El ritmo de descanso de Dios, representado en el sábado semanal, nos proporciona una herramienta vital para encontrar el descanso espiritual en nuestro Creador.
- El sábado nos hace reflexionar sobre su asombrosa capacidad creativa para dar vida a nuestro mundo. No tardamos eones de tiempo en llegar aquí, evolucionando desde la nada. (Domingo)
- Una de las cosas que Dios creó fue el sábado, un memorial en el tiempo, una oportunidad única para convivir con nuestro Creador. (Lunes)
- El milagro del maná en tiempos de Moisés fue un recordatorio del eterno séptimo día de descanso de Dios. (Martes)
- Además de recordarnos la creación, el sábado se convirtió en un símbolo de nuestra re-creación y redención de la esclavitud del pecado. (Miércoles)
Por encima de todo, la observancia del sábado convierte a Dios en el centro de nuestra adoración y alabanza, reuniéndonos de forma sistemática y satisfactoria, a diferencia de cualquier otro día de la semana. (Jueves) - De todas las cosas que Dios creó durante la semana de la creación, el séptimo día destaca por ser el único que bendijo y santificó. Se detuvo deliberadamente para reflexionar sobre la belleza de este hogar terrenal y la pareja que acababa de formar para ocuparlo. Juntos, encontrarían una dulce comunión en un ritmo semanal de descanso y renovación.
Texto de memoria: “Entonces Dios bendijo el séptimo día y lo santificó, porque en él descansó de toda su obra que había creado y hecho”. Génesis 2:3 RVR
Qué maravilloso recuerdo del tiempo que Dios estableció en el Jardín del Edén. El primer día completo de Adán y Eva en la tierra incluiría caminar y hablar con el Creador del universo. Él era su Padre, en todo el sentido de la palabra. Las conversaciones íntimas que debieron formar parte de ese día permanecerían con ellos para siempre, incluso después de que el pecado tratara de borrar toda la felicidad de su existencia en peligro.
El sábado sigue siendo uno de los regalos más gloriosos de nuestro Padre Dios. Recordemos su condición de santificado y tratemos de honrar a Dios de la manera más elevada y consciente en el único día de la semana que Él bendijo por encima de todo para ese fin.