Escuela Sabática Texas USA Lección 1: Rebelión en nuestro universo perfecto – Sábado 1 de Octubre de 2022

El amor debe ser mutuo para que exista en su forma más pura. Por lo tanto, los seres creados por Dios deben tener la capacidad de devolver su amor. Afortunadamente, los seres humanos fueron bendecidos con el don de poder dar y recibir amor.

Al igual que las flores artificiales no pueden sustituir el olor y el tacto de las flores reales, los seres humanos nunca podrían ser plenamente las criaturas amorosas que Dios deseaba sin el poder de elegir amar a cambio. Sin ello, seríamos meros robots, sin otra opción que amar a nuestro Creador.

El amor es una elección. El libre albedrío de ambas partes debe estar incluido para que exista una relación verdaderamente amorosa. Pero, por desgracia, existe un riesgo cuando se elige no amar.

Como hemos visto, Lucifer fue el primer ser angelical que decidió no amar. Las dolorosas repercusiones de su elección se hacen sentir en todo el universo, siendo Dios mismo quien paga el precio más alto. Ofrecer a su Hijo para que muera como castigo por no amar demuestra el amor en su forma más pura y convincente.

En lugar de culpar a Dios por haber creado a Lucifer, tenemos la opción de agradecer a Dios por haber creado una solución a los problemas que Lucifer ha desatado. La creación de Lucifer puede ser siempre un misterio, pero no debemos dejar que nos ciegue al poderoso amor que Dios sigue extendiendo a todos los que acepten su sacrificio.

Gran parte del lenguaje del profeta Ezequiel es simbólico y profético. En el capítulo 28 encontramos una descripción del rey de Tiro, un rico y orgulloso gobernante de una ciudad portuaria fenicia. Sin embargo, al leer más sobre él en este pasaje, notamos que este rey de Tiro representaba a Lucifer.

El hecho de que “era perfecto en todos sus caminos” al principio de su creación (Ezequiel 28:15) indica que era alguien distinto a un ser humano, nacido en pecado. Ezequiel 28:14 lo llama “el querubín de la unción que cubre”, alguien muy cercano al trono de Dios. Y Ezequiel 28:13 lo sitúa en el Jardín del Edén.

Evidentemente, Lucifer no estaba agradecido por su posición exaltada en las cortes celestiales de arriba, y permitió que su orgullo se apoderara de sus pensamientos y acciones. No estaba satisfecho con el lugar en el que Dios lo había colocado y quería un mayor reconocimiento de sí mismo por parte de los otros ángeles.

No se da ninguna razón para esta desafortunada rebelión por parte de Lucifer. Un autor ha afirmado que el pecado no tiene “ninguna razón para su existencia; tratar de explicarlo es tratar de darle una razón, y eso sería justificarlo”. ~Ellen G. White, La verdad sobre los ángeles”, p. 30

Sólo podemos saber que la rebelión de Lucifer ocurrió y tratar de evitar nosotros mismos las mismas trampas permaneciendo agradecidos y humildes ante Dios.

Radio Adventista
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