“La única manera en que él [el pecador] puede alcanzar la justicia es a través de la fe. Por la fe puede presentar a Dios los méritos de Cristo, y el Señor pone la obediencia de su Hijo a la cuenta del pecador. La justicia de Cristo es aceptada en lugar del fracaso del hombre, y Dios recibe, perdona y justifica al alma arrepentida y creyente, la trata como si fuera justa y la ama como ama a su Hijo. Así es como la fe es contada como justicia”. – Ellen G. White, Mensajes selectos, libro 1, p. 367.
“Cuando mediante el arrepentimiento y la fe aceptamos a Cristo como nuestro Salvador, el Señor perdona nuestros pecados, y remite la pena prescrita por la transgresión de la ley. El pecador entonces se presenta ante Dios como una persona justa; es tomado en gracia con el Cielo y por medio del Espíritu tiene comunión con el Padre y el Hijo.
Luego hay otra obra que debe realizarse, y ésta es de naturaleza progresiva. El alma debe ser santificada por medio de la verdad. Y esto también se logra por medio de la fe. Porque sólo por la gracia de Cristo, que recibimos por medio de la fe, puede transformarse el carácter”. – Ellen G. White, Mensajes selectos, libro 3, p. 191.
Preguntas para la discusión:
¿Qué distinción se hace entre una fe viva y una fe muerta? (Santiago 2:17-18). ¿Cómo describe Pablo una fe viva? (Rom. 16:26). ¿Cuál es la palabra clave que ayuda a revelar lo que implica la fe?
¿Cómo respondes al argumento (que viene con cierta consistencia lógica) de que si somos salvos sólo por una justicia acreditada, y no por una justicia que existe dentro de nosotros, entonces no importa lo que hagamos o cómo actuemos?
“Nuestra aceptación con Dios es segura sólo a través de su amado Hijo, y las buenas obras no son más que el resultado de la obra de su amor que perdona el pecado. No son ningún crédito para nosotros, y no se nos concede nada por nuestras buenas obras por las que podamos reclamar una parte en la salvación de nuestras almas… Él [el creyente] no puede presentar sus buenas obras como un alegato para la salvación de su alma”. – Ellen G. White, Mensajes selectos, libro 3, p. 199. Teniendo en cuenta esta declaración de Elena de White, ¿por qué, entonces, las buenas obras son una parte tan crucial de la experiencia cristiana?