Un tiempo profético de intensa persecución llama nuestra atención, porque se menciona varias veces en el Apocalipsis e incluso en Daniel. Se expresa de tres maneras diferentes: 1.260 días, cuarenta y dos meses y “un tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo” (Apocalipsis 11:2, 3, 12:14, 15 y Daniel 7:25). Usando el cálculo del tiempo hebreo, donde un mes son 30 días y un año son 360 días, estamos convencidos de que son el mismo período de tiempo que causó que los dos testigos estuvieran “vestidos de cilicio”, un símbolo de duelo y dolor.
La Biblia indica que un día generalmente representa un año en la profecía (Números 14:34 y Ezequiel 4:6). Muchas veces, las palabras “día” y “año” se usan indistintamente. Por lo tanto, es razonable creer que este período es de 1.260 años, en lugar de días.
Esta suposición coincide perfectamente con el importante momento histórico en el que la Roma papal gobernó un vasto imperio durante 1.260 años, desde el 538 hasta el 1798 d.C. La Iglesia Romana se había unido con poderes gobernantes civiles y gobernaba toda Europa, persiguiendo a muchos de los fieles siervos de Dios.
La corrupta jerarquía eclesiástica de la época medieval hizo que se descuidaran las Escrituras, reemplazándolas con enseñanzas y tradiciones erróneas que llevaron a la persecución de muchos que se atrevieron a desafiar su dura autoridad. Los fieles como los Valdenses, Juan Hus, Jerónimo, Lutero, Zwinglio, Calvino y Wesley fueron tratados sin piedad como herejes de la religión sancionada por el Estado de la Roma papal.
