Profetas y Reyes, p. 377}

Preparado y escrito por: © Jonathan Gallagher 2019
Traducción: Shelly Barrios De Ávila

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