Leccion 13. Redención (1T 2016—Rebelión y Redención)
Textos bíblicos: Apocalipsis 20:1–3, Jeremías 4:23–26, 1 Corintios 4:5, Apocalipsis
20:7–15, Filipenses 2:9–11, 2 Pedro. 3:10; Apocalipsis 21:4.
Citas
• El concepto de redención siempre es una buena noticia, aunque implique
sacrificio o momentos difíciles. Patti Smith
• La vida está llena de constantes subidas y bajadas, y lo único que pido es
redención al final. Robin Thicke
• En la cruz Dios envolvió su corazón en sangre y carne y dejó que lo clavaran en la
cruz para nuestra redención. E. Stanley Jones
• Si Jesucristo fuera quien decía ser, y murió en una cruz en cierto momento de la
historia, entonces, para toda la historia pasada y futura esto es relevante porque es
el punto central del perdón y la redención. Josh McDowell
• Nuestra redención por medio del sufrimiento de Cristo es que el amor más
profundo dentro de nosotros no solo nos libera de la esclavitud del pecado, sino
que nos asegura la verdadera libertad de los hijos de Dios, para que podamos
hacer todas las cosas por amor y no por temor, amor por él, que nos ha mostrado
una gracia tan grande que no puede hallarse en ninguna otra parte. Peter Abelard
• No nos ayudarás a cantar / estos cánticos de libertad? / ‘Pues es lo único que he
tenido / Cánticos de redención. Bob Marley
Para debatir
¿De qué manera nuestra redención encaja en el Gran Conflicto? ¿Cuál es nuestro
papel al hablar bien de Dios como testigos de la verdad? ¿De qué maneras vencemos al
enemigo? El fin de los malvados parece vengativo y punitivo, pero ¿cuál es nuestra
respuesta a esto? ¿De qué manera Dios finalmente resulta ser el Padre amoroso que
siempre ha sido?
Resumen bíblico
El fin último del Gran Conflicto se revela en Apocalipsis 20-22, los cuales son
capítulos que vale la pena leer nuevamente. Los eventos cataclísmicos se describen en
Jeremías 4:23–26. El descubrimiento (que es lo que realmente significa la palabra
apocalipsis o revelación) que es el juicio, se declara en 1 Corintios 4:5. Pero la manera
como Dios gana es mediante la humildad, no por el ejercicio de su asombroso poder – ver
Filipenses 2— que trae como resultado la exaltación de Jesús. La renovación de la que se
habla para el final de los tiempos (2 Pedro 3:10) no debería asustarnos pues es parte del
proceso recreador de Dios para restaurar la armonía en todo el universo.
Comentario
¿Cuál es la misión de Dios? Aunque lo que más importa es nuestra redención, la
misión primaria de Dios es responder a las acusaciones del Diablo, y vindicar la verdad
por medio de la redención de todo el universo para sí mismo.
Al estar de parte de Dios, testificando de su amor y su gracia salvadora, ayudamos
a responder a estas acusaciones. Somos un espectáculo para los ángeles y los hombres,
somos sus embajadores. Pero a veces se nos olvida, y caemos, quedándonos en el camino.
Por eso necesitamos ser despertados nuevamente, revividos, restaurados. Podemos
admitir nuestras faltas, sabiendo que estamos lejos de ser los verdaderos hijos de Dios
que quisiéramos ser. La promesa de Dios es que estará allí para nosotros, para sanar el
daño del pecado cuando se lo pidamos, y para transformarnos en los seres que desde un
principio debíamos ser.
¿Por qué vino Jesús? “46He venido como una luz que ilumina al mundo, así que si
creen en mí no permanecerán en la oscuridad.” “Conocerán la verdad y la verdad los hará
libres.” (Juan 12:46, 8:32 FBV). Cristo vino para mostrarnos cómo es Dios realmente (Juan
14:9), para liberarnos de los falsos conceptos sobre Dios que el Diablo ha promovido. En
ese sentido, Jesús estaba preocupado principalmente por la libertad, y por liberar a la
humanidad de la esclavitud del pecado e ideas falsas acerca de Dios. De hecho, esa es la
introducción que él hace en su ministerio: citando a Isaías 61 “para proclamar libertad para
los prisioneros.” (Lucas 4:18 NIV).
