Hagamos una comparación de dos situaciones hipotéticas relacionadas con el verso (Prov. 11:4, 28)..
Primera situación:
Una persona que enriqueció mucho y consiguió muchas cosas con su dinero. Por ejemplo, viajó por todo el mundo, adquirió mucho conocimiento y muchos amigos, cuidó bien de su salud, obtuvo fama y respeto, forma parte de las personalidades de la sociedad, aparece en reportajes de televisión, etc. Vive feliz y de nada tiene necesidad. Hizo el bien, construyó una escuela que mantenía para niños pobres y siempre ayudó a los que necesitaban. También mantiene una ONG (Organización No Gubernamental) para ayudar a profesionalizar a personas que no han logrado una profesión para luchar por la vida. Algunas enfermedades que tuvo en la vida consiguió curar con buenos médicos. Llegó la gran edad, y murió sin sufrimiento. En su lápida está escrito: “El hombre al cual la sociedad es agradecida.”
Segunda situación:
Otra persona que no se enriqueció, y siempre vivió en el anonimato. No alcanzó fama. Su actividad profesional era común, aunque siempre hacía un trabajo que todos reconocían como de primera calidad, pero ese trabajo no le rendía mucho dinero, por lo que nunca formó un buen capital. Siempre hizo el bien, pero no con mucho dinero. No tendría condiciones de construir una escuela o cosa así. Nunca apareció en algún reportaje de periódico o revista. No era una persona importante en la sociedad. Este hombre, era, sin embargo, un buen cristiano, y dio estudios sobre la Biblia a cientos de personas. Muchas de ellas aceptaron al Salvador, y se convirtieron en sus mejores amigos. Se llegó a alcanzar una buena edad, pero falleció de cáncer, que tal vez pudiera ser curado, pero él no tenía dinero para financiar el tratamiento, ni plan de salud. En su lápida está su nombre y las fechas de nacimiento y fallecimiento.
En el día de la vuelta de JESÚS, ese hombre pobre (y eso no quiere decir que los ricos estén excluidos) se levantó del sepulcro, con su mujer y sus hijos, y subieron al cielo con JESÚS, en la nube. El otro hombre rico, ni percibió nada, continuó en la tumba para resucitar mil años más tarde.
¿Qué hubo entre esos dos? El dinero del hombre rico no sirvió para nada, pues aunque hiciera el bien, vivió con su dinero y confió en él. Se dio bien en la vida, hasta hizo buenas acciones, pero nunca se entregó al Salvador del mundo. Ayudó en la educación de miles de niños, pero nunca se interesó en educarlos para la vida eterna. Sus actividades de profesionalización fueron loables, pero esas personas no fueron preparadas para la vida eterna, ni él mismo se preparó para ese fin.