A veces olvidamos que lo más atractivo del cielo es que nos acerca tanto a nuestro Dios victorioso, cuyo amor fuerte y firme ha hecho posible estar allí. Tener mansiones, hermosos jardines, vida silvestre mansa para entretenernos y la cocina más deliciosa para deleitarnos no es nada, comparado con la alegría de ser amigos del Creador del universo en un nivel tan profundo y personal.
Habitar con él y ser su pueblo en esa atmósfera gloriosa también significa que el dolor, la tristeza y la muerte serán eliminados de nuestras vidas para siempre. Nuestras dificultades pasadas se habrán desvanecido de nuestra mente en la medida en que ya no nos causen llanto ni angustia de ningún tipo. Jesús mismo enjugará nuestras lágrimas con sus tiernas manos que aún llevan las cicatrices de su sacrificio por nosotros.
El único propósito de estudiar los eventos finales en el libro de Apocalipsis es darnos esperanza y un pequeño vistazo de un futuro tan maravilloso y lo que significará para todas las criaturas de Dios.