Y si el hijo los libera, entonces serán verdaderamente libres, dice Jesús en Juan
8:36. ¿Libres de qué y para qué? Libres de la obligación que nos impone el pecado a la
fuerza y que la usa Satanás en su programa de mentiras y engaños. Libres de este modo de
vivir egoísta que en realidad es una manera de morir. Libres de nosotros mismos, porque
somos nuestro peor enemigo. “Cristo nos libertó para que pudiéramos tener libertad real.”
(Gálatas 5:1 FBV).
Libres para elegir, elegir al Dios que valora la libertad de sus seres creados como lo
más preciado. Libres para seguir el mejor consejo, el consejo de nuestro Hacedor, de Aquél
que es fiel y verdadero. Libres para amar a Dios, lo cual no podemos hacer mientras
estemos ocupados amándonos a nosotros mismos; libres para amar con un corazón abierto
y honesto que con toda libertad y disposición está de acuerdo con que Dios es
verdaderamente justo.
La elección no es “¡Hagan lo que yo digo o ya verán!” Es un llamado de un corazón
lleno de amor que se niega a interferir en nuestra libertad de elección, diciendo: “Mira la
evidencia. Cree lo que te digo, porque verás que todo es verdad. Ven a mí y encontrarás
sanidad del pecado, Consuelo para tu dolor, y una vida eterna a mi lado. Ven, porque si no
lo haces no podré hacer nada y tristemente experimentarás lo que el pecado hace en ti:
llevarte a la autodestrucción.”
Los principios del gobierno de Dios están basados en estos conceptos
fundamentales de libertad de elección, de abnegación y amor por el otro. Sin estos
principios el universo de Dios no puede sostenerse más. Por eso él ha dedicado tanto
tiempo con tan grande costo a demostrarnos estos principios fundamentales, principios que
son muy ajenos para nosotros como seres pecadores.
El propósito de Dios es liberarnos de nuestro egoísmo y transformarnos en la clase
de personas que él puede tener en su universo carente de egoísmo sin comprometer su
seguridad. Él quiere darnos la libertad de elegir lo que es Bueno y verdadero, y no estar
esclavizados por nuestra naturaleza humana llena de pecado. Esta es la verdadera libertad,
porque en nuestro estado actual tenemos la tendencia al mal. Pensamos que somos libres,
pero solo Dios puede liberarnos. Esta libertad dura para siempre, la libertad que solo queda
restringida por nuestra propia elección, reconociendo que el camino elegido por Lucifer
nunca puede conducirnos a verdadera felicidad y plenitud individual.
“En la cruz tenemos una gloriosa revelación del corazón de Dios. Aquí una vez
más Satanás ha enceguecido al hombre respecto al verdadero carácter de Dios. En las
mentes de muchos él se ha encargado de que Dios parezca un tirano sediento de sangre,
exigiendo la vida del pecado; y si no fuera por Jesucristo el ser humano tendría mucho
que lamentarse. Sin embargo, la cruz no es una imagen de Dios exigiendo sacrificio de
apaciguamiento. Por el contrario, es una imagen de un padre amoroso dándose a sí mismo
por medio de su hijo, como sacrificio de reconciliación.” Paul Heubach, God and Human
Suffering, p. 20. [Dios y el sufrimiento humano].
Es así como Dios logra la reconciliación. Porque seguimos siendo libres de elegir la
eternidad, pero nunca elegiremos el mal porque sabemos hacia dónde conduce. Es por eso
que tenemos la experiencia actual: esta es la evidencia que mantiene al universo seguro
para siempre. Dios nos trae de regreso y nos hace uno con él, convirtiéndonos de enemigos
a amigos suyos: “Dios hizo todo esto transformándonos de enemigos en amigos a través de
Cristo.” 2 Corintios 5:18 FBV. El plan de Dios era reunir a todos en Cristo, tanto los que
están en el cielo, como los que están en la tierra” Efesios 1:10 FBV. Porque “Dios se
agradó en que toda su naturaleza habitara en Cristo, 20y por medio de él reconciliar todas
las cosas en el universo consigo mismo, pues logró la paz por medio de la sangre de su
cruz, reconciliando consigo a todos los que están en la tierra y en el cielo.” Col. 1:19, 20
FBV. Este es el verdadero significado de la reconciliación que Dios lleva a cabo.
