Es importante comprender la naturaleza de amor de Dios, pero también nuestra naturaleza de pecado, para superar nuestras cruces. La victoria requiere un esfuerzo concienzudo por nuestra parte, que sólo es posible gracias a la fuerza que Dios nos imparte por su gracia.
Nos dice Elena de White en Patriarcas y Profetas, p. 248: “Para recibir la ayuda de Dios, el hombre debe darse cuenta de su debilidad y deficiencia; debe aplicar su propia mente al gran cambio que ha de operarse en él; debe ser estimulado a la oración y al esfuerzo sinceros y perseverantes… y Dios los asistirá uniendo el poder divino con el esfuerzo humano”.
Las mejores estrategias que nos ayudarán a madurar durante nuestros cruces son:
- Entender la verdad sobre Dios y la gran controversia entre Cristo y Satanás
- Comprender la naturaleza del pecado y nuestro libre albedrío
- Comprometernos con Dios de todo corazón y perseverar hasta el final
Con estas verdades en mente, podemos seguir adelante hacia un terreno más elevado, sabiendo que Dios está con nosotros en cada paso del camino.