Lo difícil de nuestras actitudes es que a menudo no vemos la necesidad de ajustarlas o corregirlas. ¡Incluso ese fracaso requiere un ajuste! Por eso necesitamos tener amigos o familiares buenos y sólidos en nuestra vida, que no tengan miedo de hacernos saber nuestras insuficiencias y que nos guíen suavemente hacia patrones de pensamiento más positivos.
Una actitud dura y crítica no pasa desapercibida para los que nos rodean. Pero los verdaderos amigos nos aceptan como somos y nos quieren lo suficiente como para animarnos suavemente a ser aún mejores.