La promesa suprema de Dios es que viviremos la eternidad en su presencia
(Apocalipsis 21:3). Aquí es donde termina el Gran Conflicto: en la sanidad de los vestigios
de pecado para pasar toda la eternidad en los brazos de nuestro amoroso Señor.
Comentarios de Elena de White
Si el velo que separa el mundo visible del invisible pudiese alzarse, y los hijos de
Dios pudiesen contemplar la gran controversia que se riñe entre Cristo y los ángeles
santos y Satanás y sus huestes perversas en torno a la redención del hombre; si pudiesen
comprender la admirable obra que Dios realiza para rescatar las almas de la servidumbre
del pecado, y el constante ejercicio de su poder para protegerlas de la malicia del
maligno, estarían mejor preparados para resistir los designios de Satanás. Su mente se
llenaría de solemnidad en vista de la vasta extensión e importancia del plan de la
redención y la magnitud de la obra que tienen delante de sí como colaboradores de Cristo.
Quedarían humillados aunque estimulados, sabiendo que todo el cielo se interesa en su
salvación. {Testimonios para la Iglesia, Tomo 5, p. 442}
Al venir a morar con nosotros, Jesús iba a revelar a Dios tanto a los hombres
como a los ángeles. Él era la Palabra de Dios: el pensamiento de Dios hecho audible. En
su oración por sus discípulos, dice: “Yo les he manifestado tu nombre”—“misericordioso
y piadoso; tardo para la ira, y grande en benignidad y verdad,”—“para que el amor con
que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.” Pero no sólo para sus hijos nacidos en la
tierra fue dada esta revelación. Nuestro pequeño mundo es un libro de texto para el
universo. El maravilloso y misericordioso propósito de Dios, el misterio del amor
redentor, es el tema en el cual “desean mirar los ángeles,” y será su estudio a través de los
siglos sin fin. Tanto los redimidos como los seres que nunca cayeron hallarán en la cruz
de Cristo su ciencia y su canción. Se verá que la gloria que resplandece en el rostro de
Jesús es la gloria del amor abnegado. A la luz del Calvario, se verá que la ley del
renunciamiento por amor es la ley de la vida para la tierra y el cielo; que el amor que “no
busca lo suyo” tiene su fuente en el corazón de Dios; y que en el Manso y Humilde se
manifiesta el carácter de Aquel que mora en la luz inaccesible al hombre. {El Deseado
de Todas las Gentes, p. 11}
Pero el plan de redención tenía un propósito todavía más amplio y profundo que
el de salvar al hombre. Cristo no vino a la tierra sólo por este motivo; no vino meramente
para que los habitantes de este pequeño mundo acatasen la ley de Dios como debe ser
acatada; sino que vino para vindicar el carácter de Dios ante el universo. {Historia de los
Patriarcas y Profetas, p. 55}
Y a medida que los años de la eternidad transcurran, traerán consigo revelaciones
más ricas y aún más gloriosas respecto de Dios y de Cristo. Así como el conocimiento es
progresivo, así también el amor, la reverencia y la dicha irán en aumento. Cuanto más
sepan los hombres acerca de Dios, tanto más admirarán su carácter. A medida que Jesús
les descubra la riqueza de la redención y los hechos asombrosos del gran conflicto con
Satanás, los corazones de los redimidos se estremecerán con gratitud siempre más
ferviente, y con arrebatadora alegría tocarán sus arpas de oro; y miríadas de miríadas y
millares de millares de voces se unirán para engrosar el potente coro de alabanza. {El
Conflicto de los Siglos, p. 657}
Preparado y escrito por: © Jonathan Gallagher 2016
Traducción: Shelly Barrios De Ávila
